siniestro mortal en el putxet

Engranaje eficaz ante la tragedia

Urbana, Mossos, SEM, psicólogos y servicios de limpieza dan una lección de coordinación en la gestión del incendio del Putxet

Bomberos de Barcelona

Bomberos de Barcelona / periodico

Carlos Márquez Daniel

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Todo el mundo sabe hacer su trabajo. Mejor o peor. Pero la cosa cambia cuando tu labor depende de los demás, cuando formas parte de una cadena de responsabilidades. Si además lo que se cocina es una emergencia social, la situación requiere de sincronización, estructura y orden. Eso es lo exactamente lo que se ha respirado esta mañana durante la gestión del incendio del Putxet en el que ha perdido la vida un hombre de 93 años

Se espera de la policía, de los bomberos y de los sanitarios que sepan vigilar, salvar, cuidar y atender a los ciudadanos. Sobre las 10 han llegado a la calle de Saragossa esquina General Mitre los primeros efectivos de apagafuegos y Guardia Urbana. Sobre el terreno, unas llamas muy violentas que emanaban del sexto piso de un edificio de ocho plantas. Tráfico cortado, caminos alternativos para peatones marcados y primeras mangueras. Cada uno a lo suyo.

Móvil localizado

Un mosso en cada esquina para frenar a curiosos y periodistas. Todas las ambulancias con el culo mirando hacia la finca. En primera línea, las 15 dotaciones de bomberos, y sobre el asfalto, los profesionales del fuego listos para asaltar el inmueble, sin precipitación. Lo primero, sofocar el incendio para poder llegar hasta las personas que han quedado atrapadas en algún punto del inmueble. Los bomberos rescatan a un total de 20 vecinos. Se echa de menos a una madre. Momentos de cierta angustia. Mientras el gerente del distrito se encarga de buscar el padrón de la finca, la policía trata de localizar el 'smartphone' de la mujer. Hay suerte: el móvil no está en el edificio. La señora aparece al rato, entre llantos, y abraza a su hija. 

El SEM atiende a los heridos. Una docena son trasladados a un centro hospitalario cercano. Otros seis son atendidos in situ. Empiezan a llegar los psicólogos y los trabajadores sociales del Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB). Camiseta azul. Porque esa es otra: cada cuerpo tiene sus colores y sus códigos. Hablan con los vecinos, les ponen en situación. Intentan que mantengan los pies en el suelo. Les dan agua, mantas, un hombro. Lo que necesiten. Los bomberos siguen arriba, haciéndose hueco entre el humo que han dejado las llamas. En el séptimo piso asalta la tragedia: un hombre tendido en un pasillo. Sin vida.

El momento oportuno

La información circula. Pero se evita que llegue a su hija, que está abajo con el resto. Se esperará a que la zona esté desalojada, a que esté más tranquila, para darle la noticia. Los residentes van desfilando hacia dependencias más tranquilas. A la vista de que no pueden volver a casa hasta que el edificio sea seguro, el consistorio les ofrecerá alojamiento alternativo. Al poco, los bomberos suben una escalera con una camilla. Se detiene a la altura del séptimo piso. A los 10 minutos, la plataforma desciende con el cadáver. A pie de calle, tras una lona, el juez de guardia y los servicios funerarios. La hija, ya consciente de lo sucedido, será la última en abandonar el lugar. Rodeada de buenos amigos

Sin nadie a quien atender, los bomberos y las ambulancias empiezan a desfilar. La Urbana pide a los Mossos que aparten un poco sus coches. Los servicios municipales de limpieza dejan la calzada impecable A los cinco minutos, a las 15.25 horas, se reabre el tráfico en Mitre. Y Barcelona recupera, dentro de lo que cabe, la normalidad