VESTIGIOS EN EL SUBSUELO

Los fantasmas de la Avenida de la Luz

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Cristina Savall / Barcelona

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El subsuelo de la plaza de Catalunya y de sus calles circundantes es como un queso gruyer, está lleno de agujeros y de túneles, algunos de difícil acceso como es el caso de los vestigios del antiguo cine de la Avenida de la Luz, y de otros espacios de este lugar desaparecido en 1992, que se pueden visitar a través de unos itinerarios guiados que programa la empresa CultRuta.

Bajo la calle de Pelai entre el Café Zurich y el cruce de Balmes con Bergara, hay toda una leyenda urbana. La Avenida de la Luz fueron unas galerías comerciales de más de 2.000 metros cuadrados nacidas en 1941 durante la oscura posguerra para deslumbrar a los barceloneses con sus luces de neón, sus joyerías, sus 'boutiques', sus bares y sus pequeñas tiendas de electrodomésticos que prometían un futuro mejor. El ayuntamiento franquista le concedió, por el éxito de visitas, la categoría de Atracción Turística en 1949.

De cine infantil a porno

A finales de 1942 se inauguró el cine, también llamado Avenida de la Luz, con un festival dedicado a Walt Disney. Manuel Marina, el guía que comenta el recorrido por estas galerías soterradas, explica que este cine es el espejo del ocaso del lugar. "Terminó sus días como sala X proyectando 'El placer entre las nalgas' con pajilleras en la sala", cuenta el profesor universitario especializado en la historia de los ferrocarriles catalanes. El lujo de los inicios no tiene nada que ver con sus últimos años de vida, cuando se convirtió en un espacio decadente y peligroso, donde se refugiaban los mendigos y que era "un buen lugar para acabar borracheras", según cantaba Loquillo.

Marina recuerda que el propietario de las galerías, Jaume Sabate Quixal, desveló en una entrevista que su idea era construir una ciudad subterránea en pleno centro. "Con tiendas, bares, cines. Todo muy bien arreglado, muy bien iluminado y decorado. El proyecto significaba enlazar la plaza de Catalunya con la de Urquinaona", enumera, pero al final su sueño quedó reducido a una calle bajo tierra que hoy es ocupada en gran parte por la perfumería Sephora del Triangle, que conserva las singulares dobles columnas de la avenida aunque pintadas con rayas de cebra.

El nombre de la Avenida de la Luz era bien intencionado y no solo por la modernidad lumínica que exhibía. "El proyecto contó con el apoyo de Barcelona Traction, conocida popularmente como La Canadiense, que era el principal grupo eléctrico de Catalunya a principios de los años 40. La compañía quería incrementar el consumo de esta energía en los hogares. Por ello muchas tiendas promocionaban pequeños electrodomésticos como las máquinas de coser", señala Marina.

Actuaciones de Sara Montiel

Otros de estos pilares inspirados en los del desaparecido Palazzo Caprini de Roma se pueden contemplar sin rayas en el vestíbulo junto a las taquillas de Ferrocarrils de Catalunya con acceso desde Pelai, justo al lado del antiguo cine hoy reconvertido en sala de exposiciones que solo se abre cuando se conciertan visitas. "En los años 60, en horario de tarde noche, la sala acogió actuaciones de Sara Montiel. El escenario aún se conserva", desvela el guía. Esa época fue gloriosa para las galerías con las colas frente al bar La Granja, que servía los dulces 'pompiers', los primeros donuts que llegaron a la ciudad, y ante la tienda de vinos Montroy de Pedro Massana.

Algunos de los pasillos y espacios de la avenida están cerrados al público por la ausencia de aire renovado y la suciedad, como es el caso de los lavabos y del salón recreativo con billares, "donde Bigas Luna rodó una escena de 'Bilbao'", asegura Marina.