DEBATES CIUDADANOS

Plataforma única: la bestia negra de los ciegos

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Carmen Jané / Barcelona

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Las ciudades no siempre piensan en todos sus habitantes. Lo saben muy bien, entre otros, los ancianos, los niños, los enfermos y los discapacitados, que se enfrentan cada día a problemas derivados del tráfico, las prisas y las aglomeraciones, y de la aptitud de sus gestores para solucionarlos. El diseño urbano es una de las temáticas del próximo Smart City World Congress, que se celebra en Barcelona el próximo mes de noviembre, y con ocasión del cual el Ayuntamiento de Barcelona y el de Nueva York se han aliado para proponer 'deberes' a sus asistentes: la primera tarea, solucionar uno de los problemas de movilidad en el espacio público que sufren las personas ciegas y con poca visión.

Un concurso de ideas convocado por Barcelona Activa y la Concejalia de Mobilitat con sus homólogos neoyorquinos premiará con 40.000 euros y un piloto real a quien logre la mejor solución tecnológica a una de las 'bestias negras' para los invidentes de la ciudad. Se trata de las plataformas únicas,plataformas únicas, ese tipo de vías en el que desaparecen las aceras y vehículos y peatones quedan a un mismo nivel. Son tramos, recuerda el Ayuntamiento de Barcelona, "en que la velocidad de circulación está limitada a 10 o 20 kilómetros por hora", pero que, admite, "dificultan la orientación y la sensación de seguridad de las personas con discapacidad visual".

"A una persona ciega o con poca visión le cuesta seguir una línea recta. El bordillo es importante porque te avisa de cuándo pasas de acera a carretera. Si no está, hay riesgo de invadir la calzada y tener un susto, sobre todo con los coches eléctricos o las bicicletas, que se oyen poco", explica Dolors Luna, jefa de servicios territoriales de la ONCE en Barcelona. La entidad aplaude la iniciativa municipal de buscar soluciones al problema, pero reclama opciones más sencillas que no pasen por usar un móvil o un GPS, que considera no inclusivas, y opta por pedir indicadores táctiles en la calzada que puedan ser detectados con el bastón o el calzado.

"En Gràcia, por ejemplo, hay bastantes calles con plataforma única y no acabamos de encontrar una solución correcta. Nuestra propuesta serían baldosas diferenciadas, tipo los andenes de Renfe, pero con un ancho suficiente, pongamos unos 60 centímetros, para que puedan ser detectadas", explica Luna.  

Quejas de entidades

Pero cambiar la pavimentación de las calzadas únicas, muchas de ellas recientes, es caro, y cuesta más que el premio de un concurso. Lo recuerdan también desde la Plataforma Carrers per Tothom, que ha expresado por carta su queja a las autoridades municipales por el concurso, que conoció por la prensa.

"Los ciegos ya usamos tecnología para movernos, como el GPS y el mando de los semáforos, pero que hasta que para cruzar una calle la necesites, es poner barreras innecesarias", reclama Meritxell Aymerich, portavoz de la plataforma. "Para quien va en silla de ruedas, que le quiten las aceras es estupendo, pero para un ciego, que te la quiten y no te pongan una señalización de otro tipo hace que mucha gente ya no salga. Pero también hay gente que se lía: turistas, niños... Estamos a favor de peatonalizar pero hay que mirarlo todo".

El área propuesta por el ayuntamiento para desarrollar el piloto está en Gràcia, concretamente entre las calles Gran de Gràcia, Torrent de l’Olla, Nil Fabra y Astúries. Podría estar en cualquier otra zona de la ciudad con plataforma única, como el paseo de Gràcia, los arcenes de la Diagonal, Poblenou o Les Corts. "En Pere IV, donde pasan hasta autobuses, hay un tramo de acera que es plataforma única. En el paseo de Gràcia, por las aceras pueden pasar taxis, vehículos de vecinos, de carga y descarga y bicicletas", recuerda Aymerich.

Para el ayuntamiento, el problema no es desconocido. De hecho, revisar la pavimentación de las plataformas únicas es uno de los temas aprobados en la plataforma Decidim.barcelona desde enero del 2016. Ahora buscan involucrar a "empresas innovadoras y 'startups' de todo el mundo". "Si ya cuesta explicarle a un técnico de movilidad los problemas que tenemos, imagina a alguien ajeno", afirma Aymerich.