BARCELONEANDO

Salva el mundo comiendo

Una 'app' permite comprar comida hasta con un 70% de descuento mientras salvas los excedentes de 59 restaurantes de Barcelona que acabarían en la basura

BARCELONEANDO wesaveeat

BARCELONEANDO wesaveeat / periodico

Ana Sánchez

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“Ya tienes un plan para salvar el planeta y para tu cena”, te informan. Como si fueras un híbrido de Superman y ‘Masterchef’. Solo hace falta un clic en el móvil y 3, 4, como mucho 5 euros. Automáticamente pasas a ser un ‘saver’. Acabas de salvar medio kilo de comida de la basura.

WeSAVEeat, se llama la ‘app’. ‘Save’ aquí significa tanto ‘salvar’ como ‘ahorrar’. “Comercios y consumidores salvan comida, ahorran dinero y hacen un gran gesto por el planeta”, resume su web. Hasta Trump podría hacerlo sin despeinarse el flequillo XXL. La lucha contra el despilfarro de alimentos es pan comido. Literalmente: salvas el planeta comiendo.

120 lotes al día

Entras en la aplicación y van apareciendo restaurantes, panaderías, tiendas de comida de Barcelona según su cercanía. Hay más de 50, informa un mapa adjunto. “705 metros”, “quedan 2 lotes”. El precio original está tachado: 8 €. Al lado, en negrita marca 3 €. Cada establecimiento ofrece dos lotes rebajados hasta un 70%. En total, publican unos 120 lotes al día. Son los excedentes que tendrían que tirar hoy. 2 ‘focaccias’ + un zumo natural: 3 euros. 10 pinchos: 3 euros. 3 empanadas argentinas: 3 euros. 2 porciones de pizza + dos piezas de bollería: 4 euros. “Hora de recogida: 21.30-22.30”. Cada establecimiento pone un margen, dependiendo de su hora de cierre. En tu perfil se van sumando los kilos de comida que salvas. “3,5 kilos”, se lee en el móvil de Eva.

Eva Jorge, 45 años, se ha pasado 20 llevando grandes cuentas en una multinacional del sector de la limpieza. Ahora se dedica a limpiar conciencias. Desde que su hijo mayor decidió investigar sobre el despilfarro de comida. Todo empezó como un trabajo del cole. 

Los restaurantes tiran entre un 2 y un 8% de la comida que generan cada día para vender, explica Eva Jorge  

“Nosotros hemos estado siempre muy sensibilizados con esto”, se justifica Eva. “Cuando éramos más jóvenes, mi marido y yo recogimos a un niño saharaui durante 5 años. Pasaba el verano con nosotros. De él aprendimos un montón de cosas y una de ellas es que la comida no se tira. Una vez hice pan con tomate, tiramos el tomate que sobraba y él fue corriendo a cogerlo. ¿Pero qué estás tirando?”.

En su casa no se tira nada, repite Eva en plan mantra. “Siempre ha sido mi obsesión”. Lo que te pones en el plato se come. “Si tienes menos hambre, te pones menos”, dice ya de carrerilla. No es lo habitual, según los estudios sobre hábitos de consumo. “Cuando empezamos a hacer números, vimos que donde más se despilfarra es en las casas”, recuerda Eva. Cada catalán tira a la basura cada año cerca de 35 kilos de comida, calcula la Agència de Residus de Catalunya; 262.000 toneladas en total. 

Buscando información, Eva y su hijo descubrieron que existían aplicaciones para móvil en el norte de Europa que luchaban contra el despilfarro de comida en los restaurantes. “De lo que ellos generan cada día para vender -detalla Eva-, tiran entre un 2 y un 8%. Lo tienen bastante controlado, porque es su negocio, pero aun así hay un mínimo que se tiene que tirar”.

También en Madrid

Lanzaron la ‘app’ hace apenas un mes. Ha tenido más de 3.000 descargas y se han sumado 59 locales de Barcelona. Están a punto de abrir en Madrid y la reclaman en Portugal. “Ha sido una vorágine”, dice Eva sonriente. Ya ha respondido a entrevistas de México y Shanghái. “Me ha cambiado la vida”, asegura.  

Los 'savers' suelen ser estudiantes, dice Eva. “Pero en el extranjero también funciona mucho con jubilados”

“¿Qué conseguimos con esto? -Eva se pregunta y se responde ella misma-. 1. No tirar comida. 2. Una comunidad de ‘savers’ que luche contra el desperdicio alimentario. Y 3. Damos la oportunidad a que gente joven (normalmente nos viene gente joven con una economía más estrecha) puedan tener producto de muy buena calidad a un precio de ganga”. Son ‘savers’ estudiantiles, en su mayoría. “Tienen mentalidad ‘low cost’ y ecológica”, justifica Eva. “Pero en el extranjero también funciona mucho con jubilados”, añade. “Tienen mucho tiempo y se les vuelve a reducir el dinero”.

El requisito solidario: hay que ir a recoger el lote al local a una determinada hora (cuando están a punto de cerrar) y hay veces que no sabes exactamente lo que compras. Depende de lo que sobre. “Tanto el que da como el que recibe quedan muy contentos”, asegura Eva. Aunque aún se encuentra locales reticentes. “Les explico el proyecto y me dicen que no participan porque es degradar su producto. Pero yo creo que cambiarán”.

A todo esto, el hijo de Eva aún no ha empezado a escribir su trabajo.