el problema de la vivienda

Cada vez más barceloneses 'amplían' su hogar con miles de trasteros urbanos

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Patricia Castán / Barcelona

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El ser humano (y más el urbano) se caracteriza cada vez más por consumir y, sobre todo, por acumular bienes. A veces por necesidad real -desde ropa hasta utensilios- y en otros casos por cuestión sentimental -de las fotos a los apuntes de la universidad que nunca más mirarán-, pero siempre con hambre de ganar espacio. Una coyuntura difícil en una ciudad como Barcelona, con alta densidad en muchos barrios, y donde los precios de la vivienda (de compra o alquiler) vuelven a estar disparados, lo que provoca que muchos se resignen a vivir en menos metros o en pisos compartidos. En ese marco, la opción de contar con un gran 'armario' externo ha desatado la fiebre del almacenaje urbano. Se calcula que la ciudad cuenta ya con al menos medio centenar de grandes locales dedicados a los trasteros de alquiler, donde cada caja suele acumular una historia o un cambio vital.cada caja suele acumular una historia o un cambio vital

Cuenta Carles Viladecans, el gerente de la asociación española de 'self storage' (autoalmacenaje), AESS, que el negocio aterrizó en España hace casi tres lustros, siguiendo la estela de otros países con gran arraigo. Como Estados Unidos, donde existen hace medio siglo, o el Reino Unido. Solo que allí se cimentan en el continuo trasiego de mudanzas de los residentes de alquiler, mientras que en España -donde el sector crece un 15% anual- apuntan a la falta de espacio en los hogares, en especial en grandes urbes como Barcelona. Con el doble de recintos en muchas ciudades europeas, prevén que aquí todavía tiene mucho crecimiento por delante.

La capital catalana es uno de los epicentros de esta actividad, aunque la provincia (con al menos 114 centros) es líder nacional. En la ciudad, la AESS tiene contabilizados 23 operadores distintos, algunos con múltiples ubicaciones. El líder del sector es Blue Space, con 19 centros en la provincia de Barcelona, 11 en Madrid y 3 en Valencia. En la capital catalana tienen cinco y su expansión es constante, alimentada por el nuevo 'boom' inmobiliario. "En Barcelona hay cada vez más traslados de domicilio, por venta o alquiler de vivienda, y periodos de guardar cosas", argumenta Eduard Bosch, director de Márketing. Pero, además, "los pisos nuevos son más pequeños y la gente busca una extensión en los trasteros".

La oferta para depositar propiedades crece también porque muchos barceloneses prefieren ganar espacio por esta vía que mudarse a una vivienda mayor de la que tienen. Hace cuatro o cinco años se convirtieron en una salida para muchas personas que tenían que dejar su piso por la crisis o mudarse a casa de un familiar. Ahora los perfiles son muy amplios.  

Visitas diarias

En esa expansión, destaca el caso de OhMyBox! con cuatro centros con la particularidad de primar la ubicación. "Solo abrimos en puntos céntricos", destaca Nicolás Pérez, cofundador y director general. Tras arrrancar dos en el Eixample izquierdo y otro cerca de las Glòries, la empresa -que crece un 100% anual desde el 2013- está poniendo en marcha estos días el que será el mayor centro de trasteros en un centro urbano de España. Un total de 8.300 metros cuadrados en la calle de Marina con Casp, con un total de 3.000 trasteros, en un 90% destinados a particulares.

Y es que si bien los recintos del área metropolitana o polígonos suelen apuntar sobre todo a empresas y autónomos con necesidad de almacenaje pero sin capacidad de contar con local propio (o lo bastante amplio), la centralidad invierte los usos y convierte a los vecinos en los principales usuarios. Desde la persona recién separada que necesita guardar enseres mientras halla un nuevo domicilio, hasta el estudiante de vacaciones que no quiere pagar un piso durante el verano. 

En muchos casos, ocupan plantas bajas comerciales de edificios vecinales. Es difícil lograr en un barrio un edificio de uso exclusivo, como la nueva apertura de OhMyBox!, donde antes se ubicaba un gran párking en altura. Ahora, la planta baja ejerce de aparcamiento momentáneo para el cliente que, introduciendo su clave, accede al edificio y allí mismo -si va en coche- puede descargar en un carro y llevar sus bienes a su depósito particular. El color que les distingue de la competencia es el amarillo.

Hasta coleccionistas

¿Qué aguarda tras esos cientos de puertas cerradas con candado? "Las necesidades son cada vez más amplias", cuenta Pérez. Sea un uso auxiliar para desahogar la casa, como un espacio de un metro cuadrado por 1,35 de alto (desde 20 euros) donde meter libros, ropa de temporada o enseres infantiles que ya no se usan, hasta mobiliario pendiente de reubicar tras una mudanza, que precisa boxes más amplios, bicis, esquís incluso artículos de coleccionista. Los hay de todos los tamaños y morfologías y precios, aunque por unos 50 euros una persona amplía notablemente su capacidad de guardar cosas. 

Para algunos es temporal, para muchos es un 'armario' que incluso visitan a diario. ¿La última tendencia? "Barceloneses que en agosto han vaciado sus armarios para alquilar su piso a un turista mientras se iban de vacaciones", cuenta.

Álvaro Juncadella es propietario y director general de Míster Traster, con tres centros (en Mallorca con Castillejos, en Sant Adrià y en L'Hospitalet), y la inminente apertura de uno en el distrito 22@. A más alejados del centro de la capital catalana, más uso profesional tienen. Pero en Barcelona ciudad es la "vida cotidiana" la que urge la necesidad de espacios. "Mucha gente no imagina lo muchísimo que cabe en dos metros cuadrados por casi tres de alto", relata. "El sector cada vez va a más", engrosado por jóvenes que se emancipan y no van sobrados de espacio.