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La ocupación del 'meublé' Oregón

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Toni Sust / Barcelona

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Hace más de una década, el ‘meublé’ Oregón, situado en el número 43 de la calle de Robador, cerró sus puertas. El ayuntamiento no renovó su licencia y el inmueble quedó vacío. Siete pisos, con varias habitaciones cada uno, en las que se encontraban las prostitutas y sus clientes, y en los bajos, la entrada. Lógicamente, no hay cocina: no era necesaria.

El ayuntamiento, con Xavier Trias como alcalde, adquirió el edificio en el 2014 con el fin de destinarlo a alquiler social: los vecinos apretaron para conseguirlo. Y allí no pasó nada más hasta que en junio pasado se licitó la rehabilitación necesaria para poder acoger a personas  que no tengan vivienda y una situación económica precaria. La previsión es que las obras se adjudiquen en noviembre y empiecen en diciembre. Aunque ahora no está tan claro cuál será el desenlace.

Hace unos días, el antiguo ‘meublé’ fue ocupado por un grupo peculiar por la falta de precedentes: una alianza entre las prostitutas de Putes  Indignades y jóvenes de la izquierda independentista local y de colectivos en lucha por el derecho a la vivienda decidieron entrar en el inmueble para darle uso social. Anuncian la instalación de un casal independentista en los bajos, así como un espacio para Putes Indignades, una especie de sede “política”.

Janet,  de Putes Indignades, a los vecinos que protestan: “Que acepten a qué zona vinieron a vivir”

Arriba, viviendas para familias que las necesiten.

La CUP convocó una rueda de prensa, sucinta y sin preguntas, para este viernes, en la que el colectivo ha advertido que no habrá negociación con el ayuntamiento si no les explica las condiciones de adjudicación de los pisos de alquiler social y si no se garantiza que la mayoría de las viviendas, cinco de las siete previstas, son para gente de la zona. “Como mínimo, gente de Ciutat Vella”, precisa Estel Oleart, del Bloc de l’Habitage. Porque el plan actual, según Oleart, es que solo dos sean para personas del barrio.

Pinchándose en la calle

Una hora antes de que los nuevos habitantes del ‘meublé’ Oregón se explicaran, María, residente de Robador y madre de un niño, explicaba por qué los vecinos están “indignados” con la ocupación. María, que cuenta que por la mañana se había topado con un joven pinchándose en la calle cuando ha llevado al niño al colegio, diferencia la ocupación “política” de Robador,43 de las ocupaciones “delictivas” en calles cercanas para instalar narcopisos.

La mujer sostiene que la ocupación se produjo el pasado lunes, 11 de septiembre, “ a las 13.40”, y dice que por lo menos ocho vecinos presentaron denuncias de inmediato, al margen de avisar al ayuntamiento, que también denunció, pero el día 13. María afirma que no confía en que Barcelona en Comú actúe, así que mira hacia su socio de gobierno: “Optaremos por presionar al PSC”. Los socialistas denunciaron el jueves la ocupación. Los vecinos temen que el edificio acabe alojando actividades de prostitución y María muestra su recelo: “No son prostitutas, son proxenetas. Los vecinos estamos indignados. En verano hicimos una mediación con los comerciantes y con ellas. Si ahora hacen esto, dejan de ser interlocutoras válidas”. Los vecinos ven ahora en peligro un edificio que se ganó para el barrio, insisten, gracias a su lucha, y se preguntan qué justifica ocupar este inmueble y no otro que no tenga un destino tan concreto.

En la audiencia pública del jueves, la concejal de Ciutat Vella, Gala Pin, afirmó que el ayuntamiento negociará con los ocupantes para asegurar que las viviendas de alquiler social acaban concretándose. El consistorio sostiene que primará la búsqueda de un acuerdo, pero el calendario apremia y si no hay consenso queda el plan b de forzar el desalojo. Una solución sin duda amarga para el gobierno de Ada Colau, que proviene del combate contra los desahucios.

"Esto es la franja de gaza"

El caso de Robador, 43 apunta a un enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo del Raval. Por lo menos, así parece verlo Janetportavoz de Putes Indignades, que señala a los gentrificadores, los que, con más recursos que los antiguos residentes, adquirieron una vivienda en el barrio. “Esto es como la franja de Gaza: allí están los colonos (en alusión a los vecinos que protestan) y aquí los palestinosQue acepten a qué zona vinieron a vivir. Pagaron precios bajos a dos pasos de la Rambla. La identidad de un barrio no cambia por que vengan 40 familias”. La mujer subraya la herencia que dejó lo que califica como una operación para sustituir a los antiguos vecinos: “Tenemos una universidad a la que no van los vecinos. Tenemos una filmoteca a la que no van los vecinos”.

A su lado, Oleart explica lo que ha dicho en la rueda de prensa sin preguntas: “Quieren hacer siete pisos y solo dos están previstos para vecinos de la zona”. E insiste en que si no hay compromiso del ayuntamiento para informar de los baremos de adjudicación y garantizar esa proporción de cinco a dos, no habrá negociación. Varias personas viven ahora en Robador, 43. Han empezado a limpiar las dependencias, en las que han encontrado espejos y algún tanga. Este viernes abrieron la puerta del local durante su comparecencia. La vieja barra del ‘meublé’ acumula polvo y degradación. La activista niega, además, que la ocupación se produjera durante la Diada: “Entramos el día 8”.