BARCELONEANDO

Las tribus del 'running'

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Carlos Márquez Daniel / Barcelona

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En los primeros 80, el hombre que salía a correr en mallas por la Diagonal recibía todo tipo de calificativos. ‘Maricón’ era el más común. O en su defecto, el superlativo ‘mariconazo’. Así lo contaba en este diario hace unos años un expresidente de la Federación Catalana de Triatlón, uno de los osados en tiempos de Naranjito y 'Verano azul'. Fuera la lógica, los Juegos del 92 o la creciente brecha temporal con el franquismo, el 'runner' empezó a salir a la calle en tropel. Dicen que la crisis acentuó el deporte barato. Y nada más económico que correr. Pantalón, camiseta, zapatillas y calcetines. Tanto ha crecido la cosa que con el tiempo se han llegado a generar tribus urbanas del ‘footing’. La aldea 'runner', en la que la mujer cada vez tiene un papel más relevante, podría resumirse más o menos así.

1. El corredor cebolla. Suele ser un hombre, de más de 40 años, que en algún blog ha leído o en alguna cena de Navidad ha escuchado que si se suda mucho, se adelgaza más. Por eso va tapado con varias capas de ropa. Pasan los minutos y va dibujando un charco de sudor que nace en el cuello y muere un poco más arriba del ombligo. Llega a casa agotado, pálido y sin aliento. Sin darse cuenta de que lo único que ha conseguido es deshidratarse.

2. El 'blade runner'. Más habitual entre los chicos. Dícese del corredor que sale de casa asido a lo último en tecnología deportiva. Auriculares ergonómicos. Aparato en el brazo para sujetar el teléfono o reproductor musical. Reloj que controla su corazón, el desnivel, el tiempo por kilómetro, las paradas. También GPS, por si se pierde por el paseo marítimo. La ropa es lo último en transpiración. Por no hablar de las zapatillas, que compra cada 800 kilómetros de rodadura, como dictan los cánones. Compra revistas especializadas y luce camisetas de las carreras. 

3. El estudioso. Quizás no destaque por su atuendo, pero sí por su manera de observar al resto, por su orden y disciplina al dar cada zancada. Puede que en un semáforo, mientras das unos saltitos esperando el verde, te haga la siguiente observación. "No he podido evitar fijarme en tu desarrollo. Eres pronador, ¿verdad? Porque creo que has elegido mal las bambas. También se te marcan mucho los pezones; ¿has pensado en cubrirlos con esparadrapo para evitar rozaduras? Y esa respiración…".

 4. Los ‘kilian’. Si paseas por la carretera de las Aigües te puedes llevar el susto de tu vida. De la maleza aparecerá un corredor sudoroso, con hojas en la boca, como si hubiera pasado un mes en el bosque. Es un ‘trail runner’ y sus entrenos suelen durar no menos de hora y media porque está preparando el Ultratrail del Montblanc, la Transgrancanaria o la Ultra de la Cerdanya. Carreras, todas, en las uno no se pone por menos de 80 kilómetros. Su atuendo incluye una ‘camel bag’ -bolsa para hidratarse- y barritas energéticas. Aprovechan los desplazamientos familiares para correr. Su pareja va en coche con los niños a casa de la abuela en Cabrera. Él va trotando desde el Eixample. 

5. Los del gym. Los gimnasios se dieron cuenta durante la crisis de que la calle les estaba robando socios. Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Fue así cómo crearon los grupos de ‘running’. Van todos con la misma camiseta y les lidera un entrenador con estilazo. Cruzan el mismo verde, van juntos de un lado a otro y son solidarios con los rezagados. Recuerdan esas bandadas de estorninos que en el aire se mueven como un único ser. 

6. El guadiana. Es ese corredor que aparece después de la Navidad y en septiembre, tras darse cuenta de que ha ganado peso. Suele durar poco, siempre con las mismas bambas descatalogadas y la camiseta de la Cursa de El Corte Inglés del 2003. Termina por tirar la toalla por dolores en las rodillas. O por pereza.

7. El 'community runner'. Son una derivación del ‘blade runner’. En cuanto terminan su entreno, comparten en las redes sociales la distancia, el tiempo y el recorrido gracias a alguna de las 10 aplicaciones deportivas que tienen en su móvil. Cada 'like' es una caloría que se quemó por un bien mayor. 

8. Los de toda la vida. Han corrido siempre. Antes de la moda. Cuando nadie lo hacía. Algunos esprintaron ante los grises. Pueden tener 40, 50, 60 o 70, pero mantienen el tipo delgado, las piernas finas de asfalto, o musculadas de montaña. Son los mejores consejeros porque se conocen todas las rutas, los tiempos semafóricos, los mejores senderos. Son los Miyagi del 'running'.

9. Los despistados. Les da un poco igual. Son primos hermanos de los guadiana. Pueden correr con bambas de baloncesto o con las de la liga nocturna de fútbol sala. Terminan andando. Algunos aprovechan para echar un pitillo antes de entrar en casa.

10. Los guapos. Todos los anteriores se dividen en dos: los que pueden ir sin camiseta y los que no. La ordenanza de civismo impide el torsonudismo, así que los fibrosos solo pueden exhibirse en la montaña. Llevan la camiseta hecha una bolita en la mano. Flotan en el aire. Y dan mucha rabia.