Los musulmanes de Catalunya: "El dolor es común, todos hemos llorado"

Cientos de personas acuden al llamado de cerca de 150 entidades para rechazar los atentados y solidarizarse con las víctimas

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cmontanyes39761632 manifestacio170821195336 / JOAN PUIG

Mauricio Bernal / Barcelona

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Hay escenas con el atributo de la síntesis –o especialmente elocuentes, se podría decir–, como la que tuvo lugar este lunes por la tarde en el extremo de la Rambla, junto a la plaza de Catalunya, minutos antes de que echara a andar la multitud que se había concentrado al llamado de las entidades musulmanas para alzar la voz contra los atentados del jueves. Habiba Elkhoukh, de 19 años, y Kawthar Liouich, de 22, enarbolaban sendas pancartas en las que se leía, por un lado, 'Somos musulmanes, no somos terroristas', y por otro, 'Barcelona somos todos'. Dos chicas musulmanas de Catalunya. La parte de concentración del acto había terminado, en la tarima instalada junto al monumento a Francesc Macià se había leído el manifiesto de las entidades y estaba a punto de empezar la parte de manifestación, o sea, el desplazamiento de la gente a lo largo de la Rambla hasta el mosaico del Pla de l’Os, el lugar donde Younes Abouyaaqoub dejó la camioneta, el espacio convertido estos días en lugar de peregrinación, un oratorio al aire libre: el lugar donde uno presenta sus respetos.

Entre la emoción y la conmoción, en un momento dado las dos mujeres rompieron a llorar. Primero Habiba, luego Kawthar. Mientras lloraba, entre sollozos, Habiba gritaba. “¡Que no nos juzguen, por favor, que no nos juzguen!” Y: “¡Somos humanos, tenemos sentimientos, que no nos juzguen, por favor!” Y: “¡Que nos respeten, es lo único que pedimos, que nos respeten!” Más que gritos, eran plañidos, era un lamento. Y lloraba, lloraban las dos. “¡Amo mi religión, y no soy ni mejor ni peor que nadie, tenemos los mismos derechos!” Había algo a la vez sincero e inconsolable que se desprendía de la escena, en el llanto y en los quejidos y en los rostros de compunción de las chicas, y de repente ocurrió: alguien avanzó y tomó a Habiba en sus brazos. Luego, alguien tomó a Kawthar entre los suyos. Y luego empezó una especie de procesión, y mientras Habiba y Kawthar sollozaban y quejaban la gente las abrazaba. “Gracias”, decían. “Gracias”.

El abrazo de los otros

Tiene el atributo de la síntesis porque por un momento que duró cinco o diez minutos –como máximo– se produjo la empatía. No eran musulmanes los que las abrazaban; eran, sobre todo, “los otros”: una mujer rubia que venía de hacer compras, un joven con la mochila al hombro, una abuela que podía ser del Clot o de algún lugar de Zaragoza. Lo importante es que el abrazo eliminaba la otredad. 'Todos somos nosotros', rezaba una pancarta de la comunidad de mahometanos de Sant Vicenç dels Horts, el resumen del anhelo de los musulmanes catalanes desde que se produjeron los atentados: ser considerados como una parte del todo afectado, del todo ofendido, del todo apesadumbrado. Pues bien, allí estaba. En los abrazos que recibían Habiba y Kawthar.

Cientos de personas habían acudido al llamamiento de unas 150 entidades del colectivo musulmán de Catalunya y se habían juntado en el centro de Barcelona para rechazar los atentados terroristas y solidarizarse con las víctimas. En el acto de la plaza de Catalunya se había desplegado una gran pancarta ('La comunitat musulmana contra el terrorisme') y al micrófono se había puesto la portavoz de la Fundación Ibn Battuta, Miriam Hatibi, para leer –un impecable catalán– el manifiesto conjunto en el que los musulmanes catalanes proclamaron: "El dolor es común, todos hemos llorado. La incomprensión por lo que ha sucedido es compartida. Debemos trabajar todos juntos para que no vuelva a pasar nunca más". El manifiesto fue leído después en castellano y árabe.

Generalizar es estúpido

"Hace días que nos estamos expresando por diferentes lugares de Catalunya de manera clara contra la barbarie y la sinrazón –reza el manifiesto–, pero hoy queremos decir con el conjunto de la ciudadanía, musulmanes y no musulmanes, en voz alta: no al terrorismo, no a la violencia y sí a la paz". Desde el día siguiente al atentado, la comunidad musulmana local ha dado un paso adelante para insistir en que se sienten tan afectados por lo ocurrido como cualquier ciudadano del país, y que rechazan como cualquiera la barbarie, venga de donde venga. Directamente o de manera oblicua, las pancartas insistían en lo mismo: “Musulmanes de Catalunya contra el terrorismo”. “El islam condena tajantemente la muerte de personas inocentes”. “Islam quiere decir paz”. “Soy musulmán y no soy terrorista”. “El terrorismo no tiene religión”. Todos los musulmanes son terroristas. Todos los catalanes son peseteros. Todos los colombianos trafican. “Generalizar es estúpido”, decía un Pau en la manifestación.

En el manifiesto, las entidades han pedido un esfuerzo conjunto ("instituciones, Gobierno central, Generalitat y municipios, conjuntamente con la comunidad musulmana, entidades religiosas, sociales y culturales") para afrontar el futuro y evitar la radicalización de los "jóvenes catalanes musulmanes". "Que sientan que Catalunya es su tierra, de manera que sean capaces de rechazar cualquier mensaje radical o extremista". El manifiesto es explícito en ese sentido: hay que trabajar juntos por la integración. Los concentrados guardaron un minuto de silencio por las víctimas y se desplazaron luego a la Rambla, que recorrieron entre aplausos de los paseantes hasta el mosaico del Pla de l'Os. Allí dejaron su propia ofrenda floral.