RELIGIONES EMERGENTES

La milla de oro de los predicadores

Vecinos de un pequeño rincón de La Sagrera expresan su asombro ante la proliferación de centros de culto en la zona

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MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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En conversación telefónica desde Bogotá, el pastor Ricardo Rodríguez cuenta que Jesús le habló un día “del misterio” y otras cosas, y le dijo que a partir de entonces debía dedicarse a divulgar su palabra. También estableció comunicación con su esposa, María Patricia, y de esa revelación recibida en binomio nació la Iglesia Avivamiento, que desde principios de los 90 empezó a extenderse por Colombia, más tarde por Argentina y Chile y finalmente por dos ciudades clave de la inmigración latinoamericana en EEUU, Miami y Nueva York. El salto casi natural que debía dar en algún momento a Europa acaba de tener lugar, y la ciudad elegida para señalar el camino ha sido Barcelona, no solo eso: el nuevo centro de culto religioso se encuentra en el que forzosamente se conocerá de aquí a poco como Triángulo de las Iglesias, o Barrio de las Religiones, o de las Esquinas Santas, a juzgar por la concentración de locales de oración. Ahora hay cuatro, pero hasta hace poco había seis.

En menos de 200 metros en las calles de Hondures, Costa Rica y Ciutat d'Elx hay cuatro centros de culto, y hasta hace poco seis

El local que Avivamiento inauguró con una concurrida ceremonia hace un par de semanas se encuentra en el número 8 de la calle de Ciutat d’Elx, en el barrio de La Sagrera, del lado oriental de la Meridiana. Preside la fachada un gran letrero con la imagen de los pastores Ricardo y María Patricia Rodríguez en plena predicación, micrófono en mano e iluminados por los focos. Muy cerca, a un centenar de metros, en el número 33 de Hondures, otro letrero, más sobrio, anuncia la presencia de la Iglesia Evangélica Salvación de Dios, en caracteres latinos y cirílicos. “Esos son los rusos”, dicen en el barrio. “Son muy discretos”. En la misma calle, otro centenar de metros más arriba, se encuentra la Iglesia Universal del Reino de Dios / Familia Unida, y un par de esquinas más allá, en la calle de Costa Rica, está el local del Movimiento Misionero Mundial –el más activo, según el consenso general. Nadie –ni los vecinos ni el ayuntamiento ni las propias iglesias– sabe decir qué imán tienen estas cuatro esquinas ni por qué atraen a las religiones. Los aludidos dicen tan solo que en su día hallaron un buen local.

"Abrimos el primer local en Barcelona porque ha sido más fácil a nivel administrativo, pero también buscábamos en València y en Madrid", dice el pastor Álvaro Pardo, portavoz de Avivamiento y responsable de supervisar personalmente la puesta en marcha del local de La Sagrera.

Calma de pueblo

Es una zona con señas particulares. Respira calma de pueblo aun estando a escasos metros de la Meridiana. Hay poco movimiento en las aceras y poco tráfico en las calles, y un ratio de bares bajo: un par o tres por manzana. Aparte de los lugares de culto, la mayor parte de los locales están ocupados por pequeñas empresas, muchas de ellas familiares. “¿Los polígonos industriales? Bueno, pues esto es como un polígono industrial pero en la ciudad”, dice una vecina. Puede que ese sea su atractivo. El ruido del tráfico de la Meridiana llega apagado gracias a los edificios que se levantan en medio, y cuando la tarde cae la actividad en las tres o cuatro terrazas de la zona apenas levanta los decibelios. Los grupos de chicos del barrio, dos o tres, se reparten discretamente por las esquinas. De vez en cuando, las plegarias elevadas entre las paredes de las iglesias se esparcen como un ronroneo por el lugar.

La última en llegar ha sido la Iglesia Avivamiento, que hace dos semanas estrenó local

La normativa sobre centros de culto de la Generalitat no establece una distancia mínima entre locales, cosa que se nota en este rincón de La Sagrera. “Y quedan todavía locales vacíos –señala Eduardo, un vecino–. Si se animan las religiones que faltan, podemos llegar a tener una nueva Tierra Santa”. La convivencia con casi cualquier forma de monocultivo comercial es problemática, y aunque un centro de culto no es un local comercial –y los de este rincón de la ciudad no han establecido aún ningún tipo de monopolio–, hay por lo menos expectativa entre los vecinos. Al culto inaugural que marcaba el desembarco de Avivamiento en el barrio acudieron más fieles que asientos tiene el lugar, y la multitud inevitablemente acabó ocupando la calle. Algún vecino del edificio ya se ha quejado del ruido. Después de Avivamiento, y pasados tres años desde la instalación del primer centro de culto en el barrio, que los vecinos apenas consignaron, algunos se preguntan quienes serán los siguientes.

De momento, a nadie le parece realmente un problema. Les llama la atención. Aparte de Salvación de Dios, que hace que la gente se pregunte si la discreción no es uno de los atributos rusos por antonomasia, incluso los lugares con mayor afluencia de fieles interfieren poco en la vida de barrio. “A veces hay muchos autobuses delante del local de la Misión, parece que hacen bastantes excursiones juntos”, dice un vecino. Esas cosas; y, de vez en cuando, aquel rumor de cánticos. Según los datos del ayuntamiento, a diciembre del 2016 se contabilizaban 50 centros de culto en el distrito de Sant Andreu, al que pertenecen este puñado de calles. De esos 50, 34 están clasificados como cristianos evangélicos y 11 como cristianos católicos; a una u otra categoría pertenecen los centros de la milla de oro.

La norma sobre centros de culto de la Generalitat no establece distancias mínimas entre locales

No es ajena al fenómeno migratorio la proliferación de cultos cristianos en la ciudad. Las iglesias cristianas hacen furor entre la población latinoamericana, y Latinoamérica también está aquí. Un colombiano, Diego, decía el otro día que “llevaba tres años esperando este momento”, en referencia a la llegada de Avivamiento a la ciudad. Mientras tanto ha seguido los sermones de los pastores Rodríguez por internet. El cambio no es sustancial: los fieles acuden al local de Ciutat d'Elx a ver prédicas retransmitidas en directo. En compañía, eso sí, y en su propio centro de culto.