alquiler en Gràcia

Una jubilada canta en el balcón para no perder su piso de alquiler en Gràcia

Fina suma 43 años de alquiler en una mini vivienda de la que la nueva propiedad quiere echarla aduciendo que no vive allí

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Patricia Castán / Barcelona

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Lo suyo sería cantar el 'No nos moverán', a lo Chanquete. Porque el propósito de Fina Rodríguez es parecido al del marinero televisivo que no quería dejar su barco, y la herramienta es la misma: su voz. Desde hace unos meses a esta jubilada intentan "echarla" de su vivienda de alquiler en Gràcia, donde suma 43 años de historia. Y como respuesta, todas las tardes que puede saca su guitarra y sus cuerdas vocales al balcón de su hogar con dos objetivos, demostrar que vive en el minipiso y difundir su cruzada contra "la violencia de género especulativa que se ejerce contra las mujeres mayores que viven solas", clama.

Porque Fina, que trabajó en atención al público durante 29 en la Administración pública (hasta el 2014), nunca esperó que su jubilación se acompañaría del estrés de temer perder su casa. "Estoy pasando muchas noches en vela, me siento como una delincuente sin haber hecho nada", explica, cansada por la batalla que libra desde octubre, pero decicida a "plantar cara".

Y es que alberga madera de luchadora. "Cuando era joven tocaba canción protesta, entonces por la igualdad; ahora por este nuevo tipo de violencia de género", enfatiza. Toda su vida ha actuado por afición, pero nunca en un escenario como su balcón. Una forma de aferrarse a los 22 metros cuadrados donde ha vivido la mayoría de sus 68 años y sacar su rabia entre acordes.

Cuando Fina se instaló en el 186 de Torrent de l'Olla, hoy cotizada calle de la Vila de Gràcia, no sabía que estaba echando el ancla. Los primeros tiempos fueron duros, gastaba 5.300 de sus 8.000 pesetas de nómina de 1975 para pagar el alquiler. Con el tiempo se hizo funcionaria y asegura que siempre ha cumplido a rajatabla lo que marcó la LAU y las subidas del IPC. En la actualidad abona mensualmente algo menos de 200 euros por el minúsculo espacio que habita.

Piso con 'bicho'

Pero por pequeño que sea, su territorio doméstico es un bien cotizado en el cambiante Gràcia. En la finca hay pisos turísticos, dice, "en el barrio todo ha cambiado en unos años, ni rastro de las tiendas de antes ni de muchos vecinos". En ese entorno, bien podría decirse que el pisito de esta jubilada era un inmueble con 'bicho', como se dice en el argot inmobiliario cuando se especula con una vivienda ya arrendada.

La mujer sitúa el inicio del conflicto a finales del 2015, cuando comunicó unos desprendimientos de fachada que motivaron inversiones en la finca por parte de los diversos propietarios. Poco tiempo después, a través de su administrador la informaron de que la dueña quería vender y se lo ofertaba por 92.000 euros, relata Maite Pons, su abogada, una cifra disparada para sus ingresos y sus características. Todo fue verbal.

Pero tras este susto y pese a exigir notificaciones por burofax, estas llegaron al buzón "con alevosía", dice la letrada, que ve un claro caso de "especulación contra mujeres mayores que no suelen tener recursos para litigar". Le avisaban de la inminente venta del piso en pleno periodo vacacional del 2016, cuando pasaba unas semanas con su hermana en otro municipio. Cuando llegó en septiembre el burofax no hubo tiempo de reacción porque se dio por válida la fecha de la notificación por correo, afirman.

En octubre del 2006 una nueva propietaria (abogada) adquirió el inmueble por 30.000 euros, suma que Fina habría estado dispuesta a asumir. La mujer echó mano de sus ahorros para poner una demanda que reclamaba su derecho a "tanteo y retracto". Le llegó una contrademanda de la nueva titular aduciendo que no era su vivienda habitual, con el fin de echarla. "Estoy jubilada, soy libre y estoy estudiando la carrera de Historia", relata, por lo que no siempre estaba en casa. Desde ese momento, Fina intenta tener siempre testigos de sus idas y venidas. Y canta desde su tribuna para hacerse notar y reivindicar la causa, sin que la otra parte haya querido dar su versión.  

Ahora pasa unos días de vacaciones en Lleida -"parecía que vivía en arresto domiciliario", dice- y aguarda la cita con la justicia para enero del 2018 si antes no hay un acuerdo. Su guitarra aún tiene cuerfda para rato...