víctimas de la especulación

"Es probable que sea la última vez que fotografíes un videoclub"

MARIA GIRONA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Barcelona. Barrio de Ciutat Vella. Calle Rec Comtal. La persiana cerrada de un local comercial, como tantos otros después de comer. Pero esta persiana no se abrirá más, de momento. Es la última tarde del videoclub Cíclic. Su última tarde, como tal, porque este miércoles está previsto que se lleve a cabo el desahucio de su actual inquilino.

La pequeña puerta de entrada al inmueble se abre. Es David Cabrera, el dueño del negocio. “¿Quién sabe? Es probable que sea la última vez que fotografíes un videoclub”, bromea al fotógrafo del diario.

Huele a cerrado. La antesala del local ya está vacía. En las paredes, cuadros que encierran carteles de películas independientes. En las estanterías, las marcas de los libros especializados en arte que malvendieron antes de cerrar. Al fondo, la colección de 15.000 películas que esperan impasibles un mejor destino que el embargo por impago.

El videoclub llevaba en funcionamiento desde el año 2005. Los entonces tres socios, de los cuales ahora solo queda uno, intentaron sacar adelante un proyecto de vídeo-galería pero decidieron finalmente establecer un videoclub al ver que era poco probable que fuese rentable económicamente.

TODO POR UN SUEÑO

A todo esto, en el año 2005 ya se veía venir que el auge de las videotecas había terminado para siempre. Pero se trataba de un sueño del propietario al cual no quería renunciar. Todavía hoy le brillan los ojos cuando habla de aquella idea embrionaria que entonces no se desarrolló.

Durante estos años, el negocio funcionó a trancas y a barrancas. El mismo Cabrera confiesa que se ha tenido que dedicar a otras cosas paralelamente para poder salir hacia adelante. Cíclic empezó siendo una idea de proyecto social y cultural que ahora quiere materializar en forma de cooperativa.

El antiguo propietario del local intentó que se fueran por varios medios y consiguió vender el inmueble. El nuevo dueño subió a más del doble el precio del alquiler. Ahora, Cabrera no puede hacerse cargo de este pago. “Llevamos sin pagarlo desde octubre del año pasado”, relata. La demanda de impago la recibió a finales de diciembre Desde entonces, asegura que todo han sido problemas.

David Cabrera ha tenido que soportar, durante los últimos meses, las visitas de los inversores que planeaban ubicar en el inmueble, desde un bar de tapas, hasta un local de copas o, incluso un burdel. “Cualquier cosa que no fuese mi videoclub. (...) He tenido que echar físicamente a más de 15 inversores enviados por el propietario. Hasta que llegó el nuevo dueño, que pensaba que quería apostar por mi negocio. Pero, en vez de eso, endureció las condiciones. He aguantado mucha hipocresía”, relata.

COOPERATIVA DE TRABAJO

Ha constituido ya una cooperativa de trabajo con el objetivo de transformarse en un microcine de barrio especializado en cine independiente y de autor y documentales. Pasar de ser el videoclub Cíclic a la Sala Cíclica. Planea, entre otras cosas, empezar una programación de ciclos temáticos y debates avalada por un plan de viabilidad en el que ha colaborado Barcelona Activa.

Se ha inspirado en el Numax de Santiago de Compostela, una vieja sala de cine en el centro de la ciudad, cuyos trabajadores se establecieron como cooperativa y lograron salvar del cierre y transformar en cine, librería y laboratorio audiovisual.

Para conseguir su plan, David necesita un local y ni él ni los vecinos quieren que se vaya de allí. Por eso, entre todos, han convocado a primera hora de este miércoles una movilización en contra del desahucio, cuando creen que este está programado. Cabrera espera que acuda mucha gente, sus expectativas son muy positivas. Explica que se trata de un caso excepcional.

De entrada, la mayoría de desahucios de locales comerciales a pie de calle no consiguen despertar la expectación que despierta el ver una familia entera sin casa. No es la misma estampa. Aquí nadie se queda en la calle, porque se trata de un negocio que se extingue, no de una vivienda particular.

DESALOJO PECULIAR

Según David, el abogado del distrito que le asesoró le dijo que ni siquiera hay demasiada legislación en este sentido porque se trata de una situación poco común. “Es habitual, en estos casos, que la gente coja el dinero de la oferta y corra para desvincularse del local”, asegura Cabrera. Aquí no ha sido así. Ellos tienen un proyecto innovador que necesita desarrollarse en algún lugar y que, además, está pensado a medida para el barrio.

A pesar de eso, el desalojo del Cíclic es peculiar. Ha conseguido movilizar a muchos vecinos del barrio que quieren que la nueva cooperativa que Cabrera trama se ubique en su calle, allí donde nació. Apoyan esta iniciativa porque no les atrae la idea de que un nuevo establecimiento para turistas ocupe ese lugar.

¿Y Colau? ¿No os ayuda Colau? “Yo era fan de la lucha de Colau mucho antes de que existiera Barcelona En Comú. Muchas de sus políticas me parecen de las mejores que ha habido en mucho tiempo en Barcelona. Ella conoce el videoclub. Podía haber hablado con ella personalmente pero no quise. He querido respetar todos los pasos”, asegura David.

MICROMECENAZGO

Ahora, la cooperativa ha activado un ‘crowdfunding’ para que quienes quieran puedan micro financiar la iniciativa a través de donaciones que, posteriormente, podrán canjear por compras o entradas para los ciclos.

“Todo este proceso ha sido para mí como un máster vivencial no académico sobre cómo funcionan muchas instituciones dedicadas a la economía social y solidaria”, se queja. “No me imaginaba que fuese tan complicado sacar para adelante una iniciativa que pretende enriquecer la cultura de un barrio”, afirma sorprendido.