BARCELONEANDO

"Deme una sotana para hacer exorcismos"

Hay tanta ropa con la que disfrazarse que a Mortadelo le entraría un colapso nervioso. Esto es Época: una nave inmensa en Poblenou de donde sale vestuario para cine, tele y teatro

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ANA SÁNCHEZ / BARCELONA

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Atraviesas la puerta y te topas con un par de armaduras medievales, de esas que cobran vida en las pelis de miedo. Así que empiezas a caminar por inercia a cámara lenta, mirando en todas direcciones, como si estuvieras en una secuela de ‘Scream’. Das un paso, y aparece una hilera de vestidos pomposos del XVIII, a lo María Antonieta. Otro paso, y tienes pantalones de payés de todas las tallas. En segundos pasas de fracs geishas, de chaquetas de piloto a camisas hawaianas o barrigas acolchadas de pega. Claro que sí, guapi. Hay cajas llenas de cascos con cuernos, cofias, gafas tipo Neo, el de ‘Matrix’, tocados chinos, bombines, correajes de la policía montada. Hay percheros y percheros y percheros más allá de donde alcanza la vista. Hay tanta ropa con la que disfrazarse que a Mortadelo le entraría un colapso nervioso. 800 metros cuadrados de laberintos con perchas.

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Aún debe de quedar alguna de las batitas de colegio de los niños fantasmagóricos de ‘El orfanato’, dice Braulio. De aquí salió parte del vestuario del ‘thriller’ de J. A. Bayona. Y el de ‘Pa negre’. Y los trajes de todas las galas de ‘Tu cara me suena’ (Antena 3), ahora las de ‘Tu cara no me suena todavía’. Esto es Época: una nave inmensa del Poblenou (Almogàvers, 145) donde todo actor ha entrado alguna vez a que le tomen medidas. Llevan 23 años alquilando y confeccionando vestuario escénico: para cine, tele, teatro, ópera, publicidad. Así que técnicamente aquí es donde acaban buena parte de los trapos sucios de los actores.  

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“¿Te acuerdas de ‘La parodia nacional’?” –Braulio ejerce de guía entre los percheros-. “Este vestido lo hicimos para Vanessa Puñales”.  Braulio Amador, uno de los dueños, habla como si tuviera pulsado el botón de velocidad rápida. Si le dices que te entran ganas de perderte por su nave, te replicará sonriendo: “Perderte, no, que tengo mucho trabajo”.

DESDE 1994

Braulio te dirá qué sotana se necesita para hacer un exorcismo con más rapidez que el padre Karras. “Tengo 62 años –se encoge de hombros-. Aprendes a base de moverte en esto”. “Allí –señala un perchero colgado a 5 metros- hay clero, monjas, curas, cardenales”, dice con tono rutinario. Sabe dónde está cada prenda con la precisión de quien encuentra a Wally. “Si no, sería imposible”. Aquí, metros y metros de uniformes de todo tipo: porteros de hotel, camareros de barco... Allí, el cartelito de “leather”: todo cuero. Allá, una burra separada con ropa de los 90 para una película. “Desgraciadamente no se hace mucho cine”, se lamenta.

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Hace 23 años que Braulio montó Época con Ester Oliveras. “Montamos un local  que era como la mitad de esto –señala su despacho-. Y se nos quemó a los tres meses. Se quemó, pero dijimos: ‘Vamos a seguir, vamos a seguir, vamos a seguir”. Y fueron agrandando, agrandando, agrandando. Este es su cuarto local. "Ha bajado mucho la publicidad", apunta este estilista de época. “En Barcelona no se hace tanta cosa como se hacía antes”.

FIESTAS TEMÁTICAS

¿Dónde va a parar toda esta ropa de alquiler? “A películas, publicidad, algún tipo de evento y fiestas temáticas”, responde Braulio. “Cuando salió la película de ‘El gran Gatsby’, la de DiCaprio -añade-, a la gente le dio por hacer fiestas de los años 20”. Otro ‘hit’: las fiestas hippies y de los 70. “Lo de ir con el pantalón campana a la gente le encanta”, asegura Braulio. Por cierto –apunte para los que son tela de eruditos-, "la gente confunde los 60 con el pantalón campana. Y es más de los 70".

Arriba está el taller, donde se confeccionan a medida cada semana los trajes de las galas de ‘Tu cara no me suena todavía’. “Normalmente se empieza el lunes y el jueves por la mañana se entregan, se prueban, y el viernes por la mañana se retocan –Braulio resopla-. No tienes tiempo material”. Hoy también están preparando el vestuario de una ópera para el Teatro de la Zarzuela y de un ballet para Víctor Ullate. “Es muy complicado  encontrar a veces material –explica-. Barcelona está fatal. En Madrid hay muchas más tiendas de tejidos”.

Suena el teléfono. Braulio ya no se sorprende. Le piden sacerdotes para hacer exorcismos, un par de toreros, ¿un disfraz de reloj? “¡Tela marinera!”, se te escapará sin querer. Que no te oiga, que te saca unos uniformes de salvamento marítimo.