BARCELONEANDO

Niños: dejad de joder con la pelota

Muchas plazas de Barcelona blanden un cartel que prohibe a la chavalada jugar a fútbol en unos tiempos en los que la sociedad lucha por recuperar la calle

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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En capítulos anteriores del Barceloneando ya les contamos que esta ciudad no está hecha para niños. Hoy hablaremos del juego de la pelota, y sí, lo fácil, para empezar, es mentar a Serrat y su canción dedicada a “esos locos bajitos”. “Nos empeñamos en dirigir sus vidas”, canta el genio. Tanto, que a veces se tiende a controlar desde la prohibición. Y claro, cuánto más se reprime, mayor es la tentación. Como el cartel que en muchas plazas, calles y pasajes no permite que jueguen a fútbol. Algunos de esos letreros, por si el chaval todavía no sabe leer, se acompañan de un muñeco chiquitín tachado, con un balón.

Todo parte de la necesidad de mantener un cierto orden, de la voluntad de que la convivencia pase por delante del libre albedrío. Por eso la ordenanza municipal aprobada a este respecto en el 2005 apela, en el artículo que hace referencia al fútbol callejero y a los monopatines, al “principio general de respeto hacia los demás”. Pero eso no debe haber bastado, pues son numerosas las plazas, sí, las plazas, el símbolo del juego en la calle (lo que ahora viene llamándose vía pública), las que blanden el cartel de marras. La misma normativa prohíbe el juego en el espacio compartido cuando se “perturban los legítimos derechos de los vecinos y vecinas”. A nadie le gusta un pelotazo, a ningún comerciante le apetece un cristal roto. Faltaría más.

¿ANTES TODO ERA MEJOR?

El oportunista opositor político diría que es un insulto echar a los niños y sus pelotas de las calles cuando estamos llenando la ciudad de terrazas. Pero no es eso. O no solo eso. Lo que percibe la chavalada contradice lo que persiguen sus educadores padres, esto es, que se dejen de maquinitas y hagan como ellos cuando eran chicos. En este punto entra la historia de cada uno, ese Poblenou en el que chutabas contra la pared de las fábricas, ese barrio de Horta en el que bajabas en monopatín por una calle semiasfaltada. Ese barrio chino con un partido en cada esquina. Porque antes, como se suele decir, todo era mejor y todo eran campos. Como dentro de 40 años, el 2017 también parecerá el edén. Y no siempre es así.

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La Escola de la Concepció está en el pasaje de Pla, en el corazón del Eixample. Lo primero que ven los alumnos al salir del centro es el letrero que les prohíbe jugar a pelota. "Pues venga, a casa a jugar a la 'play'", deben pensar. En la plaza del Consell de la Vila, junto a la desierta sede del distrito de Sarrià-Sant Gervasi (en esta ciudad faltan pisos y quizás sobren fincas públicas) tampoco se puede dar patadas al balón. Aún así, muchas tardes se montan unas ‘pachangas’ de miedo. En la plaza de Sant Pere, en Ciutat Vella, el cartel aparece asido a la parroquia. El mensaje, en este caso, debe venir muy de muy arriba. Cualquier pone en duda la palabra del Señor. También hay un letrero en la plaza de Jean Genet. Y otro en la Barceloneta, en la de Pompeu Gener. O en Can Saladrigas, en el Poblenou. Seguro que hay señales similares en muchos otros rincones de la ciudad

VETADO, PERO SIN MULTAS

Cuentan desde el ayuntamiento que el año pasado se impusieron un total de ocho denuncias por "practicar ejercicio físico o jugar a la pelota fuera de los espacios o recintos destinados a esta finalidad". En lo que llevamos de 2017 ha caído una multa más. La cuantía, según fuentes municipales, entre 0,1 y 750 euros. Pero ojo, todas las sanciones se pusieron en parques y zonas verdes. Ni una sola en plazas y calles de la ciudad. La misma voz señala que estos letreros los suele colocar (si no es un particular) el distrito correspondiente a instancia de los vecinos después de que haya sucedido algún incidente. Por esa regla de tres, si un grupo de ciudadanos se organiza contra los coches por un atropello en General Mitre, ¿se prohibirá la circulación? Si a una calle le molestan los perros porque uno ha mordido a una señora, ¿se vetará la entrada a las mascotas caninas?

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En el 2014 hubo problemas en algunas plazas de Gràcia, sobre todo en la de la Vila y la del Diamant. Las personas mayores no se atrevían a cruzar por miedo a ser bombardeados a balonazos. Saltó por los aires algún cristal, y los comensales de las terrazas sufrían por su infusión de hierbas surafricanas. Un par de tiendas prestaron pelotas de espuma a los peques para que no usaran la de cuero. Porque esa es otra, ¿alguien cree que Ronald Koeman o Roberto Carlos se van a poner a tirar faltas en Sanllehy o en la rambla del Poblenou? Los que juegan a pelota suelen ser pequeños, muchos, además, junto a sus padres. 

En resumen, la cosa presenta dos frentes. El primero, como diría Joan Manuel Serrat, niños: dejad de joder con la pelota. Y el segundo, carteles: dejad de joder a los niños.