EN HONOR A UNA ACTIVISTA SOCIAL

El alma del azufaifo

El ayuntamiento rendirá homenaje el sábado a la escritora Isabel Núñez con una placa en su simbólico árbol de Sant Gervasi

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CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Antes de su temprana muerte, la escritora Isabel Núñez (Figueras, 1957-Barcelona, 2012) ganó la batalla por salvar un azufaifo de Sant Gervasi, que se alza delante del número 7 de la calle Arimon y al que ella dedicó el libro 'La plaza del azufaifo' (Melusina). Este árbol con pequeñas flores amarillas, frutos rojizos y ramas onduladas simbolizó entre el 2007 y el 2011 la resistencia de un grupo de vecinos liderados por la cronista, y también traductora, contra una inmobiliaria contratada por el ayuntamiento que quería talar este ejemplar bicentenario para levantar un edificio municipal. Su lucha era un grito contra la construcción desaforada que invade la ciudad que tan bien retrató Núñez en su texto 'Mis postales de Barcelona' (Triangle).

Este azufaifo será el primer árbol en tener un distintivo con un nombre: el de su salvadora. El próximo 4 de febrero, la alcaldesa Ada Colau invita a los ciudadanos a la inauguración de la placa en recuerdo y homenaje a Núñez, por su activismo social y por su lucha en defensa de un jinjolero.

Colau tiene previsto asistir a este acto en el que participarán Guillermo Aguirre, antropólogo e hijo de Isabel, el escritor David Cirici y el cineasta José Luis Guerin, para quien la escritora era "valiente, sensible, ecléctica, inteligente, bella e inconformista". También intervendrá Itziar González, exconcejala de Ciutat Vella, que define a Núñez como una ciudadana que dio voz a un árbol. "Con sus crónicas [en referencia a sus blogs, entre ellos Crucigramas] consiguió hacer un pulso a todo el gobierno municipal. Su obsesión eran las raíces, lo que no se ve, y en cambio es lo más importante", considera González.

ALEGORÍA DE LA LUCHA VECINAL

Aguirre acaba de llegar de Copenhague, donde estudia un máster de Tecnoantropología, para hablar sobre su madre este sábado, a las 11 de la mañana. "Ella no está enterrada en ningún lado. Este árbol, para mí, es su lugar de descanso y la alegoría de lo que tendría que ser una ciudad. Es un reconocimiento a la fuerza de la lucha vecinal. Este árbol sí que importa", afirma su hijo. 

Cirici recuerda que en Francia un árbol simboliza la libertad. "Aquí nunca los hemos respetado ni valorado. Solo hay que recordar lo que relata Josep Pla en 'Els pagesos', donde los árboles son una molestia. Nuñez y yo pertenecíamos, como muchos intelectuales de nuestra generación, a la extrema izquierda. Queríamos cambiar el mundo de manera radical. Luchábamos por la revolución. Isabel, al menos, consiguió salvar un árbol. Los demás, nada".

Para él, hay grandeza en la entrega de Núñez a un azufaifo y en su contienda contra una inmobiliaria, y calidad en su obra escrita. "Logró que la construcción se paralizara y que el ayuntamiento tuviera que negociar con la constructora para que respetara la vida de un árbol", señala el autor de 'I el món gira', que cada día pasa por la calle Arimon para llevar a sus hijos a la escuela. "Y siempre veo a Isabel".