MALESTAR VECINAL EN SANT MARTÍ

Resquemor en el Poblenou por una decisión unilateral del ayuntamiento

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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No ha sido hasta un año después de su anuncio, en diciembre del 2015. El 29 de diciembre del 2016, el Ayuntamiento de Barcelona hizo efectiva, al fin, la compra del edificio de la antigua parroquia de Sant Bernat Calbó, en el Poblenou. Noticia celebrada por todos en el barrio, ya que es fruto de una intensa reivindicación vecinal. Lo que no ha sentado tan bien, principalmente a los miembros de la plataforma Salvem La Repla -creada para evitar la anunciada construcción en el lugar de un monasterio- es que el futuro del espacio está decidido: servirá para ampliar las instalaciones de la escuela la Mar Bella, en la misma plaza. Decisión a la que nadie se opone, el barrio necesita plazas escolares. El mal sabor de boca de los vecinos que llevaban años luchando por ese espacio es la manera cómo se ha tomado esa decisión. De forma unilateral, sin contar con la participación de los vecinos. "Han sido hechos consumados. Justo antes de fiestas nos informaron a la vez de la inminente compra, ya una realidad, y de su futuro uso escolar, negándose a abrir un proceso participativo", apunta Ramon Almoguera, portavoz de la plataforma.

A ojos de Salvador Clarós, presidente de la asociación de vecinos, pese a que "hubiera sido deseable hacer un proceso de consulta", la adquisición del solar de la vieja iglesia -aún en pie- era una oportunidad que no se podía desaprovechar. "Crear plazas escolares en el barrio es una prioridad para la asociación de vecinos por encima de cualquier otra", zanja Clarós, quien apunta, eso sí, que las obras -cuya ejecución preocupa al ampa de la escuela-, tienen que servir para mejorar los ahora dejados entornos del edificio, tal y como reclaman desde la plataforma, quienes dudan de que eso suceda.

El presidente de la asociación de vecinos habla también de la posibilidad, ahora, de debatir los usos de algunos equipamientos de la escuela fuera del horario lectivo, algo que enoja al ampa del centro, que ve que esa obligación de compartir espacios condicionará las obras del nuevo colegio, que ha tenido que asumir una línea más y teme que la necesidad de diseñar un centro multiusos perjudique las necesidades de la escuela.