El motorista agredido por dos urbanos asegura que le retiraron multas por no denunciar

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Marc, de 18 años, conducía en moto con unos amigos por la carretera de la Arrabassada el pasado 15 de agosto. Su vehículo tenía neumáticos que no están homologados para circular fuera de un circuito. Se topó con un control de la Guardia Urbana de Barcelona y se “asustó”. En lugar de detenerse, esquivó al agente que le dio el alto. Según recoge una cámara de la gasolinera junto a la que se había montado el control, el policía reaccionó lanzándole una patada que no llegó a alcanzarlo.

Un segundo agente salió disparado para detener al infractor. Lo logró al cabo de pocos metros. Ambos se desviaron de la carretera y llegaron juntos hasta el parking de una perrera municipal ubicada en el bosque de Collserola. Al cabo de unos minutos, mientras el primer policía ya estaba multando a Marc, llegó el urbano al que había negado la orden de detenerse. Hasta aquí, las dos versiones de las dos partes que este viernes han declarado en sede judicial, coinciden.

LA VERSIÓN DE LOS POLICÍAS

Los agentes relatan que uno de ellos golpeó la motocicleta de Marc, que vehículo y conductor cayeron al suelo y que el policía le levantó el puño al joven de forma amenazante. Explican que Marc huyó a pie de aquel encuentro y que ellos terminaron de poner las multas, llamaron a la grúa y se marcharon del lugar. Admiten que “perdió los nervios” porque sintió que el motorista había estado a punto de atropellarlo.

LA VERSIÓN DE MARC

Marc explica una versión distinta. Cuando llegó el segundo policía, lo tiró al suelo, le levantó el puño y le gritó: “has estado a punto de matarme”. Tras zarandearlo desde el suelo, durante unos instantes en los que él se limitó a pedirle que “no lo golpeara en la cabeza”, perdió las gafas. El agente lo levantó y lo empotró contra unos contenedores. Le dijo entonces: “te voy a matar, hijo de puta”. Por eso huyó despavorido y se escondió en unos matorrales.

Marc asegura que estuvo escondido unos 15 minutos. Cuando las motocicletas se marcharon, salió a la carretera y vio que se acercaban nuevamente los dos policías. Por eso se lanzó campo a través para esconderse nuevamente entre la vegetación. “Me tapé la nariz para que no escucharan mi respiración”. Cuando se marcharon, bajó hasta Montbau caminando. Allí le atendieron unos vecinos y le dejaron llamar a sus padres -su teléfono se había roto durante la agresión-.

Ya junto a ellos, regresó al punto del incidente, encontraron las gafas y un retrovisor de la moto en el contenedor y se desplazaron hasta la comisaría de la Guardia Urbana en Horta-Guinardó. Les atendió un cabo y uno de los dos agentes implicados, el que contempló la agresión y no actuó para evitarla.

COACCIÓN POLICIAL

Marc y sus padres han asegurado que los policías les avisaron de que el relato del joven no solo era falso, también revestía tanta gravedad que si persistían en denunciarlo, tendrían que “iniciar acciones penales” que acarrearían “penas de cárcel”. Los tres terminaron aceptando lo que los policías les ofrecieron a cambio. Marc tenía 1.900 euros en ocho multas, entre estas, circular sin retrovisor. Si se olvidaban del incidente, lo dejarían en cuatro y unos 600 euros. Se marcharon sin denunciar.

INVESTIGACIÓN INTERNA

“Supongo que no imaginaban que había un vídeo”, explica su padre. El parking de la perrera municipal estaba enfocado por una de las cámaras de seguridad. Llegó a la Unidad Deontológica de Asuntos Internos (UDAI). El cuerpo municipal investigó los hechos, resolvió apartar a los dos policías porque la grabación confirmaba la agresión y trasladó el expediente a un juez, que ha imputado a los policías por un delito contra la integridad moral del joven. Uno por golpearlo y el otro por no impedirlo. La UDAI "nos ha tratado muy bien", les agradece el padre de Marc. Lo dice porque es cierto que su hijo "cometió una infracción" pero no se explica la reacción que tuvieron los dos agentes, que asustó tanto al joven que sigue bajo tratamiento médico