Uno de los urbanos expedientados de Barcelona pateó, zarandeó y agarró del pelo al motorista

J. G. ALBALAT / G. SÀNCHEZ / BARCELONA

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El 15 de agosto dos agentes de la Guardia Urbana de Barcelona montaron un punto de control de tráfico en el kilómetro 5 de la carretera de la Arrabassada, frente a la gasolinera Oil Prix. A las 17.35 horas hubo un motorista que ignoró el alto que le dio uno de los dos policías. Según registraron las cámaras de seguridad de esta gasolinera, el agente lanzó una patada contra el motorista que no llegó a impactar contra este. 

El incidente provocó que su compañero, conduciendo una motocicleta, saliera en su búsqueda. Lo alcanzó medio kilómetro después, junto al camino que conduce a la perrera municipal. Ambos motoristas, policía e infractor, se dirigieron por este sendero de tierra hasta el párking de la instalación, a unos 200 metros de la carretera.

SECUENCIA REGISTRADA

La perrera dispone de una sistema de seguridad con más de diez cámaras para vigilar las jaulas donde están los canes. Pero además existen dos que enfocan la entrada de la instalación y el pequeño párking a partir del cual comienza la rampa a su entrada principal. Justo ahí, el policía y el motorista aparcaron los vehículos. 

Según fuentes consultadas por este diario, que han visto las imágenes grabadas por esta cámara, la secuencia deja poco margen de duda. El motorista es un joven de 18 años que se muestra nervioso al tomar consciencia de la infracción que acaba de cometer saltándose el control policial. Se mueve inquieto y termina sentándose sobre su casco. El agente, por su parte, se limita a tomarle los datos para proceder a multarlo.

Transcurridos unos minutos, el joven se levanta del casco y se apoya contra su motocicleta. Entonces llega el policía que le había dado la orden incumplida de detenerse. Aparca su motocicleta y le propina una patada al joven que hace que tanto él como su vehículo caigan al suelo. El agente se abalanza sobre el joven, una vez tumbado, y lo zarandea amenazándolo con el puño. Aquí le repite que ha estado "a punto de matarlo" al ignorar su orden de detención. Después lo agarra por el pelo y lo empuja contra unos contenedores. El chico aprovecha este instante para escapar. El agente sube a su motocicleta y desaparece siguiendo su estela. Durante toda la secuencia, el compañero no interviene en ningún momento.

LA PERRERA AVISA AL AYUNTAMIENTO

Trabajadores de la perrera municipal informaron al Ayuntamiento de Barcelona del incidente que habían registrado sus cámaras. La Unidad Deontológica de Asuntos Internos (UDAI) comprobó las imágenes y citó al joven para tomarle declaración y ofrecerle la ayuda oportuna. Abrió un expediente disciplinario a los dos agentes, los apartó del cuerpo y trasladó el informe al juzgado de guardia porque consideraba que existían indicios de un delito penal.

Concretamente se relacionaban los hechos con el capítulo VII del Código Penal sobre torturas y otros delitos contra la integridad moral. El artículo 173 considera que un policía puede cometer una tortura si "abusa de su cargo" para "castigar" a una persona por "cualquier hecho que haya cometido".

El magistrado, tras observar el expediente de la UDAI, que incluía las imágenes de la gasolinera y de la perrera, ha imputado a los dos agentes por un delito contra la integridad moral y los ha citado a ambos a declarar el próximo 23 de septiembre a las doce del mediodía.