Los siete paraísos perdidos del paseante en Barcelona

Algunas de las vías peatonales con más encanto de la capital catalana guardan historias poco conocidas

Calles con encanto

Calles con encanto / periodico

BEATRIZ PÉREZ / BARCELONA

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Las calles de una urbe como Barcelona guardan millones de historias que han servido de inspiración a muchos artistas y que, además, han sido testigos de la evolución de una ciudad y país enteros. Por unas u otras, dependiendo del barrio al que perteneciesen, han discurrido siempre las andanzas de las diferentes clases sociales de Barcelona.

Vías diariamente recorridas por artistas como Montserrat Caballé o Pablo Picasso, completamente desconocidos en su momento, pero que alcanzarían una fama internacional con el paso del tiempo. Vías repletas de burdeles y tabernas, que servirían de inspiración a artistas de la talla de Jean Genet. Vías sin nombre y no recogidas ni en guías ni en planos. O vías que parecen ser un punto y aparte, una especie de vuelta al pasado rural o industrial en medio del gran bullicio de la metrópolis.

Este artículo recoge siete calles peatonales con encanto de siete barrios diferentes de la ciudad. Son, en su mayoría (exceptuando la calle de Petritxol), calles desconocidas para el turista (a no ser que alguno, perdido, se meta por alguna de ellas), pero muy apreciadas por el vecindario de la ciudad.

1. CALLE DE PETRITXOL (GÒTIC)

Con sus apenas 129 metros de largo y tres de ancho, la calle de Petritxol, una de las más singulares del barrio Gòtic, es paralela a las Ramblas y une la calle de la Portaferrissa con la plaza del Pi. Su elemento más característico son las mayólicas de sus paredes, es decir, inscripciones de cerámica que explican historias del barrio.

En su corto trazado hay más de 30 establecimientos, pero sobre todo destacan las chocolaterías y, de entre todas ellas, La Pallaresa y la Granja Dulcinea. A esta última acudían Salvador Dalí y Àngel Guimerá, quien vivió en el número 4 de la calle.

En ella se encuentran la Sala Parés, galería de arte donde expusieron Santiago Rusiñol, Ramon Casas y un jovencísimo Pablo Picasso. La soprano Montserrat Caballé también frecuentó la calle, pues trabajó en 1950 en la Casa Comella, una fábrica de pañuelos.

En 1959, Petritxol se convirtió en la primera calle íntegramente peatonal de Barcelona.

2. CALLE DEL ARC DEL TEATRE (RAVAL)

La prostitución, el robo y la miseria del entonces Barrio Chino (ahora Raval) en los años 30 los reflejó como nadie Jean Genet (que vivió en él, donde mendigó, robó y se prostituyó) en su célebre 'Diario de un ladrón'.

La calle del Arc del Teatre, que aparece en la novela, une la plaza de Jean Genet (en homenaje al escritor y donde se encuentra la Escuela Oficial de Idiomas de Drassanes) y las Ramblas. Con estas últimas conecta a través de un arco, de ahí su nombre. En la estrecha y angosta Arc del Teatre proliferaban, en la primera mitad del siglo pasado, no solo viviendas de pésima calidad destinadas a alojar obreros, sino también tabernas, cafés y prostíbulos.

En ella se encontraba la taberna La Mina (cuya singularidad fue recogida en diferentes obras literarias), marcada por la miseria más extrema y cuya clientela se componía de marineros, prostitutas, mendigos alcohólicos y enfermos. Y también el famoso burdel Madame La Petit, que se llegó a convertir en uno de los más lujosos y modernos de Barcelona: tenía bidets, guardarropía y hasta una salita con sesiones pornográficas. A él llegaban prostitutas y chaperos de otros países.

3. PASAJE DEL DIPÒSIT (CAN BARÓ)

Situado en la parte alta de Can Baró, el pasaje del Dipósit (en el distrito de Horta-Guinardó) está formado por una escalera de 248 peldaños con un fuerte desnivel. Esto ha sido motivo de queja en los últimos años y los vecinos piden que se instalen unas escaleras mecánicas. Se trata de un pasaje polémico, pero de una belleza particular debido a sus vistas.

En su parte superior hay un mirador desde el que obtener una buena panorámica de Barcelona y el mar. Mientras se sube a él se puede observar el antiguo depósito circular (que le dio nombre al pasaje), situado a 95 metros de altura y que fue construido en el año 1870 después de la expropiación de terrenos de la finca de Can Baró por la Societat General d’Aigües de Barcelona.

4. LA CALLE SIN NOMBRE DE LAS 11 CASITAS BLANCAS (EIXAMPLE)

Uno de los espacios más sorprendentes, extraños y desconocidos de Barcelona. Se trata de un pequeño pasaje al que se accede al pasar la escalera del número 29 de la calle de Rocafort. Consta de 11 casitas blancas de planta y azotea, construidas en una especie de pasaje interior, sin nombre, y que no aparece en plano o guía algunos. Está formado por dos callejones repletos de plantas dejadas ahí por los vecinos.

Las viviendas son pequeñas (de apenas 35 metros cuadrados) con un patio cubierto en su parte trasera y la escalera de acceso a la azotea. Se construyeron en 1924 y probablemente eran habitáculos para los trabajadores de la Exposición Internacional del año 1929 en Barcelona.

5. CALLE DE GRAU ( SANT ANDREU)

Está situada en pleno corazón del barrio de Sant Andreu, entre las calles de Agustí Milà y Gran de Sant Andreu. Tiene forma de L y sigue un modelo urbanístico muy común en algunos pueblos de la zona del Maresme, pero poco habitual en Barcelona. Viviendas unifamiliares (algunas catalogadas y protegidas como patrimonio histórico) con sus correspondientes huertos y jardines (antiguamente esta calle era conocida como la calle de las huertas) son la estampa de esta vía que representa los últimos vestigios del pueblo de Sant Andreu.

En ella vivió Isidre Grau, quien construyó al jubilarse La Catalunya en petit de Isidre Castells, una especie de museo con reproducciones de monumentos catalanes que se encuentra en los números 56 y 58 de esta calle. Sant Jordi, la Sagrada Família, Montserrat, la Pedrera, del Arc de Triomf, la Moreneta, la fuente de Canaletes o los pueblos de Pals y de Lloret son algunas de las reproducciones.

6. CALLE DE AIGUAFREDA (HORTA)

La de Aiguafreda es una pequeñita vía peatonal compuesta por 32 casas, de las cuales casi todas mantienen frente a ellas un pozo de agua limpia y un lavadero. Desde el siglo XVII y hasta bien entrado el XX, cuando la ciudad no contaba aún con agua abundante y corriente, las trabajadoras que lavaban la ropa de los hospitales y familias pudientes de Barcelona iban a desempeñar sus valores a la calle de Aiguafreda. De ahí que esta calle también fuera conocida como la calle de las lavanderas.

Aiguafreda es la vía que mejor mantiene la esencia del núcleo antiguo del barrio de Horta. A lo largo de ella, las baldosas o adoquines cambian casi frente a cada casa.

7. PASAJE DE LAS MANUFACTURES (SANT PERE)

En el barrio de Sant Pere, situado entre las calles de Trafalgar y Sant Pere Més Alt (las cuales comunican a través de él), se encuentra este peculiar pasaje, una especie de túnel cubierto inundado por una atmósfera de decadencia y olvido. La mayoría de los comercios que había en él ya han cerrado y solo un par continúan abiertos: el bar Pasajes y la administración de lotería número 182.

El pasaje de las Manufacturas, nombre que tomó de su pasado (entonces presente) industrial, abrió en el 1878 gracias al fabricante de tejidos Joan Cirici, tal y como reza una inscripción en su entrada.