HERRAMIENTA PARA MEJORAR LA CONVIVENCIA

El pionero servicio de mediación de El Prat cumple 20 años de resolución de conflictos ciudadanos

Albert Terol, uno de los usuarios del servicio de mediación ciudadana de El Prat.

Albert Terol, uno de los usuarios del servicio de mediación ciudadana de El Prat. / periodico

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / EL PRAT

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Si trasladáramos el universo tarantiniano a El Prat de Llobregat, habría que reservar el papel de señor Lobo a Xavier Jiménez. Alguien que podría presentarse con las ínfulas de Harvey Keitel en ‘Pulp Fiction’ gracias a su habilidad para resolver entuertos, sin embargo, muestra su tacto y su discreción negociadora incluso cuando se trata de exponer su gestión al frente del equipo de mediación ciudadana del ayuntamiento. No hace falta hacer ostentación cuando los datos hablan por sí mismos y dejan a las claras 20 años de exitosa trayectoria de este servicio de resolución de conflictos. Dos décadas que distinguen a esta localidad como la primera en Catalunya en implantar esta herramienta para la mejora de la convivencia entre sus vecinos, como reconoce el 'Libro blanco de la mediación' del Departament de Justícia, y que la consolidan como referencia inexcusable para municipios de toda España.

La mediación se presta de manera gratuita, aportando un espacio en el que el diálogo y el asesoramiento tratan de “aportar perspectiva” a las partes enfrentadas, garantizando una gestión imparcial confidencial, según destaca el concejal de Cultura y Ciudadanía, David Vicioso. Una carta de presentación valorada por los vecinos, como lo demuestran los 330 casos abordados el año pasado, de los que se beneficiaron 600 personas. La cifra representa un incremento de casi el 27% respecto al año precedente. Los ciudadanos acuden al consistorio para buscar esa equidistancia que han echado en falta en asuntos de lo más variopinto, con especial incidencia en intervenciones relacionadas con el ruido de los vecinos (28%), confictos en el seno familiar (26%), destrozos y conductas incívicas en el espacio público (25%) y el malestar por los animales domésticos (16%), con incidencias en el entorno escolar como una problemática más residual (5%).

SATISFACCIÓN

Casi tres de cada cuatro asuntos que se dirimen en este servicio concluyen con un grado de resolución “satisfactorio para los ciudadanos”, según Jiménez, quien matiza que eso no implica necesariamente que la disputa se dé por zanjada, pero sí pone de acuerdo a ambas partes al menos en señalar “una mejora de la situación”. El departamento se completa con Olga Felis y Belén de la Cámara, licenciadas en Derecho, con experiencia en el terreno de la educación y en abordar escenarios complejos.

"Con la crisis, es habitual ver situaciones en las que se deteriora la relación en una pareja, que no se soporta pero no se separa por la situación económica, haciendo un pequeño infierno también para sus hijos; es necesario analizar la situación y establecer unas normas de convivencia que garanticen respeto mutuo y las mejores condiciones para los menores”, indica el responsable del servicio. Los tiempos cambian y con ellos los problemas que debe afrontar el equipo, concebido hace dos décadas básicamente para resolver incidencias de los más jóvenes (botellón, daños al mobiliario urbano o imprudencias viarias), así como para mejorar el encaje de las minorías étnicas. Hoy ha ampliado las miras y es un instrumento que “mejora la convivencia ciudadana en general y que debe servir en el futuro para mejorar en la prevención de conflictos”, destaca Vicioso. 

FINAL FELIZ

La mediación es una opción socorrida para las situaciones de reparación comunitaria, en las que alguien comete una infracción de la ordenanza de convivencia generando un daño a terceros que debe enmendarse. La normativa local prevé la posibilidad de sustituir voluntariamente la sanción económica con fórmulas que beneficien a la comunidad, con la intervención del servicio de mediación y la cooperación de entidades locales. Sin embargo, la reparación comunitaria es minoría frente a la mediación ciudadana sin denuncia previa (62%), cimentada en el reconocimiento popular de un servicio “donde la gente se siente escuchada y respetada”, según Jiménez.

“Es habitual que la primera sesión sea un mar de lágrimas de alguien que no lo pasa bien y por fin se siente escuchado”, añade. Inicios duros que en muchos casos se saldan con final feliz. “Hubo un conflicto entre una pareja gay que se quejaba del ruido que generaban dos madres solteras que compartían piso con sus 5 hijos. Se decían de todo y la tensión al llegar aquí era insoportable -explica Jiménez-. Con mucho diálogo llegó la conciliación hasta tal punto que hoy la pareja se ofrece de canguro de los 5 niños cuando las madres lo necesitan”.