Guitarras en el paraninfo

El ciclo Els Vespres d'Hivern acoge recitales en el espacio más emblemático de la Universitat de Barcelona

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OLGA MERINO / BARCELONA

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Siempre que paso por la plaza Universitat, me digo que me habría encantado estudiar allí y no en la Autònoma, en aquellos años ochenteros, de tachuelas y pelos cardados, cuando el tren soltaba en Bellaterra al ganado estudiantil, que debía buscarse la vida para llegar a clase. Hubo un tiempo en que la única forma de hacerlo era cruzando el bosque embarrado, donde millares de camperas apresuradas habían llegado a trazar un sendero conocido como la ruta de Ho Chi Minh.

Me habría encantado, digo, por ahorrarme la excursión, pero sobre todo por la belleza del edificio histórico, inaugurado en 1863 y una de las primeras construcciones fuera de las antiguas murallas de la ciudad, a cargo del arquitecto Elies Rogent, quien fue profesor de Gaudí y Domènech i Montaner. El caserón, además, está repleto de tesoros artísticos al alcance de un clic (www.ub.edu/museuvirtual). 

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La piedra vieja, el jardín, su claustro, el magnolio centenario... Un recinto mágico donde borbotea la savia aunque en sus aulas ya sólo reciban clase los estudiantes de Filología y Matemáticas. En verano, son una gozada las veladas musicales abiertas al público en los jardines, una iniciativa que cumplió 10 años en julio y donde se dieron a conocer bandas que luego volaron alto. Grupos como Manel, Mishima y Las Migas.

POP REVIRADO

Tan consolidada está la cita veraniega que la vicerrectora de Relaciones Institucionales y Cultura, Lourdes Cirlot, ha apostado por introducir este año la versión invernal de los recitales nada menos que en el paraninfo, la joya de la corona, el salón donde tienen lugar los actos más solemnes de la universidad, como las graduaciones y las investiduras de los doctores honoris causa.

Els Vespres d’Hivern están funcionando, claro. ¿De balde? ¿Y en un espacio poco frecuentado? Exitazo seguro. El ciclo experimental acaba el 18 de marzo con la actuación de Ran Ran Ran y ya están agotadas las entradas, qué se le va a hacer. De momento, queda la clásica, los conciertos de música ortodoxa que de vez en cuando acoge el paraninfo: el próximo, el 11 de marzo. También gratis, pero conviene acudir puntual porque el aforo es limitado (unas 500 personas) y las entradas se reparten por rigurosa cola.

El día al que se refieren estas líneas, el viernes 27 de febrero, actuaba Nothing Places, un grupo de música experimental que hace “pop revirado”, como dice con mucha gracia Emilio Saiz, factótum del grupo. Sonaban bien los Nothing Places.

Con todo, la gracia del asunto estriba en el contraste, en las reverberaciones de las guitarras contra los muros solemnes de un marco incomparable -con perdón- de inspiración neomudéjar y poco acostumbrado a los bucles electrónicos.

TUITS DE LA ÉPOCA

Techos altísimos artesonados, vitrales, púlpitos de alabastro y lienzos con escenas históricas: un espacio muy singular. Recorre el perímetro de la sala una franja con varias sentencias en latín, letras azules sobre fondo dorado, que por suerte me traduce Ramon Dilla, doctorando en Historia del Arte. Frases que no debían contener más de 300 caracteres, una especie de tuits de la época. ¿El mejor? Tal vez el que corresponde a la facultad de Filosofía y Letras: “Hominum intellectui non plumae addendae sed potius plumbum et pondera” (a la inteligencia humana no se le han de poner alas, sino pies de plomo).

Escasa presencia femenina entre los próceres que adornan el paraninfo. Aparte de la reina Isabel II y de una Inmaculada Concepción en un lienzo cedido por el Museo del Prado, tan solo figuran por méritos propios Teresa de Jesús, pintada en un medallón, y el nombre de una dama ilustre pero casi desconocida inscrito en un arco ciego: Juliana Morell. Hija de un banquero, a todas luces un judío converso, la humanista leía en 14 idiomas a los 17 años, y en 1608 se le concedió en Aviñón el grado doctoral en dialéctica y ética. Hubieron de pasar muchos siglos para que las aspirantes a Juliana pudieran sentarse en los bancos de igual a igual.