Barcelona, una inmensa barra

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Son los primeros en levantar la persiana. Con ese irresistible aroma de café que, mezclado con el que transpiran las panaderías, despierta al barrio. No importa en qué distrito. Los bares son negocio, punto de encuentro y ajetreo, para algunos inicio de jornada y para otros final. Si la vidilla de una ciudad se mide en número de barras -los negocios con horario más dilatado, colmados aparte-, Barcelona late a dos velocidades también en este ámbito. Saturación en las zonas más céntricas y casi desierto en algunos barrios periféricos. Un informe independiente contabiliza 7.407 bares y restaurantes, y muchas diferencias. 

Desde hace varios lustros, la gran incógnita barcelonesa es saber cuántos comercios de cada tipo tiene la ciudad. El ayuntamiento registra las nuevas licencias del año y los traspasos, pero no las bajas ni el saldo final desde que no recauda el impuesto de actividades económicas (IAE). La última cifra databa del 2005, y se elevaba a 12.600 incluyendo hotelería y en base al IAE. Con otra medotodología (recuento) que hace difícil la comparación, en los tres últimos años el observatorio económico Eixos ha escaneado todos los locales de la ciudad y de otros municipios. En el 2014 elaboró un informe sobre la situación de Barcelona, que revelaba que más del 83% de los locales comerciales estaban en funcionamiento, como avanzó EL PERIÓDICO. Ahora, el consistorio ha adquirido esos datos y los ha incorporado a su estadística pública.

La radiografía que alude a los locales de pública concurrencia se ha convertido en herramienta clave para formular el nuevo plan especial de alojamiento, ya que esponjar es la consigna. Y en ese marco, los datos ilustran con contundencia el reparto de la oferta para beber y comer en Barcelona. Existen también 1.220 cafeterías y teterías (sin comida ni alcohol) no contempladas en el análisis por densidad de población de este diario. El plan de usos que cortó el grifo en Ciutat Vella ha tenido un claro efecto de contagio al Eixample, convertido en epicentro de buena parte de las novedades gastronómicas de Barcelona. 

OFERTA AL TURISTA

En números absolutos, el de Cerdà es el distrito con más oferta de Barcelona: 1.074 bares y 780 restaurantes, al margen de panaderías o charcuterías que ofrecen degustación, con otro tipo de normas y licencias. Le sigue el centro de Barcelona con 1.221, aunque por territorio y densidad, la sensación de saturación es aquí mayor: hay un bar cada 118 habitantes y un restaurante cada 267. Una lógica empresarial que no se mide por la gula de sus vecinos, sino por los millones de turistas que anualmente desfilan por sus calles. El negocio está asegurado.

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Y aunque los extremos siempre son tramposos, la sobreabundancia la lidera el Gòtic -zona con más comercio y servicios que el resto de la ciudad-, con un establecimeinto por cada 45 residentes. La Barceloneta le pisa los talones, aunque se lleva la palma en restaurantes, con 122 (uno por cada 124 residentes), pero más clientes foráneos que locales. En la otra cara de la moneda, Torre Baró tenía un solo negocio de este tipo para sus 2.547 vecinos en el 2014, mientras que Canyelles, Trinitat Nova, Vallbona, Ciutat Meridiana y Can Peguera (Nou Barris) y Baró de Viver (Sant Andreu) también eran casi un desierto gastronómico.

REPARTIDOS FUERA DEL CENTRO

Ampliando la visión a nivel de distritos, Sant Martí es tercero en volumen de barras y mesas, con un millar de negocios, mientras que el resto de distritos rondan la mitad. O una cuarta parte respecto al Eixample. En la cola, Les Corts cuenta solo con 153 bares y 114 restaurantes, especialmente escasos en Pedralbes, la zona con mayor renta de la ciudad, pero cuyo urbanismo trufado de casas unifamiliares no propicia la implantación comercial. Según cálculos de este diario, a cada uno de sus bares le corresponden 2.330 potenciales clientes. 

Al margen de la proporción según la población, los que se desplazan para tomar un trago, un vermut o a cenar en otro barrio, encuentran la meca del paladar -en volumen de oferta- en el Raval si buscan bares (322), y en la derecha del Eixample si quieren un ágape más formal (258), aunque la izquierda del mismo distrito casi empata y es una de las zonas con más novedades de la ciudad. Al margen del recuento, el distrito del Eixample aporta datos reveladores sobre los nuevos negocios del 2015. Se abrieron 98 establecimientos de restauración (11 más que en el 2014), pero otras 318 novedades fueron traspasos. Es decir, locales que se estrellaron o que se extinguieron por jubilación.

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Conocidos empresarios del sector apuntan que la crisis ha ejercido de purga. Ya no basta con ofrecer novedades para tentar al cliente, sino que hay que afinar como nunca en el binomio calidad-precio.Sin olvidar el empujón del turismo, que hace posible la viabilidad de cientos de negocio que se hundirían solo con el caudal de barceloneses, proclives a copear o cenar fuera solo el fin de semana.

Roger Pallarols, director del Gremi del Restauració, agrega que la crisis también ha llevado a muchos jóvenes emprendedores a dar el salto con buenas ideas y calidad en los barrios, donde los alquileres son más asequibles. Destaca que el sector está en continua regeneración y que los bares tradicionales regentados ahora por ciudadanos chinos ya se están estabilizando, tras un lustro de auténtico 'boom'. No duda de que la recesión ha traído más entierros que bautismos en el sector, aunque las novedades cada vez tratan de afinar más la puntería y seguir las tendencias. Tapas, vermuts, comida orgánica, cocina 'non stop', espacios multidisciplinares, cervecerías artesanales y sabores étnicos (para todos los bolsillos y criterios) tiran del carro.