Rostros populares se movilizan contra el recorte de terrazas en Barcelona

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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El ritual diario de Carme Puig Antich agradece un rato distendido en la terraza de la Bodega Joan (Rosselló, 164), de toda la vida, donde hacer el café con ambiente. "Nos encontramos gente del barrio, casi cada día, para 'petar la xerrada'", explica. Pero al descubrir que esa terraza se quedará con solo seis sillas al estar afectada por la norma de distancias a los elementos urbanos que establece la ordenanza municipal pensó que había que hacer algo. Así lo manifestó al Gremi de Restauració, que tenía otras voces con hambre de frente común. De ese modo nació, hace solo unos días, una campaña de apadrinamiento de terrazas por parte de rostros populares. Pretenden defender, ante todo, un "estilo de vida" mediterráneo, cara a los recortes que se han ido ejecutando u ordenando en los últimos meses.

La movilización ha sumado en apenas una semana más de una treintena de apoyos ilustres. Y en los próximos días se incorporarán otros muchos fichajes solidarios con el asunto. La gran mayoría elige su terreno, casi siempre una terraza amenazada de cierre o de recorte de mesas, o bien ubicada en zonas singulares pendientes de regulación donde se intuyen reajustes, o incluso en algún velador que sí cumple con la polémica normativa de distancias, pero que quiere apoyar la causa general. 

En los más de 2.200 negocios afectados por las medidas establecidas desde el pasado enero, obviamente habrá casos flagrantes de molestias o sobreocupación, donde la intervención municipal debe primar la convivencia y el derecho a pasear. Pero el sector se queja de que la regulación es arbitraria y deja fuera de juego a instalaciones arraigadas en el paisaje urbano, que son parte fundamental de un negocio o están integradas en la vida de barrio y no en el circuito turístico, argumenta Roger Pallarols, director general del gremio.

SEÑA DE IDENTIDAD

Evitando la ofensiva de tintes políticos, optan por una defensa blanca de esta seña de identidad barcelonesa. El actor Joan Pera se aferra a su silla en La Principal (Sepúlveda, 186). "Donde mejor me encuentro es en las terrazas, aquí me encontraréis haciendo un café antes de la función. ¡No me encerréis en un local!", clama. Pero este punto de encuentro de actores del Goya y vermuteros de pro, tiene contados los días a la fresca porque la estrechez de la calle supone eliminarla. Han recurrido, aún sin respuesta. También aguarda el hachazo la Bodega Sepúlveda, referente de la cuchara, sobre cuyo velador se cierne la proximidad de una parada de bus. Mientras esperan también una solución administrativa, el director de cine Ventura Pons, adepto, se pregunta "¿Por qué vamos en contra de un comportamiento tan mediterráneo como salir y sentarse en la calle?". 

Afronta también la despedida y cierre la Vermuteria Lou, en Escorial 3, condenada a una sola mesa. La añorará Amparo Moreno: "Las terrazas son vida. Cuando voy al mercado forma parte de mi rutina tomar algo y hacer vida de barrio", esgrime. Y Glòria Serra, madrina de la del Café Salambó, también con orden de retirada, apunta que Barcelona puede disfrutar de las terrazas todo el año, que el pasado y futuro no se entienden sin esas anclas, como la que defiende, "espacio vecinal y de medida humana". Misma coyuntura en El Bandarra, de la calle de Torrijos, donde la aplicación del régimen implica eliminar toda la oferta actual. El humorista Toni Albà sugiere un buen aislamiento de las viviendas de una ciudad tan viva como la capital catalana y apela a que "hacer vida de calle es una tradición histórica". Con el agua al cuello están en la calle de Rec (en estudio tras varios cierres), donde Nacho Vidal recuerda que "los barceloneses también nos sentamos en terrazas".

VIDA DE CALLE

En otros casos la tijera afecta a la mitad de mesas. Como en la cafetería Alonso del Paral·lel, 2, donde Toni Rovira y Joan Estrada defienden el lujo de hacer vida en la calle. El Màgic Andreu abandera esos momentos de sol y charla en otra clásica en el mismo caso, la del Commendatore; y la escritora Pilar Eyre lo hace en el Bar Mandri, donde se inspiró largas horas para su última novela.  

La iniciativa alinea a otros muchos rostros del mundo del espectáculo, como Pep Sala (Ajoblanco), Mercedes Sampietro (La Vermuteria de Sant Andreu), Ricard Reguant (Tio Ché), Martina Klein (La Fermata de Provença), Cristina Dilla y David Selvas (La Cañota), Sergi Belbel (Bar Vall), Juan Carlos Ortega (The Crown Marine), Josep Maria Pou (Zian), Peret Reyes (Caballa Canalla), Teresa Gimpera (Central Café), Moncho (Pirineus); los doctores Bonaventura Clotet (Tickets), Javier Planas (L'Eggs) e Iván Mañero (Bodega 1900); los diseñadores Mariscal (Café del Born), Philip Stanton (La Fermata de Sarrià) y Estrella Salietti (Chéri); los periodistas y escritores Maruja Torres (Bardot), Xavier Grasset (Farga Beethoven), Ruth Jiménez (3 Nusos), Oriol Nolis (On Café); el presidente de PIMEC, Josep Maria González (Bar Santander)...