La reforma del mercado de Santa Caterina abrió el barrio a la ciudad

La arquitecta Benedetta Tagliabue, responsable junto a Enric Miralles de la reforma del espacio, recuerda la transformación urbana que representó para el barrio

EL PERIÓDICO / Barcelona

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El Mercat de Santa Caterina se construyó entre 1844 y 1848 sobre un antiguo convento del que heredó el nombre. La historia comienza con el derribo de este convento ya que los terrenos fueron cedidos al Ayuntamiento para construir un mercado que tiene el honor de ser el mercado cubierto más antiguo de la ciudad.

Bajo la dirección de los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue, el Mercat de Santa Caterina se reformó de forma integral entre 1997 y 2005.

Cuando se cumplen 10 años de la remodelación Tagliabue recuerda: "Este proyecto fue la transformación urbana que he vivido más de cerca. El mercado estaba absolutamente en un interior. Abrimos parte del barrio y al mismo tiempo hicimos que el barrio se abriera a la ciudad y fuera más visible. "

La reforma, pues, fue más allá de la rehabilitación y la conservación del mercado. Su modernización fue una apuesta clara por la rehabilitación de los entornos. La idea era recuperar el color y la vitalidad de las antiguas plazas.

Una cubierta singular que reproduce el color de las frutas y las verduras

El elemento más emblemático del proyecto es una colorida cubierta de mosaico inspirada en los quebradizos gaudinianos, que está hecha con 325.000 teselas y, según remarca Benedetta Tagliabue: "Quiere reproducir los colores de los puestos de fruta y verdura."

La distribución interior también es singular: los pasillos conforman un original espacio irregular que facilita la compra. "Desde una parada ya puedes ir pensando qué comprarás en la de más allá porque no están ubicadas la una seguida de la otra, sino en forma curva para tener una visión más amplia", explica la arquitecta.