Foro Primera Plan@

Balmón reivindica el papel del AMB como pararrayos de la crisis

CARLES COLS / VÍCTOR VARGAS / BARCELONA

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Antonio Balmón, alcalde socialista de Cornellà, aprovechó ayer su presencia como invitado de los desayunos del Foro Primera Plan@ para sacar de la penumbra la gestión injustamente olvidada del Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) y reivindicar la crucial labor que esta administración ha realizado para amortiguar el impacto social de la crisis. El AMB, explicó Balmón, vicepresidente ejecutivo de este organismo, «no ha recortado presupuestariamente ninguna de sus principales actividades, no ha habido recortes ni en transporte público, ni en control de la calidad de las aguas o del aire». Pero, añadió, a esas labores el AMB ha sumado una nueva misión, que gráficamente definió como la de garantizar la «sostenibilidad social». Ahí están, por ejemplo, los 160 millones de euros destinados a políticas sociales, para combatir problemas tan inimaginables antes de la crisis como la pobreza energética.

«El Área Metropolitana de Barcelona es una administración muy desconocida, pero si de repente decidiéramos no hacer nada, se notaría, eso seguro». La conferencia, en cierto modo, tuvo algo de eso, de ucronía, de imaginar Barcelona y los municipios de su entorno sin una administración que coordinara y optimizara sus políticas. El presupuesto del AMB (en volumen, el tercero más cuantioso de Catalunya) habla por sí solo. Son 1.500 millones de euros, de los que solo un 5% se destinan a gastos de personal. El resto son políticas sobre el terreno.

En la cuenta de resultados de la gestión metropolitana figura, por ejemplo, la salud medioambiental del Llobregat, que hace no demasiados años era más una miasma que un río. Lo citó Balmón en su exposición. A eso se dedica el AMB. Pero ayer, el alcalde de Cornellà se entretuvo más en destacar otra de las funciones de la organización supramunicipal, la movilidad, la gestión del transporte público, desde su punto de vista tan importante como lo pueda ser la sanidad o la educación.

Que el precio de los viajes metropolitanos no suba el próximo curso es una medida social, dijo. Vienen años -lamentó- de sueldos bajos, y el transporte no debería penalizar aún más las economías familiares. En esa línea, subrayó la importancia de que, por encima de sus colores políticos, los ayuntamientos metropolitanos hayan sumado fuerzas en el AMB. Los beneficios son mayúsculos. «Una ciudad como Cornellà, por sí sola, no podría permitirse tener metro y tranvía», ilustró.

LA BROMA DE LA L-9

De Balmón siempre puede celebrarse que no suele morderse la lengua. Ayer no fue una excepción. Tras su encendida defensa del transporte público metropolitano como herramienta de cohesión social no tuvo reparos en expresar su opinión sobre la línea L-9 del metro. Le preguntó el director de EL PERIÓDICO, Enric Hernàndez, si esa infraestructura no debería haberse planificado de un modo más modesto, si no ha terminado por convertirse en el equivalente metropolitano del AVE, una obra excesiva. «La L-9 fue primero una broma», ironizó. Criticó que el 'conseller' Felip Puig, con Jordi Pujol como 'president', la presentara como proyecto no mucho antes de unas elecciones autonómicas, casi como si este fuera «un país de nuevos ricos». «Después -reconoció-, el tripartito no tuvo el coraje» de resituar las cosas en su lugar oportuno. «Ahora todos somos prisioneros de esos errores». Y lo peor será, añadió el alcalde de Cornellà, lo que vendrá después, una vez que esté finalizada la L-9- «El problema será la explotación cotidiana de la línea», predijo.

Tampoco se mordió la lengua cuando se le preguntó si, visto que lleva 11 años en el cargo de alcalde y que opta a la reelección, no sería una medida adecuada la limitación de mandatos municipales. «No, sería mejor que se vayan los que tengan limitadas sus capacidades para ser alcalde».

Con todo, el eje de la intervención de Balmón en Primera Plan@ era otro, destacar esa labor silenciosa pero indispensable del AMB, que en tiempos de crisis se ha revelado como un eficaz pararrayos social. «Si alguien no puede acceder al agua, a la sanidad, a la educación o a la movilidad, no hay dignidad», dijo. Que algunas administraciones o administradores de lo público hayan perdido en España «el norte de la ética» es una catástrofe, explicó Balmón, y por eso, por contraste, destacó el buen uso que el AMB hace de sus 1.500 millones de presupuesto anual, y además con un nivel de endeudamiento muy moderado. Dentro del capítulo de políticas sociales destacó que unas 15.000 familias del área metropolitana han percibido ayudas para sortear los efectos de la pobreza energética, directamente para evitar los cortes en el suministro doméstico de los servicios básicos en pleno invierno.

Balmón, en esencia, hizo una defensa del papel que han jugado los municipios cuando las cosas se han torcido, ya sea de forma conjunta a través del AMB o cada cual dentro de las posibilidades de sus respectivos ayuntamientos.

PLANES DE OCUPACIÓN

«En esta crisis nos hemos sentido solos», criticó. En Cornellà, puso como ejemplo, se han impedido unos 400 desahucios porque el ayuntamiento y varias asociaciones (y también algunas entidades financieras, no todas) han arrimado el hombro, no porque la Administración central ni la autonómica hayan colaborado. Y otro tanto ha sucedido con los planes de ocupación, otra política más víctima de los recortes. Los municipios metropolitanos han suplido esa incomparecencia de las administraciones realmente competentes en esta materia y han dado empleo a más de 4.000 personas en planes de ocupación.

Balmón, con el marchamo de dirigir uno de los municipios económicamente más saneados de España, concluyó que todo eso es lo que en realidad está en juego en las próximas elecciones municipales. No otra cosa. La cita con las urnas del 24 de mayo no tendrá nada de plebiscito, advirtió.