INICIATIVA SOCIAL EN NOU BARRIS

Una ciudad con esperanza

Jóvenes del proyecto Cruïna, el viernes a mediodía.

Jóvenes del proyecto Cruïna, el viernes a mediodía.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Ciutat Esperança Villa Desahucio son dos caras de la misma moneda. Los dos nombres, las dos marcas, casi, se refieren a una misma realidad. La de Ciutat Meridiana, barrio que encabeza todos los ránkings negativos de la ciudad -índices de paro, menor renta por cápita, peores servicios-. Las personas que trabajan allí son conscientes de que la lucha tiene que tener dos frentes, por un lado, visualizar la injusticia y la miseria -explicar al mundo la precariedad permanente en la que viven instalados y el drama de la vivienda- para forzar a la Administración a invertir dinero y recursos en la zona. Y, por el otro, reivindicar el (mucho) potencial del barrio, un barrio muy joven, para desterrar el estigma. Para ese segundo cometido nació Ciutat Esperança, proyecto impulsado por el Pla Comunitari de Ciutat Meridiana y la asociación El Parlante, en colaboración con el Centre Cruïlla.

Parten de la idea de que las malas noticias siempre son más fáciles de propagar que las buenas. Por ello han de poner un empeño doble en transmitir las buenas «que son muchas», explica Felipe Reyes, técnico del plan comunitario. En la primera edición del proyecto, que va por la tercera, jóvenes del barrio realizaron tres cortos -que pueden consultarse en la web http://ciutat-esperanca.elparlante.es que retrataban tres puntos fuertes del barrio: uno sobre el entorno natural (Collserola), otro sobre la solidaridad vecinal y un tercero sobre la riqueza que supone la diversidad cultural. «Además de mostrar lo bueno del barrio, otra cosa importante del proyecto es romper con la imagen de los ni-nis», agrega Reyes. «Los chicos que participan lo hacen de forma voluntaria porque tienen ganas de implicarse en las cosas del barrio», prosigue.

TRABAJO VOLUNTARIO

Con esa misma intención de romper el doble estigma -el del territorio y el de sus jóvenes habitantes-, la segunda edición de Ciutat Esperança, realizada este verano, ha rodado el campo de trabajo organizado por el Centre Cruïlla para jóvenes del barrio este julio, en el que dos grupos de 15 jóvenes han realizado tareas de limpieza en Collserola. «Los chicos trabajan de forma voluntaria cuidando de su entorno. Se implican en la comunidad», explica Mariano Hernando, responsable de proyectos de inserción del Centre Cruïlla y uno de los vecinos que lleva años trabajando por sacarlo hacia delante. Tras lograr gran éxito con el corto sobre el campo de trabajo de este verano, ya trabajan en la tercera edición, centrada esta vez en las relaciones sexuales y de pareja. «La Zona Nord de Nou Barris tiene una tasa alta de embarazos de adolescentes. Es un tema que les preocupa y han decidido ellos mismos que el corto vaya sobre eso», prosigue Reyes.

Al margen del proyecto audiovisual, esa solidaridad se respira en otros espacios. Seguramente el más retratado es el de la asociación de vecinos, donde llevan años ofreciendo asesoramiento sobre vivienda y solidaridad mutua ante los desahucios, convertidos en referente y atrayendo a televisiones de todo el mundo. También se respira esperanza en el Centre Cruïlla, donde entre muchos proyectos ofrecen cursos de cocina. Los viernes a mediodía los alumnos del taller Cruïna ofrecen un servicio de restaurante abierto al barrio. El menú cuesta ocho euros y no olvidan detalle. Este viernes, de postre, había castañas asadas, medio boniato y un vasito de vino dulce. Para que esa esperanza no se frustre una vez acabado el curso generando mayor frustración, en Cruïlla -entidad sin ánimo de lucro que depende de la parroquia de Sant Bernat de Claravall, en el local contiguo- iniciaron el proyecto Xiula, una suerte de empresa de trabajo temporal en la que el centro contrata a chicos que han pasado por el proyecto para que vayan entrando en el mercado laboral. Para mantener esa esperanza.