Un congreso atípico en el calendario

Barcelona, capital 'friki'

FREAKS Una de las vitrinas de esta tienda de culto.

FREAKS Una de las vitrinas de esta tienda de culto.

CARLES COLS
BARCELONA

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Barcelona le ganó el pasado sábado a Breslavia (hermosa capital del sur de Polonia) el pulso por ser en el 2016 la sede del Eurocon, la convención que anualmente reúne a los fans europeos de la literatura de ciencia ficción, un género y un congreso, pues, que tal vez se la traiga al pairo a muchos, pero que merece un aplauso porque es el primer fruto internacional que recoge el llamado triángulo friki (de freak, en la acepción de entusiasta de una subcultura, no en la de esperpento)  esa quincena de establecimientos que se han hecho un hueco entre el Chinatown del Eixample y el Arc del Triomf.

El resultado de la votación era de entrada incierto. No había un claro ganador. Pero entonces, la delegación española, encabezada por Alejo Cuervo, dueño de Gigamesh, una tienda a la altura de la totémica Forbiden Planet de Londres, se sacó una carta secreta de la manga. Mostró en público el mapa de las tiendas del triángulo friki. Argumento poderoso. No hay nada igual en el mundo. Aquella suma prieta de locales es, para los amantes de este subgénero cultural, tanto como ver naves en llamas más allá de Orión. Un paraíso.

Breslavia era un rival fuerte. En el 2016 será, junto con San Sebastián, Capital Europea de la Cultura, así que celebrar el Eurocon era un plus por el que pujaba con fuerza. Eso redobla el mérito de lo que han logrado los promotores de la candidatura de Barcelona, a los que vale la pena visitar en www.eurocon2016.org para intuir los días 4, 5 y 6 de noviembre del 2016 no dejarán a nadie indiferente en la sede de la convención friki, que está previsto que sea el Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).

Del programa poco pueden avanzar todavía. Lo común es traer escritores de fama internacional y ponerlos al alcance de sus lectores, pero ya avisan de que, con dos años por delante no faltarán ideas sonadas. Por el momento, han rebautizado la cita, BCon a partir de ahora.

La cuestión es que si no es posible echarle un vistazo al futuro, caray, por qué no viajar primero al pasado, aunque solo sea para repescar un anécdota sobre la que, poco o mucho, se ha edificado la leyenda del triángulo friki.

Hace 30 años, allí solo había una tienda de la actual constelación de locales. Era Norma Comics, un santuario entonces de obligada peregrinación para los aficionados a las historias de viñetas. Aún lo es. El caso es que en 1985 aterrizó allí cerca, en un semisótano de la ronda de Sant Pere, Gigamesh. Hubo, según su dueño, un pacto clásico de bomberos, nada de pisarle al otro la manguera. Norma explotaría las profundas minas del cómic y Gigamesh las de la literatura de ciencia ficción. Entonces sucedió la anécdota.

UNA EPIFANÍA LAICA / Un día entró una señora en Gigamesh. Aquello parecía una librería más. Buscaba una obra de Aristóteles. «No, señora, aquí solo tenemos vicio y subcultura», le respondió Cuervo. Aquello fue una suerte de ¡eureka!, una epifanía laica. Esas dos palabras, vicio y subcultura, se incorporaron desde entonces al nombre del establecimiento y, en cierto modo, son el lema perfecto de qué es hoy el triágulo friki.

La ley de los bomberos sigue en pie. Nadie copia a a nadie. Alien4sale vende crías de monstruos. Madame Chocolat ofrece moda femenina steampunk y gótica. Kaburi atiende clientes en dos direcciones, una para quienes buscan miniaturas y otra para los aficionados de los juegos de rol, que además disponen en la zona de un par de bares donde celebrar sus encuentros. Pero (cuestión de gustos) puede que la sima más profunda del vicio y la subcultura sean las tiendas que, puerta con puerta, le dan vida al tramo de la calle de Ali Bei encajonado entre Bailèn y el paseo de Sant Joan.

La oferta de Alien y de los tres locales de Freaks permite encontrar allí incluso lo inimaginado, como figuras de estética santoral muy canónica pero dedicadas al ángel caído, o reproducciones fieles de las armas imposibles de las películas de alienígenas de los años 50. Eso, en cualquier caso, son notas de color. El fondo cinematográfico y bibliotecario de Freaks es extraordinario, tal vez no en número de volúmenes, pero sí en variedad de matices.

Por cantidad no hay quien le discuta el liderazgo a Gigamesh. No está claro si sus dos kilómetros de estanterías dedicados a la ciencia ficción son más o menos que los que ofrece a sus clientes Forbidden Planet en Londres pero, según Alberto, uno de los responsables del establecimiento (recién trasladado al número 8 de la calle de Bailèn), la supera en variedad de títulos en inglés.

GREMIAL / Total, que esa suma de argumentos decantó en Dublín (sede del último Eurocon) la votación en favor de Barcelona. Sorprendió allí lo que aquí pasa desapercibido, esa tradición tan medieval de los gremios de compartir una calle. Si la calle de Sepúlveda es la casa de los informáticos y Tallers la de las tiendas de discos, el triángulo friki lo es de las costas más alejadas de la cultura más convencional. De la cita del 2016 se podría afirmar que pondrá en el mapa internacional esa faceta de la ciudad, pero en verdad ya lo está. La visita a esas 15 tiendas ya tiene reservado un espacio en algunas guías. Tal vez lo que hará será poner por fin a la vista de los barceloneses un pequeño y curioso tesoro que muchos desconocen.