PRIMER FIN DE SEMANA DE PUERTAS ABIERTAS

El taller de la seda

Kima Guitar  La artista, el miércoles, ante un pañuelo en su estudio en el barrio de Farró.

Kima Guitar La artista, el miércoles, ante un pañuelo en su estudio en el barrio de Farró.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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Kima Guitart quería una casa con jardín que acogiera su vivienda y una zona luminosa para su taller de estampación sobre seda en un lugar céntrico y tranquilo cercano a una parada de Ferrocarrils de Catalunya. Buscó, recorrió media Barcelona, miró decenas de espacios hasta encontrar un solar en la calle de Vallirana donde construyó su morada, por debajo de la Ronda del Mig, en el vecindario de Farró, la parte más cercana al mar del Putxet. De eso hace 10 años, y siete que uno o dos fines de semana al año abre su pequeña fábrica de tejidos pintados a mano para quien desee conocer las técnicas y los pinceles con los que trabaja.

Hoy (de 10.00 a 14.00 y de 16.30 a 20.00 horas) y mañana (ininterrumpidamente de 10.00 a 20.00), la casa de Kima se une a la iniciativa de las jornadas de puertas abiertas convocadas por Artistes i Artesans del Foment de les Arts i del Disseny (A-FAD). Es el cuarto año que esta propuesta amplía su radio de influencia más allá de Ciutat Vella, distrito donde estas visitas nacieron hace dos décadas.

Este fin de semana Tallers Oberts se centra en los estudios de artistas de Gràcia, de Sarrià y de Sant Gervasi, distrito al que pertenece Vallirana. Poble Sec y Ciutat Vella se reservan del 10 al 12 de mayo, y Poblenou, el fin de semana siguiente (www.tallersobertsbarcelona.cat).

Para Kima, el Farró es un enclave especial con mucho encanto.«Tiene aire de pueblo. Conviven familias de toda la vida y extranjeros. Es colorido, todo lo contrario del pasaje de Maluquer donde vivía antes. Allí todos los vecinos eran iguales». Valora la cercanía con la placita Mañé i Flaquer y el agradable camino que recorre cada vez que va a los cines Verdi.«Es casi peatonal», agrega.

Su taller se encuentra en la planta superior de la torre con vistas a los árboles frutales, desde un limonero a un níspero, al olivo, a las calas y a la mimosa ya sin flor que tanto gusta a sus dos gatos.«Es un privilegio trabajar en este espacio», reconoce la artista, que pinta con anilinas,«colores líquidos y transparentes que permiten su adición, pero cuando se sobreponen, no se pueden corregir y son muy luminosos».

Pinceles y merlas

En su estudio reina el orden, la luz y la serenidad cuando se escuchan las merlas que anidan en la buganvilla. Los estantes están llenos de cajitas con su etiqueta explicativa. En la parte donde pinta, unos 20 botes cobijan los preciados pinceles con los que transforma en piezas únicas diversas sedas. Según sea bourette, dupión, mora, georgette, noilé o tussah cobran carismáticas texturas con las que confecciona pañuelos, abanicos, vestidos y collares.«Si quiero una pieza con peso recurro al crep, si busco transparencia, a la organza», pone como ejemplos. Los colores los mezcla ella, partiendo de los primarios.«Lo hago a ojo», confiesa.

La torre le recuerda a la casa de sus padres en su Esparraguera natal, donde de niña se pasaba horas contemplando a su madre, modista, cosiendo nobles tejidos de organza, encaje de guipur, tul, muselina bordada, tafetán, foil, moaré, terciopelo, shantung y mohair.«Allí aprendí el arte de transformar una tela», recuerda con añoranza.