TRANSFORMACIÓN DE UN RECINTO FABRIL

Can Batlló se abre al barrio de Sants después de 37 años de espera

Dos operarios inician el derribo del muro de Can Batlló, abriendo el recinto al barrio, ayer por la mañana.

Dos operarios inician el derribo del muro de Can Batlló, abriendo el recinto al barrio, ayer por la mañana.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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La sonrisa era ayer casi tan inevitable como las lágrimas. Los vecinos de Sants y la Bordeta veían con sus propios ojos cómo después de 37 años de espera -y lucha- empezaba a caer el muro que separaba el viejo recinto fabril de Can Batlló, secuestrando 43.700 metros cuadrados de terreno al barrio. Todos coincidían en que el momento era histórico, y es que en las próximas tres o cuatro semanas, cuando termine el derribo de los ocho locales previstos y de los dos muros, el complejo será un espacio público más, algo que los tenaces movimientos sociales del barrio llevaban décadas reivindicando de todas las formas inimaginables.

Los derribos iniciados ayer afectarán a seis naves situadas en la parte del recinto que da a la calle de la Constitució y otras dos en la de Parcerisa, que permitirán hacer del lugar una zona de paso; la creación de una nueva zona peatonal. «El Bloque 11 será mucho más visible. Ahora muchos vecinos todavía son reticentes a entrar porque la puerta y el muro le daban todavía un aspecto de espacio privado», indica Enric Jara, portavoz de la Comissió de Veïns de la Bordeta, quien ayer explicó a el proceso junto al orgulloso concejal del distrito, Jordi Martí, y al presidente del combativo Centre Social de Sants, Josep Maria Domingo, visiblemente emocionado. Feliz.

El Bloque 11 fue precisamente la primera victoria vecinal en el espacio. Un espacio gestionado por los propios vecinos -«quién iba a decir que íbamos a ser nosotros los que promoviéramos la gestión cívica», bromeaba el alcalde Trias-, cedido por el municipio, que funciona como centro social, donde se realizan charlas y espectáculos, además de contar con una biblioteca popular.

Amén de ganar un espacio peatonal, los primeros derribos en Can Batlló servirán para ganar una zona de huertos urbanos, y a finales de año o principios del próximo el municipio empezará a construir las dos primeras promociones de vivienda pública proyectadas en el lugar. La primera privada irá a cargo de la cooperativa de la FAVB, que ya ha empezado a informar sobre su propuesta al vecindario.

COMPROMISO CUMPLIDO / «Con esta acción cumplimos con el compromiso del gobierno de desbloquear y acelerar el proyecto de desarrollo urbanístico de Can Batlló», apuntaba el concejal Martí frente a las excavadoras y con los mazazos de los operarios como banda sonora. Además de los derribos, el desbloqueo ha consistido en hacer efectivas las indemnizaciones a los propietarios de los 18 negocios -entre talleres e industriales- que aún operaban en el sector 1, el que gestiona el Ayuntamiento de Barcelona.

El impulso municipal a la transformación del espacio, que llevaba años encallada, también ha incluido la cesión provisional de seis locales a entidades sociales de Sants.

CARA Y CRUZ / En el sector 2, dependiente de la Generalitat, las lágrimas no eran ayer de emoción sino de desesperación. El Govern no ha seguido el impulso dado por el municipio, y aún quedan en su sector

-donde, entre otros edificios, está la majestuosa nave central, símbolo del recinto- media decena de industriales trabajando en pésimas condiciones a la espera de una indemnización que no llega para poder trasladar sus negocios a un lugar más adecuado. El lugar -en el otro extremos de donde ayer se celebra la fiesta de la victoria- es ahora lo más parecido a un polígono fantasma, donde los industriales trabajan en condiciones de trabajo pésimas, pese a que siguen pagando el alquiler a Gaudir, inmobiliaria propietaria del recinto fabril, de la familia Muñoz Ramonet.

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