RADIOGRAFÍA DE UNA ORGANIZACIÓN LATINA DESMANTELADA
Los Black Panthers atacaban a los magrebís y los homosexuales
Nadie podía abandonar la banda. El que lo intentaba se arriesgaba a brutales castigos e incluso a la muerte. Así funcionaban los Black Panthers, la banda latina desarticulada el martes por los Mossos d'Esquadra en una redada masiva en que fueron detenidos 31 miembros, con edades entre los 16 y 31 años, de este grupo criminal integrado principalmente por ciudadanos dominicanos. En una rueda de prensa celebrada ayer, el inspector Jordi Domènech, responsable del Àrea de Persones de los Mossos, explicó que la banda, creada en el 2002, tenía comportamientos racistas, contra los magrebís, y también homófobos como parte de su día a día criminal.
Así, solían lanzarse a peleas con norteafricanos y castigaban duramente a aquellos miembros de los que tenían sospechas de que pudieran ser homosexuales. Además, la organización se comunicaba mediante un código numérico para evitar que los mensajes pudieran ser descifrados por la policía.
La redada ha dejado descabezada a la organización criminal en Catalunya, pues ha permitido desmantelar su estructura en los barrios de La Florida y Santa Eulàlia, en L'Hospitalet, y en el de Badal en Barcelona, zonas donde estaban más arraigados. En total, hubo 23 registros en pisos y locales de L'Hospitalet, Esplugues, Cornellà, Barcelona, La Pobla de Claramunt (Anoia), Sabadell (Vallès Occidental) y Zaragoza. A los detenidos se les acusa de formar un grupo criminal, de tráfico de drogas, tentativa de homicidio, detención ilegal, robo con fuerza y violencia, y extorsión.
Según explicó el inspector, la investigación comenzó después de que un joven sufriera varias amenazas y agresiones cuando comunicó su intención de salir del grupo. El chico fue obligado a subir a un coche por cinco miembros de la banda que, mientras le amenazaban con un cuchillo, le advirtieron de que si se iba le matarían a él y a su familia.
Por si eso no bastaba, sus hermanos menores sufrieron episodios de extorsión. No fue el único. Otro joven que quiso irse y que llegó a abandonar Catalunya, sufrió un intento de homicidio en un restaurante durante una breve visita que hizo a Barcelona. Solo la intervención de los Mossos evitó su muerte.
ESTRUCTURA JERÁRQUICA / La investigación policial permitió comprobar no solo que esas agresiones habían sido ordenadas directamente por los jefes de la banda sino que todos los sospechosos formaban parte de un entramado delictivo muy jerarquizado y con una clara distribución de funciones.
Según explicó el inspector Domènech, el jefe máximo del grupo, identificado como Fernando Arturo C. A., de 37 años, y el supremo (segundo de la organización), Ezequiel Emilio S. A., de 28, recibían la droga -sobre todo marihuana- en su casa y la repartían entre los miembros de menos rango de la organización, a los que llamaban soldados. Además, la organización tenía guerreros, especie de sicarios que eran los encargados de ejecutar los castigos.
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