INICIATIVA SOLIDARIA EN CIUTAT VELLA

Dos décadas dando techo

Inquilinos 8Dos usuarios del centro, en la habitación que comparten las seis personas atendidas.

Inquilinos 8Dos usuarios del centro, en la habitación que comparten las seis personas atendidas.

MARINA MUÑOZ BENITO / Barcelona

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Llegar donde no llega la Administración ni, en ocasiones, las grandes entidades. Con este objetivo nació en la Barceloneta, ahora hace 20 años, Sostre, un pequeño centro de noche para personas del barrio que duermen habitualmente en la calle y que fue impulsado por vecinos. Para festejar las dos décadas de vida del proyecto y analizar el trabajo realizado hasta el momento, el pasado 18 de enero se celebró, en el Centre Barceloneta, una mesa redonda en la que también participaron, además de un representante de Sostre, personal de las fundaciones Arrels, Heura y Cáritas.

El centro Sostre, gestionado íntegramente por una consolidada red de voluntarios y ubicado en el número 42 de la calle de Pescadors, nació en diciembre de 1992 de una escisión de la fundación Arrels. "Cuando abrió el centro para indigentes de Arrels, en el Raval, la gente de la Barceloneta no iba porque pensaba que estaba muy lejos"», expone la voluntaria Glòria Andrés sobre los orígenes de la entidad, que tiene 60 voluntarios y un presupuesto de 35.000 euros anuales. El 50% está financiado entre el ayuntamiento, la Generalitat y Cáritas y el otro 50% procede de donaciones.

Los albores del proyecto, que ha evolucionado en estas dos décadas hacia una vertiente más educativa y por el que ya han pasado más de 40 indigentes, fueron muy simples. "Dormían vestidos, con una mantita, en tumbonas de playa, ¡de plástico! Como en la calle, pero a cubierto¿", explica Andrés. El primer gran cambio tuvo lugar con la inauguración del nuevo local, en 1993, cuando las hamacas fueron reemplazadas por camas y se instauró, no sin ciertas resistencias, el pijama.

Otro punto de inflexión -"quizá el más relevante", apunta Andrés- fue conseguir, en 1995, un educador social. Con un trabajo de media jornada, este profesional, además de abrir el centro de 7.00 a 9.00 horas -y ofrecer la opción de desayuno-, realiza un seguimiento y evolución de cada usuario. Su última novedad, la incursión en el mundo 2.0, con la web http://projectesostre.org/.

Con una capacidad máxima para seis personas (siempre de sexo masculino), este local -cedido por la parroquia Santa Maria de Cervelló-Sant Miquel del Port- dispone de una habitación con seis camas y sus correspondientes armarios, una estancia para los voluntarios -"que varían cada día y que son la autoridad máxima, soberana y superior", explica Andrés-, dos baños y un cuarto de limpieza. Además, cuenta con un salón comedor con cocina y tele, donde cada día se sirve la cena a las 21.00 horas. De este cometido se encargan altruistamente 10 familias del barrio. "Intento llevar platos variados: un día sopa, otro tortilla, otro verdura¿ Lo mismo que comemos nosotros en casa", explica María Riera, de 68 años, que no descuida ningún martes, desde hace siete años, esta solidaria tarea.

Vidas reencaminadas

La filosofía de Sostre es aceptar a las personas "tal cual vienen"y, además de ofrecer asistencia, hacer compañía y potenciar la convivencia. «Hay buena armonía», reconocía el pasado martes Elías Luna San Nicolás. Con tres nombres de santo -como a él le gusta resaltar-, este pescador jubilado, de 55 años, durmió un año en las calles del barrio y ahora lleva nueve meses en Sostre. "Y seis meses sin beber", explicaba orgulloso.

El pasado 18 de enero, entre los asistentes al acto de celebración, cuyo lema fue20 anys fent Sostre, hubo antiguos usuarios que han logrado encaminar su vida. "Me ayudaron a dejar de beber y reconocer que tenía una enfermedad en el hígado. Después de tanto tiempo cuesta seguir unas normas", explicaba Llorenç, que permaneció en el centro entre el 2005 y el 2009 y actualmente vive en una residencia del Poblenou.