Tensión en un gremio del transporte en crisis

Asombro en El Prat tras 48 horas de huelga consentida de taxistas

Mossos d'Esquadra vigilan la zona de desencoche de taxis, en la parte superior de la T-1, ayer.

Mossos d'Esquadra vigilan la zona de desencoche de taxis, en la parte superior de la T-1, ayer.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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la terminal T-1 trajo bajo el brazo un concepto que era nuevo para el barcelonés medio. Al parecer, El Prat aspiraba a convertirse en un hub,algo así como un aeropuerto con conexiones internacionales que pudiera competir con Barajas. Los dos últimos días, sin embargo, han propinado un chaparrón de realidad a todos aquellos que aún soñaban con vuelos directos transoceánicos. Y ha sido el taxi, con una protesta que nada tiene que ver con aviones, ni con el turismo, ni mucho menos con el susodichohub,quien se ha encargado de convertir ese mundo de las ideas en miserias mucho más palpables. El aeropuerto ha estado 48 horas sin taxi, pero lo más sorprendente es que nadie ha movido un dedo para evitarlo. Quizás toda la carne estaba en el asador del AVE a Girona.

Cerca de un centenar de taxistas -la ciudad dispone de 10.480 licencias- volvieron ayer a plantarse en la parrilla de la T-1 para expresar su oposición al sistema de turnos que desde el día 2 de enero regula sus horas de trabajo. Junto a ellos, una patrulla de los Mossos que iba rotando se encargaba de que nada ni nadie se saliera de madre. «Solo actuaremos si hay algún problema de seguridad. No hay ninguna orden de echarlos», compartía uno de los agentes. El lunes pudo coger a contrapié. Pero la segunda jornada invita a reflexionar sobre si alguien no debería haber reaccionado para que no volviera a repetirse. No fue así. Es más, los propios conductores estaban ayer sorprendidos de la docilidad de la policía y de AENA, propietaria de la infraestructura. Esa quietud podría finalizar hoy, cuando la policía y el gestor aéreo sí tienen previsto actuar con un dispositivo que permita el ir y venir de los taxis. Según un portavoz de los Mossos, se ha querido ser «prudente ante un movimiento espontáneo que no se sabía cómo evolucionaría». «Solo intervenimos en conflictos laborales cuando afectan a la seguridad o la movilidad de las personas», precisó la misma fuente.

Tampoco ayudó el ayuntamiento. El primer teniente de alcalde, Joaquim Forn, dijo, quizás sin todos los datos en la mano, que el taxi aplica «unos turnos que ellos mismos votaron en referendo». Esa fue la medida que ganó la consulta, cierto, pero olvidó mencionar que luego fue modificada por problemas legales y ahora es algo muy distinto. Esa es la razón que arguyó ayer el PSC para reclamar «la anulación de un plan que se ha demostrado que logra el efecto contrario al deseado, con más taxis en la calle» en las horas punta.

CORRILLO DE TODA LA VIDA / sin que nadie reaccionara, la única carta por jugar ayer era la del Instituto Metropolitano del Taxi. A pesar de que pudo haber convocado el lunes, no será hasta hoy que reunirá a los representantes del sector para discutir sobre los turnos. Pocos dudan de que en este encuentro se decidirá la eliminación del nuevo sistema hasta que se estudie, una vez más, su viabilidad.

En el aeropuerto, en esos corrillos tan típicos en el mundo del taxi -no menos de tres pero no más de seis o siete chóferes- todos coincidían en que esos turnos no eran los que ellos habían votado, y reclamaban a la administración que les deje en paz, que ellos necesitan echar horas para poder ganar un sueldo digno. Muchos de ellos incluso arrancaron la pegatina en la que se determina su horario. Mientras debatían, los clientes bajaban a la calle sin atisbar un solo cartel que explicara la situación. Los dos empleados con peto informaban de la huelga espontánea, ellos maldecían al cielo y se iban al Aerobús, ironías del destino, el principal competidor del taxi en El Prat.

El único incidente se produjo por la mañana. Un taxista que quería trabajar de una manera poco noble captó a un cliente y se lo llevó al párking, donde tenía el coche. Un grupo de compañeros le siguieron. Le esperaron en la barrera de la salida, él aceleró y uno de ellos se agarró al parabrisas como si estuviera en una novela de Tom Clancy. Se soltó tras 100 metros de arrastre a toda velocidad y resultó herido leve.

Es imposible saber si hoy habrá taxis en el aeropuerto. Una cosa sí es segura: si el IMT no aparca los turnos y el dispositivo de Mossos no es robusto, mejor vayan a El Prat a buscar a sus seres queridos.

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