Balance de una asocición vinculada a la iglesia católica

Cáritas de Barcelona triplica en un año las ayudas para la vivienda

Un hombre pide limosna en las inmediaciones del mercado de la Llibertat, en Gràcia, ayer.

Un hombre pide limosna en las inmediaciones del mercado de la Llibertat, en Gràcia, ayer.

ROSA MARI SANZ
BARCELONA

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Más extensa, más crónica, más intensa, más próxima y más cruel con los niños. Así es la pobreza que afecta a las personas a las que ayuda Cáritas de Barcelona, con una cifra que se mantiene casi igual que el pasado año, pero con una marginalidad mayor. Lo explicó ayer el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, y presidente de esta entidad que agrupa a las diócesis de Barcelona, Sant Feliu y Terrassa (donde viven casi cinco millones de personas). Sistach anunció que la oenegé habrá apoyado al finalizar este 2012 a unas 260.000 personas, el doble que en el 2007, cuando empezó la crisis, y un 3% más que en el 2011. Lo más preocupante, subrayó, es el hecho de que se han triplicado las ayudas en concepto de hipoteca y a la vivienda en general respecto al 2011 (significan el 71% de la acción social de la entidad), así como las pocas expectativas que hay para los jóvenes, el 53% de los cuales están en paro y carecen de perspectivas de que el panorama mejore pronto.

El balance de ayer, como ya es habitual en los que va realizando periódicamente esta entidad vinculada a la Iglesia católica desde los últimos años, no fue nada esperanzador. Los portavoces de Cáritas esgrimieron una situación que no por conocida deja de ser menos hiriente: el 72% de las familias que han llamado en lo que va de año a las puertas de la oenegé ya habían recibido ayuda anterior; o sea, que siete de cada diez no han logrado superar la situación de precariedad y siguen dependiendo de la ayuda de una asociación para sobrevivir. Y muchos de ellos llegan derivados por los servicios sociales de unos municipios que no pueden atender a los ciudadanos. El resto, el 28%, son nuevos pobres, la mayoría de clase media que no pueden hacer frente a gastos básicos como una hipoteca.

SIN TRABAJO / Uno de los problemas más graves, apuntaron, es que muchas familias no tienen mayor sustento que el que les proporciona Cáritas u otra entidad social. En el caso que atañe a esta entidad, tres de cada diez (el 28%) no tienen ingresos, lo que se traduce en que las ayudas que les proporciona se han convertido en la única fuente de subsistencia para numerosas familias. Solo el 27% de los hogares atendidos tienen algún ingreso proveniente de un trabajo, y cerca de la mitad hace lo que puede con transferencias sociales, como prestaciones de paro, pensiones o rentas mínimas.

MÁS AUTÓCTONOS / El perfil de los atendidos, como viene siendo la tónica desde que la crisis se ha ido cebando con las familias, provengan de donde provengan, es cada vez más el de personas autóctonas. En concreto, ya representan el 43%, cuando dos años después de la debacle, en el 2009, suponían el 31%. También ha cambiado la fotografía de la persona inmigrante que acudía a la entidad. La responsable del área social de Barcelona, Carme Trilla, explicó ayer que, al contrario que en años anteriores, entre los foráneos ya no predominan las personas de países latinoamericanos (un 22%), sino que las mayoritarias son las de origen magrebí (un 23%).

Como es sabido, uno de los problemas más graves, manifestado en los últimos años de manera dramática, es el de la vivienda. Sistach comparó la situación actual con la de la posguerra, cuando era habitual el realquiler de habitaciones. Por ello, el cardenal arzobispo pidió «buscar soluciones imaginativas para que no haya pisos vacíos y gente sin techo», y propuso que se cedan viviendas que no estén en uso para que puedan acoger a familias sin recursos. En ese contexto, Trilla explicó que una gran parte de los atendidos en Cáritas se ven obligados a compartir vivienda por la falta de recursos, lo que deja entre las víctimas de la pobreza a uno de los colectivos más frágiles, los niños, ya que miles de menores no tienen un lugar adecuado ni para estudiar ni para jugar, por no hablar de otras carencias.

Ante este panorama, la entidad recordó que este año ha seguido reforzando sus ayudas al programa de Servicio de Mediación en la Vivienda (SMV) y ha atendido a 3.500 personas (unas 900 familias) desde que se inició este proyecto, en noviembre del 2011. Junto a la Fundació Foment de l'Habitatge Social, la organización ha puesto a disposición de los colectivos más vulnerables un total de 268 pisos para alojar a 1.150 personas. En conjunto, a lo largo del año, la cifra habrá alcanzado las 2.852 personas, si a estos recursos se suman las que han dormido en habitaciones de realquiler y en pensiones pagadas por Cáritas. Cifras, todas ellas, que palían notablemente una situación que deberían afrontar de una manera firme los gobiernos, como se reclama en vano.

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