Cambio de estrategia municipal sobre un lugar turístico

División vecinal ante la propuesta de cobrar entrada al parque Güell

Una pareja de turistas se fotografía en uno de los bancos del parque Güell, ayer.

Una pareja de turistas se fotografía en uno de los bancos del parque Güell, ayer.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Qué hacer para que el parque Güell siga siendo -o vuelva a ser, según los ojos más pesimistas, que muchos veces coinciden con los más conocedores del lugar- eso, un parque, es un tema recurrente que la Administración ha ido tratando de forma cíclica, sin encontrar jamás consenso, ni aún menos soluciones mágicas, ni siquiera mínimamente efectivas. Ahora ha llegado el turno de que el ya no tan nuevo gobierno encabezado por Xavier Trias intente ponerle el cascabel al gato en la racionalización de los usos del concurridísimo vergel de Gaudí, gato que ha demostrado ser de todo, menos dócil. La primera intención del actual equipo municipal es, según adelantó ayerL'Independent de Gràciay confirmó la concejala Maite Fandos, limitar el acceso a la zona monumental y cobrar una entrada a los turistas, con el objetivo de «favorecer a los vecinos» y aumentar los ingresos del explotado equipamiento.

Como era de esperar, la idea -anunciada por la concejala el miércoles en la segunda reunión de la mesa de trabajo organizada para rescatar el turístico jardín- se ha recibido de manera bien distinta por unos y otros. Mientras los vecinos del barrio de la Salut ven con buenos ojos que se apueste por un «control» del acceso a la zona monumental, los de El Coll-Vallarca consideran que el planteamiento de los nuevos dirigentes locales cae en los mismos errores que el anterior.

DISTINTAS ÓPTICAS / «El problema es que el ayuntamiento ve el cierre como la única manera de frenar la sobreexplotación. Nosotros, no», resume Salvador Barrau, presidente de la Associació de Veïns de El Coll y portavoz de la Coordinadora de Entidades del Parc Güell, plataforma ciudadana creada hace dos años que aglutina a todas las asociaciones de vecinos de los distintos barrios que rodean el frondoso parque.

Pese a formar parte de la misma coordinadora, la visión del conflicto de Gabriel Picart, presidente de los vecinos de La Salut, es bastante distinta, seguramente porque en la Salut es, de lejos, donde sufren con mayor dureza el impacto de la masificación del parque. «Es evidente que la situación actual es insostenible y que hace falta un control», apunta Picart, quien, eso sí, celebra como el que más que se haya descartado -parece que de forma definitiva- el cierre perimetral de todo el parque, uno de los puntos que contemplaba el polémico y ya defenestrado plan impulsado por Imma Mayol, rechazado en bloque por los vecinos.

MENOR AFECTACIÓN / Otro de los puntos de la nueva estrategia política en referencia al parque que en la Salut se considera de forma más positiva es el entierro del proyecto de construir un gran centro de interpretación del parque frente al mismo, en la calle de Olot, plan que suponía la expropiación de varias casas.

Barrau, en cambio, habla de forma mucho más crítica de los acontecimientos. Para empezar, ve totalmente inviable el cobro a turistas de la Unión Europea (UE), ya que existe jurisprudencia al respecto, algo en lo que le da la razón el propio concejal de Medio Ambiente, Joan Puigdollers. «Jurídicamente no es posible regular el acceso de los visitantes no residentes en Barcelona por medio de una entrada, ya que al ser de titularidad pública, si se impone un peaje a los turistas comunitarios, este también lo tendrían que pagar los barceloneses. La UE no permitiría la discriminación», afirmó ayer por la tarde Puigdollers a la agencia Efe, horas después de que Fandos confirmara la intención de aplicar dicha entrada. Para el titular de Medio Ambiente, la solución esencial y la «vía de futuro» para mejorar la financiación vinculada al turismo, «no viene de una tasa específica, sino de la aplicación de la Carta Municipal, que recoge que el consistorio obtenga ingresos de una parte del IVA minorista que se genera en la ciudad».

Así las cosas, parece que el estudio técnico que la concejala de Gràcia dijo ayer haber encargado a Habitat Urbano se resolverá pronto, como mínimo en el punto de la viabilidad del cobro selectivo. Fandos señaló, horas antes de que Puigdollers desautorizara sus intenciones, que la creación de una entrada para los no barceloneses al lugar podía ser una «necesaria fuente de ingresos para hacer frente al costoso mantenimiento del vergel».

La Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB) también descarta el difícilmente aplicable cobro selectivo de entrada, y defienden la implantación de la espinosa tasa turística como única forma de hacer frente al difícil asunto. El líder vecinal de El Coll critica a su vez con contundencia que la publicitada «mesa de trabajo» no es tal. «Más que una mesa de trabajo es una reunión informativa, donde nos cuentan sus intenciones», denuncia Barrau.