incierto futuro de la sala de arte y ensayo

El mítico cine Casablanca cierra las puertas ahogado por deudas

Aspecto del cine Casablanca Kaplan en la tarde de ayer.

Aspecto del cine Casablanca Kaplan en la tarde de ayer.

CRISTINA SAVALL / E. DE VICENTE
BARCELONA

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El cine Casablanca Kaplan, que fue el estandarte del cine de autor en los años 80, ha cerrado provisionalmente sus puertas a la espera de encontrar una salida a su difícil situación económica. El local del paseo de Gràcia actualmente estaba regentado por Salomón Shang, controvertido productor que fue acusado en enero por varios miembros de la Acadèmia del Cinema Català de amañar en su beneficio las votaciones de los premios Gaudí. Desde la semana pasada, el local permanece con las persianas bajadas y sin siquiera unos carteles que publiciten las películas.

Este diario ha intentado reiteradamente obtener una respuesta sobre el motivo oficial del cierre por parte de sus responsables, pero nadie contesta en sus móviles ni al teléfono de la productora ni a los correos electrónicos. Fuentes cercanas a la Administración reconocen que la empresa arrastraba importantes deudas e impagos. Incluso existe un grupo en Facebook denominado Asociación de Víctimas de Salomón Shang y Producciones Kaplan.

Este cierre se justifica también por la tendencia actual de la exhibición. Según Camilo Tarrazón, presidente del Gremi d'Empresaris de Cinemes de Catalunya, «la mayoría de locales de una o dos pantallas están desapareciendo. Muchos se reconvierten en teatros o salas de conciertos, como el Coliseum, el Tívoli y el Club Capitol, y otros se transforman en complejos de multisalas. El sector se está abriendo a nuevas fórmulas como proyectar partidos de fútbol, conciertos, óperas o ballet, algunos de ellos en 3D». De hecho, solo el Urgell mantiene una gran pantalla.

La euforia por la apertura de los Arenas Multicines no esconde la preocupante realidad marcada por los cierres de salas recientes como los Lauren Sant Andreu, o históricas como Rex o Alcázar y la precaria situación por la que atraviesan otros locales que podrían verse obligados a tirar la toalla en los próximos meses ante la crisis que atraviesa el sector de la exhibición.

Salomón Shang también coordinaba desde 2006 el antiguo cine Moderno (después, Cinemes Lauren), que, por decisión suya, pasó a denominarse Casablanca Gràcia. Una situación similar a la actual le llevó a ceder la propiedad hace pocos meses y el local se convirtió en el nuevo Cinemes Girona.

EL TEMPLO DE LA VERSIÓN ORIGINAL / El Casablanca abrió sus puertas el 13 de diciembre de 1980 dejando muy claras sus intenciones con sus dos primeros títulos: la iconoclastaCabeza borradora, de David Lynch, y la reposición de un clásico: el wéstern

Johnny Guitar, de Nicholas Ray.

La incomodidad de sus butacas, las reducidas medidas de sus pantallas y la mediocre sonorización (se escuchaba a los autobuses cuando pasaban por la Riera de Sant Miquel) no impidieron que se convirtiera en el templo de la versión original durante esa década. Además de su privilegiada situación frente a los Jardinets de Gràcia, el secreto radicaba en la cuidada programación, seleccionada por Jaume Figueras, que tuvo su punto culminante conBagdad Café, de Percy Adlon, que se proyectó por casualidad para pasar unas Navidades y se mantuvo más de un año en cartel. La competencia de otras salas cercanas con mayor oferta como los Verdi, su errática programación y la cuestionable calidad de sus proyecciones contribuyeron al descenso de espectadores.