La alta velocidad en Barcelona

El cuento de nunca acabar

Estrecho 8 La finca amenazada, vista desde una torre del templo.

Estrecho 8 La finca amenazada, vista desde una torre del templo.

EDWIN WINKELS
BARCELONA

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Hace solo ocho años, el conserje del bloque de viviendas en el número 410-414 de calle de Mallorca, dos escaleras, cuatro ascensores y 55 pisos y despachos, lo tenía claro.«Ni borrachos se creen que van a acabar esto en 20 años». Y si se lo preguntaban a los vecinos cuando comenzaban a ocupar sus pisos recién construidos, a finales de los años 70, estos contestaban que«ni en 3.000 años se terminará la Sagrada Família», ya que la actividad en el templo a medio hacer era mínima. No había apenas turistas ni obreros. Vale, todos los vecinos conocían la maqueta original de Gaudí, la que dibujaba una gran explanada delante de la, entonces inexistente, puerta de la Glòria que alcanzaría hasta la calle de València. Pero no era ninguna razón para preocuparse sobre el futuro de esta flamante finca construida por Núñez y Navarro con un permiso municipal de 1975.

Ahora, sin embargo, 128 años después de que el obispo Urquinaona pusiese la primera piedra, ya se encuentra más alta que nunca la fachada principal, la última por construirse, esa de la Glòria. Desde la terraza del ático de su hijo, Antonia Belló casi parece poder tocar la lona que cubre los andamios detrás de los cuales la actividad obrera ya no cesa nunca.«Hace años, después de las dos de la tarde ya no trabajaba nadie en la Sagrada Família, ahora están siempre», dice Antonia, que asegura no temer el avance del templo.«Nos preocupaba más la tuneladora, que nunca debería haber pasado por aquí».

Vibraciones del tren

Además, añade la mujer, aunque la tuneladora se aleje, las preocupaciones pueden regresar en el 2012:«¿Qué pasará cuando pasen los trenes por el túnel? ¿Se notará? A lo mejor tendremos siempre vibraciones, sobre todo si va a mucha velocidad».Muy rápido no irán los trenes aquí, a medio camino entre Sants y Sagrera; pero eso son asuntos para más tarde, igual que el debate de cómo terminar la Sagrada Família y su entorno, allá sobre el 2020. ¿Se derribará ese bloque desde donde Antonia Belló tiene ahora unas vistas privilegiadas, aunque esas también incluyen las molestias sonoras de las obras?«Aquí poca gente parece preocuparse. Muchos han hecho reformas en sus pisos en los últimos años. En realidad, nadie cree que un día vayan a tirar todas estas casas para hacer la explanada», sentencia Belló.

«Se han dicho tantas mentiras sobre este bloque, que ya no nos creemos nada»,añade su vecina del quinto, Maria Teresa Budesca. Ella tampoco piensa irse; estrenó el piso en 1977, cuando acababa de ser construido.«Si el ayuntamiento no tiene dinero para nada, ¿cómo va a tenerlo para expropiar y derribar media manzana de viviendas?», se pregunta, sin saber que el coste debería asumirlo la Iglesia.

Sin embargo, esa fastuosa fachada de la Glòria perdería mucho de su esplendor si apenas se pudiese apreciar desde cierta distancia; necesitará aire para respirar y seducir, querrá espacio para, algún día, recibir a otro Papa del Vaticano. Por eso, ya en el 2004, la junta de la Sagrada Família instó al ayuntamiento a no esperar demasiado para el derribo del bloque de la calle de Mallorca y de los pisos y locales situados en el pasaje de la Font.

«Una especie de 'mobbing'»

«Este tipo de peticiones molesta mucho a los vecinos, es una falta de respeto, una especie de mobbing inmobiliario», dice Rubén García de Fincas Marhuenda, que lleva la administración de los propietarios. De momento, añade García, no hay ninguna postura oficial del ayuntamiento sobre el futuro del bloque.«No hay nada. Mientras, es prácticamente imposible vender los pisos, ya nadie se atreve a comprar uno. Los propietarios que encuentran otra cosa y se mudan, acaban por alquilarlo», dice.

En este sentido, el presidente de la junta constructora de la Sagrada Família, Joan Rigol, rebate tácitamente que se actúe en perjuicio de estos vecinos. Dice que«nunca se dejará en la estacada a la gente que vive en este edificio, no se la puede perjudicar a lo bruto, ni por leyes urbanísticas ni por otras razones, y en su momento se tendrán en cuenta las alternativas para los perjudicados».

El responsable del templo, según informaRamon Comorera, pide también«corresponsabilidad del ayuntamiento, el patronato y los interesados»el día que se haya de afrontar una operación que sitúa«en la etapa final de las obras, dentro de 15 o 20 años». «Será para la próxima generación».