PATRIMONIO BARCELONÉS INMOVILIZADO
Una finca pública de Ciutat Vella se degrada a la espera de un uso social
Las palomas campan a sus anchas, la suciedad de sus balcones resulta muy molesta para los vecinos colindantes, el edificio se degrada y muchos se preguntan por qué el ayuntamiento no hace algo con la finca del número 3 de la calle de Civader (Ciutat Vella), un antiguo bloque de cuatro plantas que la propietaria legó al consistorio barcelonés en 1973 con el compromiso de que tuviera un uso social. Hasta hace unos 15 años, aún quedaban inquilinos, pero desde que todos se acabaron mudando el municipio no ha conseguido más residentes que un grupo de okupas que fue desalojado tiempo atrás. Ahora tanto la entrada como las ventanas están tapiadas y todo parece indicar que va para largo el que recobre vida y decencia.
Un intento frustrado se produjo hace cuatro años, cuando el consistorio cedió el uso del edificio por 30 años a una asociación con el mismo nombre que esa calle del barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera: Civader, una entidad sin ánimo de lucro que promueve pisos para personas con discapacidad física. La oenegé aceptó hacerse cargo de la rehabilitación integral de la finca, de 735 metros cuadrados, inconsciente de que no podría acabar asumiendo el proyecto. En el 2007 la Generalitat acordó con Civader invertir 1,87 millones de euros, a partes iguales, para construir una residencia con 24 plazas en el bloque, que consta de cuatro pisos, uno por planta.
REHABILITACIÓN INTEGRAL / «En principio queríamos solo un piso, pero el ayuntamiento nos ofreció la finca y aceptamos», explica una portavoz de la asociación Civader. Pero la complejidad estructural del bloque para su nuevo fin dificultaba a cada paso el proyecto. «Estuvimos varios años rehaciendo los planos para adaptar el edificio porque no nos daban los permisos de obras. Es un bloque muy poco adecuado para nuestra iniciativa, como lo es en cualquier viejo edificio de Ciutat Vella», continúan desde Civader, entidad que acabó tirando la toalla al no poder seguir asumiendo los costes del proyecto, que se fueron encareciendo con las modificaciones que iban haciendo los arquitectos. El pasado febrero el distrito dio de baja la cesión después de que la entidad les comunicara su renuncia.
Desde el consistorio remarcan que cuidan la finca. En concreto, señalan que en el último año Foment de Ciutat Vella ha invertido 30.000 euros en asegurar el exterior e impermeabilizar la cubierta para evitar filtraciones. En paralelo, detallan entre las mejoras el arreglo de la conexión de la tubería de la fachada a la red de cloacas y reparaciones de grietas en una pared medianera. También dicen que, a la espera de darle un uso, se ha limpiado y desinfectado todo el inmueble. Aunque lo cierto es que la vista que tienen algunos vecinos cuyas ventanas distan muy poco de los balcones de esta finca indica que quizá debería volver a llevarse a cabo, sobre todo, porque están inquietos con los posibles problemas de salubridad que conllevan los montones de excrementos de palomas que se acumulan. Y adecentado o no, el edificio, 15 años después, continúa vacío.
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