REY DE LAS ESQUINAS

Muere Josep Lluís Núñez, el presidente del Barça más longevo

Muere Josep Lluís Núñez, a los 87 años

Muere Josep Lluís Núñez, a los 87 años. / periodico

José A. Sorolla

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El expresidente del FC Barcelona Josep Lluís Núñez ha fallecido este lunes a la edad de 87 años en la clínica Teknon. Nacido en Baracaldo (Vizcaya) el 7 de septiembre de 1931, fue el presidente más longevo de la historia del Barça, club que logró 27 títulos en fútbol durante su mandato de 22 años. Destacado empresario de la construcción, fue también el propietario de la empresa Núñez y Navarro.

Mucho antes de ser presidente del FC Barcelona, el recién fallecido Josep Lluís (antes José Luis) Núñez Clemente ya era el rey de las esquinas (o de los chaflanes). Llegó a Barcelona con su familia desde el País Vasco a los siete meses, empezó a trabajar en el sector inmobiliario, se casó con la hija de un pequeño constructor, María Luisa Navarro, y creó la constructora Núñez y Navarro, que, amparada en los desafueros urbanísticos del porciolismo, llenó Barcelona de edificios en las esquinas del Eixample, todos iguales, todos con balcones corridos, de una arquitectura despersonalizada y monótona.

Núñez no respetaba ni la historia ni el patrimonio arquitectónico, lo que, con la efervescencia en la Transición de los movimientos vecinales, empezó a crearle conflictos. Uno de los más conocidos fue el de la modernista Casa Golferichs (esquina de Viladomat con Gran Vía), obra de Joan Rubió i Bellver, conocida por El Xalet, que fue adquirida por  el constructor y salvada del derribo en 1979 tras una campaña vecinal. Diez años después, una vez rehabilitada, se convirtió en un centro cívico.

Cuando Núñez cedió y aceptó un acuerdo con el Ayuntamiento ya era presidente del Barça, cargo al que accedió en mayo de 1978 en las primeras elecciones democráticas en la entidad. Fue el presidente que más años estuvo en el cargo (22), el que más títulos conquistó (140 en todas las secciones, 27 con el primer equipo de fútbol)  y el que hizo más grande al club, que pasó de 78.000 socios a 106.000 durante su mandato y de tener un centenar de peñas solo en España a 1.300 repartidas por todo el mundo. Como buen constructor, Núñez amplió y reformó varias veces el Camp Nou, levantó el Miniestadi y amplió el Palau Blaugrana.

Siempre defendió que había que gobernar el club como una empresa y fue pionero en los negocios de los derechos de televisión, imagen de los jugadores, publicidad y merchandising.

Pese a ello, nunca fue muy querido por el barcelonismo, dividido durante su largo mandato entre nuñistas y antinuñistas, una brecha entre buenos y malos que su personalismo y su propensión a satanizar a los contrarios potenciaron. Se enfrentó a numerosos periodistas, entre ellos al malogrado primer jefe de deportes de EL PERIÓDICO, Alex J. Botines, a quien declaró persona no grata por sus informaciones. Como si hiciera honor a sus esquinas, tenía un carácter esquinado, desconfiado y autoritario. Durante un tiempo campaba en el club el grupo conocido por Los Morenos, que se ocupaban en amedrentar a los disidentes.

Etiqueta de apolítico e independiente

Alcanzó la presidencia con la etiqueta de apolítico y de independiente y, aunque sus simpatías miraban a la derecha, tuvo la virtud de mantener al Barça a salvo de las pretensiones de Convergència en una época en la que el pujolismo lo inundaba todo y aspiraba a controlarlo todo. “Yo creo que entre el presidente del Barcelona y el presidente de la Generalitat hay dos filosofias totalmente diferentes. Yo creo que el presidente de la Generalitat quiere dominar el país, y yo quiero hacer país. Yo quiero aglutinar: a mí me gusta vender el país. La prueba está en que el Barcelona es el primer embajador de Catalunya”, dijo en una ocasión. También se le escapó en otra oportunidad aquel lapsus tan conocido de que “esta ciudad [Barcelona] lleva el nombre de nuestro club”.

Dieciocho años después

Núñez dejó el club en el año 2000 y el nuñismo acabó en su caricatura con la presidencia de Joan Gaspart, una de las peores que se recuerdan.

Núñez volvió a sus negocios, pero todavía tenía que sufrir seguramente la peor experiencia de su vida. Condenado junto a su hijo José Luis a seis años de cárcel por sobornar a inspectores de Hacienda (condena luego rebajada por el Tribunal Supremo a dos años y dos meses), ingresó en la prisión de Quatre Camins en noviembre de 2014, a los 83 años. Salió con el tercer grado a los 38 días, pero la justicia le obligó a volver a entrar.

Pasó en total 71 días en la cárcel (casi el doble que su hijo) hasta que en diciembre del 2015 se dio por liquidada la pena. Al año siguiente, en abril del 2016, su nombre volvió a las primeras páginas al aparecer en los papeles de Panamá por haber creado en 1999, el mismo año en que estalló el escándalo de Hacienda, dos sociedades pantalla en las Islas Vírgenes.

Al margen de estos desagradables episodios, Núñez seguramente pasará a la historia como el presidente que engrandeció el Barça, pero no consiguió acabar ni con el cainismo ni con el pesimismo atávico del barcelonismo.