SEIS MESES DE MANDATO
El amargo doctorado de Valverde
El entrenador del Barça se enfrenta al Villarreal, el único club en su carrera que le ha despedido a media temporada
Si, tal y como se dice en el gremio, un entrenador no es tal hasta que lo destituyen, Ernesto Valverde regresa este domingo con el Barcelona a la oficina donde le expidieron el carnet. El Villarreal es, de hecho, el único lunar en el inmaculado expediente del técnico extremeño, pues solo de allí le han despedido.
Rechazó renovar con el Athletic en 2005, tras la que fue su primera experiencia en un banquillo de élite, y lo mismo le ocurrió este mismo verano, cuando renunció a alargar su segunda etapa en San Mamés para fichar por el Barcelona. Pero igual le ocurrió en el Espanyol, cuya propuesta de continuidad rechazó en 2008, y en el Valencia, que le tentó sin éxito en el 2013. De todos ellos salió por decisión propia; incluso del Olympiacos, cuando aún le quedaba una campaña de contrato.
Pero aquel verano de 2009, Valverde había recibido una llamada del pujante Villarreal y aceptó el reto. Tras un exitoso lustro en su banquillo, Manuel Pellegrini había decidido dejar la entidad para fichar por el Real Madrid y la entidad apostó por él, que se había estrenado en Grecia con un doblete.
Adelantado a los tiempos
Cuentan quienes vivieron aquella campaña, que Valverde llegó antes de tiempo al club groguet. La entidad y la plantilla estaban acostumbrados al pausado fútbol sudamericano de Pellegrini, y los logros conseguidos por el chileno hacían que todos –especialmente los veteranos de aquel grupo–, fueran reticentes a grandes cambios. Y el ahora técnico del Barça llegó dispuesto a instalar al Villarreal en la modernidad que unos años después instauró Marcelino García Toral. Entre ambos, el Villarreal volvió a tocar el cielo de la Champions de la mano de Juan Carlos Garrido, el sustituto de Valverde, pero también cayó con el mismo modelo antiguo al infierno de Segunda.
'Txingurri' quiso cambiar el exitoso estilo impuesto por Pellegrini y se topó con reticencias en el vestuario
El inicio de esa temporada 2009-10 fue ciertamente complicado. En la séptima jornada el Villarreal era último y aún no había ganado. Ese arranque y el recuerdo del idolatrado Pellegrini restaron crédito a Valverde. Pero el impetuoso Fernando Roig, el comandante del submarino, mantuvo el temple y el equipo despegó. En la jornada 15, en el parón navideño, ya era noveno y rozaba los puestos de competiciones continentales. Además, estaba clasificado para los octavos de la Copa y los dieciseisavos de la Europa League.
De la renovación al despido
No es solo que se comiera el turrón, es que Roig dio por hecha una ampliación contractual que debía ejercer antes de marzo. En una entrevista con la televisión autonómica, el mandatario, tras alabar el trabajo del entrenador, dijo que, aunque era una decisión que se debía ejecutar en febrero, no iban a esconder "que es una decisión que está tomada y que su continuidad está clara".
Pero en un mes, en apenas siete partidos, todo se volvió a torcer, y eso que abrió enero rascando un empate en el Camp Nou. La eliminación copera ante el Celta y el 4-1 recibido en su visita al Valencia escocieron en los despachos y en la grada y volvieron a hacer dudar a los futbolistas.
Por la puerta pequeña
El último día de enero, en la jornada 20, Osasuna asaltó El Madrigal y los seguidores cantaron «Valverde vete ya». Claro y directo como siempre, Valverde, no ocultó la situación.
El técnico fue despedido una hora después de perder en casa con Osasuna pese a que Roig le había renovado
"Hemos jugado muy mal y hemos perdido. Estoy realmente preocupado porque el equipo ha dejado una sensación de estar derrotado. Es el peor partido desde que estoy aquí. Esto nos deja muy tocados, pero debemos levantarnos y hacer frente a esta situación", dijo en la sala de prensa. Él ya no pudo hacerlo. Una hora después fue destituido.
Pero si el Villarreal supuso una excepción en su brillante trayectoria, hay algo que se mantuvo igual que en sus anteriores salidas de clubes y en las que vendrían después porque, también en las duras, su comportamiento fue ejemplar y se fue dejando una gran imagen personal. Ni una mala palabra, al contrario. Puede que también él hubiera entendido que había llegado demasiado pronto al club. Y salió como un señor, con su carnet de entrenador sellado con su primera y única destitución.
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