El Barcelona logra una victoria por inercia ante el Sporting de Portugal

Por la inercia ganadora, y también por ser infinitamente mejor, el Barça amarró la cuarta victoria en los seis encuentros de la fase de grupos y pasó a octavos invicto. Clasificado de antemano, despachó con facilidad 

la visita del Sporting y echó luego una mirada de reojo a los posibles rivales que tendrá en el sorteo del próximo lunes.

La primera remesa es para arrugar el morro, con un segundón de verdad (Basilea) y dos de los favoritos emboscados: Bayern de Múnich y Chelsea. Existe un 33% de posibilidades de quedar emparejado con el vigente campeón inglés, ya que no puede enfrentarse a todos sus compatriotas (United, City, Tottenham por ser primeros y Liverpool si lo confirma este miércoles). 

Un rival relajado

Faltan tres meses hasta febrero para afrontar futuras preocupaciones. Quizá haya más. Ninguna atormenta ahora a Ernesto Valverde, a quien le ha sobrado una jornada en la Champions, dosifica a placer a Messi (le sentó en el banquillo, como en Turín, por segunda vez consecutiva en Europa), pudo engrasar a Alcácer, que volvió a marcar, y ensayó con Busquets de central en la última media hora.

También pareció que el Sporting se lo tomaba a la ligera pese a tener opciones no tan remotas de clasificarse: necesitaba que la Juventus no ganara en Atenas al Olympiacos. La grada de sus hinchas, llena, denotaba el aliciente competitivo. Pero el equipo no debía estar muy convencido de sus posibilidades por el tono con el que se expresó en el campo, tan relajado como el Barça.

No salió el equipo portugués a tentar la suerte, sino que esperó a que se le apareciera el hada madrina. Tenía relativamente fácil la consagración en el Camp Nou al enfrentarse a un once de suplentes. Y cuando eso sucede, unos juegan distendidos y otros desahogados, en un tono general de poca agresividad.

Sin titulares

Los socios huyeron del frío y del sopor anunciados, adelantando acaso un puente de cinco días, y los turistas disfrutaron de la experiencia de una noche europea en el estadio con dos equipos disputando un amistoso, pero en cierto modo estafados por todas las ausencias azulgranas.

Vieron una hora a Messi embutido en un chándal hablando con José Ramón de la Fuente, el preparador de porteros, y otros ilustres titulares en el banco de suplentes. Entre ellos estaba Deulofeu, pero no descansaba: fue el delantero descartado. Jugaron Aleix Vidal y Alcácer de extremos, porque Luis Suárez aguantó en el equipo, tal vez para conseguir de una puñetera vez el primer gol de la temporada en la Champions. Messi jugó la última media hora. Su aparición fue tan celebrada como el gol de Alcácer por lo mucho que auguraba ante lo poco que se veía.

Rakitic, de mediocentro

El vaciado de habituales solo respetó la continuidad de Piqué por la carestía de centrales (ensayó con Vermaelen el tándem para las citas ante el Villarreal y el Deportivo), Semedo, que se equivocó al ver la amarilla que le inhabilita para la ida de los octavos, y Rakitic, que jugó de mediocentro para ahorrarse kilómetros ejerciendo de interior. El croata disfrutó por la placidez de ver siempre el juego de cara. Los que corrieron fueron Denis y André Gomes, necesitados de fondo y de méritos para aprobar las oposiciones a la titularidad.

Nada estimuló más el juego como la aparición de Messi, segundos después de que Alcácer marcara sin mayor reacción del Sporting que un remate a bocajarro de Dost atajado por Cillessen. Hasta el meta suplente pudo rodarse para la Copa (el Celta será el rival de los octavos) que defenderá a partir de enero.

Así hemos narrado el Barcelona-Sporting de Lisboa en directo