EL SECRETO DEL ESTILO

El rondo, el lenguaje del Barça

El club azulgrana homenajea el ejercicio básico sobre el que ha edificado su exitoso estilo de los últimos 30 años

Los jugadores del Dream Team de Cruyff en un rondo en el Camp Nou en 1993.

Los jugadores del Dream Team de Cruyff en un rondo en el Camp Nou en 1993. / periodico

Marcos López / Joan Domènech

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Tomaba asiento en el balón y frotaba rítmicamente sus manos para quitarse el frío matinal, al tiempo que expresaba su alegría. Era el momento que tanto esperaba. Estaba a punto de empezar el rondo de cada mañana, ese ejercicio que implantó Johan Cruyff, convertido ahora, con el paso del tiempo, en la Biblia futbolística del Barça.

A veces, en la vieja Masia, ya derruida como campo de entrenamiento. A veces, en el Camp Nou. Cruyff o Dios, así le llamaban los jugadores del Dream Team porque nunca se equivocaba, comenzaba a trabajar. "Este es mi despacho", decía para analizar el rondo que trajo de la Holanda del fútbol total que deslumbró en la década de los 70. Y desde su despacho podía incluso cerrando los ojos saber si su equipo lo hacía bien en los entrenamientos. El sonido del balón –tac, tac, tac– es la mejor y, a la vez, la peor prueba.

Si la pelota vuela al ritmo de un toque, no hay errores y brota una música celestial para el futbolista. Y para el técnico. "Bien jugao, bien jugao...", solía exclamar Johan cuando asistía a un rondo bien hecho. Un rondo como Dios manda.

Ataque y defensa

Pero, en realidad, ¿qué es el rondo? Es un pequeño círculo de jugadores pasándose el balón, transformado en un tesoro al que hay que proteger y mimar para evitar que uno o dos futbolistas, situados en el centro, lo roben. Parece simple, pero es la esencia del fútbol.

No hay manual escrito del rondo, convertido por Cruyff en la Biblia futbolística que ha guiado el camino del Barça en las tres últimas décadas

No existe un manual escrito del rondo, por mucho que el Barça haya realizado esta misma semana un homenaje a ese ejercicio que cambió la mirada del club y le dotó de un estilo tan reconocible que todos se han apresurado a imitarlo. Así lo prueban esas colas de clubs de todo el mundo a la puerta de La Masia para conocer el secreto del elixir mágico o la peregrinación de los misioneros del rondo por todo el planeta con Guardiola erigido en el nuevo gurú.

Al inicio, fue tratado con desprecio y hasta desdén acusando a Cruyff de que era un jeta. "¡Se pasan el día haciendo rondos! ¡Sólo hacen eso! ¡Míralo, ahí sentado en el balón!", criticaban, a veces gente del propio club, sin saber que tan revolucionaria irrupción, que llegó a finales de la década de los 80, iba a cambiar la historia del club.

El rondo es todo y nada. Es todo porque solo los elegidos pueden sobrevivir sin estar nunca en el centro del escarnio, y nada porque se trata de un simple juego. 

El rondo es ataque, pero también defensa. Ataco si tengo la pelota –a un toque mejor que dos– para desarbolar al que anda persiguiendo un fantasma. ¿Tres toques? Eso es una herejía,  un atropello a la pelota. "Si yo tengo el  balón, no lo tiene el rival", primer y único mandamiento cruyffista. Es defensa porque nadie quiere vivir en el agujero negro del centro por lo que desarrolla un espíritu de lucha para huir lo antes posible de la burla de sus compañeros.

Sin libro de estilo

¿Cuándo se para un rondo y se escuchan los aplausos? No hay libro de estilo. Nada está escrito, pero originariamente se producía a los 20 toques. Es un ejercicio democrático (todos están invitados a participar) pero cruel porque penaliza el más mínimo error. "Cada uno su calidad", como decía Johan.

Se trata del retrato en miniatura de un partido de fútbol. El rondo es ataque y defensa; democrático y dictatorial

Si no que se lo pregunten a Quique Estebaranz, aquel delantero del Tenerife que llegó feliz al Barça, quien en su primer entrenamiento se metió en el rondo equivocado. Iba tan deprisa el balón que terminó "mareado". Mareado de no ver la pelota y mareado de no salir de dentro del círculo.

Es el retrato en miniatura de un partido de fútbol. "Haces, corriges, repites", decía Laureano Ruiz, padre del rondo en la década de los 60. Velocidad mental y de ejecución, pase, control, desmarque... Desde que llegó Johan, el rondo no ha dejado de existir, por mucho que en algunas épocas haya tenido menos vigencia.

Alejado de la pureza

La fuerza del tridente (Messi-Neymar-Luis Suárez) empujó con tan desatada energía que Luis Enrique desplazó el centro de gravedad de su equipo al ataque, abandonando la pureza que desprendía el juego del Barça de Guardiola. Pero Valverde intenta ahora que todo fluya cuando el equipo se organiza a través del balón preservando el eje troncal con Busquets-Iniesta-Rakitic.

El rondo, que no tiki taka, del Barça se inoculó un poco en la España de Luis Aragonés y mucho más en la de Vicente del Bosque (dos Eurocopas y un Mundial), instalado ya para siempre en la atractiva selección de Lopetegui. Juega ahora incluso con más centrocampistas que el propio Barça. El rondo es el lenguaje escogido por el Barça en los últimos 30 años para explicar su exitoso estilo de juego, y merece un homenaje.