El póster que casi se pierde

El fotógrafo Jordi Cotrina rememora la intrahistoria de la imagen icónica de Wembley 1992 y las penurias que pasó la noche del 20 de mayo para revelar el carrete, que corrió serios peligros

El gol de Koeman según la icónica foto de Jordi Cotrina en Wembley 92.

El gol de Koeman según la icónica foto de Jordi Cotrina en Wembley 92. / periodico

JORDI COTRINA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

De esta foto recuerdo sobre todo las penurias de aquella noche. Empiezo por el principio. En Wembley estábamos dos fotógrafos de esta casa, Joan Cortadellas y yo. Él se encontraba en la portería hacia la que chutó Koeman la falta y le hizo las fotos de la celebración.

Yo estaba en la otra punta. En esa época no era muy habitual hacer fotos desde la otra portería, pero supongo que debí de pensar que tenía la diagonal bien y, por si acaso la metía dentro, apunté con la cámara. Lo curioso es que se trata de una fotografía que no se publicó el día después en EL PERIÓDICO, sino al siguiente. ¿Por qué? Porque la prioridad del diario aquel día era publicar la foto del capitán recogiendo la copa. Y la otra foto importante era la del equipo con el trofeo, porque se pretendía regalar un póster el domingo. Y también porque aquello era un caos.

Como decía, recuerdo penurias tremendas revelando los negativos. Lo hice en un lavabo de una especie de hangar fuera del estadio, donde trabajábamos los fotógrafos.    Creo que teníamos un cubos a temperatura hechos. Y de repente en el lavabo entró un guardia inglés: ‘¿Qué hace usted aquí?’. Y yo le dije: ‘Pues estoy revelando’. ‘Venga, fuera’. Y yo: ‘No, hombre, que estoy con estos químicos y se echaría todo a perder’. ¿Químicos? ¿Y dónde los tirará?’. ‘En el lavabo’. ‘¿Cómo?’. 

Bueno, el caso es que le dije que me diera dos minutos para no arruinar el carrete, aunque aún me faltaban nueve o diez entre revelado, lavado y secado. Y el tío, puntualísimo, volvió justo a los dos minutos. Cómo sudé para convencerle de que me dejara acabar. Sequé los negativos con un secador de cabello a toda prisa. Aún no entiendo cómo sobrevivieron. Y nada más salir, Jaume Mor, que era quien se encargaba de seleccionar y enviar las fotos, me dijo: ‘Corre, vete, que se va un autocar de prensa hacia la fiesta del equipo’.

Todo eran prisas

Total, que solté encima de la mesa de cualquier manera aquellos negativos y me fui escopeteado. Nadie los revisó aquella noche. Mor Cortadellas estaban como enloquecidos tratando de enviar las imágenes. Entonces se tardaban unos 30 minutos por foto con un transmisor de negativo, y eso si la conexión no se cortaba. Y hay que recordar que hubo prórroga. Todo eran prisas.

Pero he de confesar que ni sabía que tenía la foto del gol. De ser así, habría dado la alerta: ‘Hey, vigilad, que tengo el gol’. Pero es que no lo recordaba, no tenía en ese momento conciencia de haberla hecho. 

Después de la fiesta llegué al hotel a las tantas y aún alguien dijo que había que irse al Támesis porque Gaspart se iba a bañar: ‘¿Es una broma?’, dije. No lo era. ‘¡Pero si el Támesis es enorme!’. Cogí un taxi y me fui. Llegué justo cuando salían del agua, las cuatro de la mañana.

Al día siguiente, supongo que repasando los negativos, encontré la foto del gol. Pero la verdad es que ni recuerdo el momento en que la hice ni el momento en que la visualicé. Y después, mira. Cada cinco o diez años este diario la ha ido sacando. Y me ha servido ahora de punto de partida para un libro, 'Minut 111'.

Cuando se publicó, a los dos días, no salió grande. Más bien pequeñita, en la página 7, por abajo. Eso sí, al domingo siguiente el diario la convirtió en un póster para regalar a los lectores. A veces aún pienso en la suerte que tuve de que ese policía inglés no me echara a patadas del lavabo.