Demasiado difícil para el Barça

Los azulgranas se estrellan ante una granítica Juventus a la que no ha logrado marcar un gol en 180 minutos

Neymar, abatido al final del partido.

Neymar, abatido al final del partido. / periodico

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Demasiado reciente se había producido el milagro. Demasiado mal lo había hecho de nuevo el Barça en el partido de ida. Demasiado difícil era meter un 3-0 a un equipo italiano. Demasiado prevenido venía la granítica Juventus ante la remontada sobrenatural que se había producido en el Camp Nou cinco semanas atrás. Demasiado solo estuvo Messi, el único que chutó. El tridente completó los 180 minutos de la eliminatoria sin marcar un gol.

Y lo que parecía imposible el 8 de marzo y se veía factible esta vez se tornó realidad, propinando al Barça un baño de realidad y retirándole de uno de los objetivos de la temporada. Cediendo el paso a la semifinal a la Juve, al Mónaco, que echó al Borussia, y a los dos representantes de Madrid, Real y Atlético.

OTRA DESVENTAJA

Al Barça le queda la Liga, y la peleará en una situación de desventaja parecida a la de esta noche, obligado a ganar en el Bernabéu y a esperar que el Madrid tropiece una segunda vez en el partido que tiene aplazado. O cualquier otro.

La despedida de la Champions en los cuartos de final, como la del 2003 ante la mismísima Juventus resultó más digna y será menos traumática. Aquella derrota provocó la afortunada metamorfosis con la dimisión de la junta de Joan Gaspart (lo que quedaba de ella) y las elecciones que ganó Joan Laporta. El club es sólido y el equipo es competente, pero necesitará otra tunda de cambios. Menos radicales. Uno está confirmado: el de Luis Enrique.

El Barça sigue anclado en el equipo que se coronó campeón de todo en el 2015, sin haber emprendido la renovación que genera la progresión de un grupo, de una idea. La lista de las alineaciones sugirió una lectura sobre la distinta actitud de los clubs tras la final de Berlín. Luis Enrique repitió nueve de los once jugadores, con las excepciones de Sergi Roberto por Dani Alves, en la otra acera, y Umiti por Mascherano, En la Juventus solo sobrevivieron dos: Buffon y Bonucci. Chiellini no jugó en Alemania. El desenlace confirmó la evolución italiana y la involución catalana por ese inmovilismo.

MÁS MOVIMIENTO

Sí se movió Luis Enrique respecto a la ida. Y se movieron más los jugadores, con la energía y la intensidad que se echó de menos en Turín. Piqué se pegó a Higuaín, Umtiti compitió con Dybala, Iniesta robó balones y, sobre todo, Alba sustituyó a Mathieu. No solo se prodigó en incursiones persiguiendo los pases diagonales de Messi plantándose en el área, sino que llegó a tiempo atrás para contener a Cuadrado.

La Juventus repitió equipo y planteamiento, con una presión adelantada en el inicio de la salida barcelonista, pero con un rápido repliegue en cuando quedaba superada. Bien posicionada, controló bastante bien las embestidas del Barça porque las veía venir de lejos. La capacidad de sorpresa se redujo a las acciones individuales imprevisibles: un desborde de Neymar, que retó como no hizo en la ida a Alves, una incursión de Messi, un pase de Iniesta…

BUSCANDO LOS RINCONES

Solo Messi chutó, el único método por el que se marcan goles, buscando los rincones a los que no llegaría el abuelo Buffon (39 años). El Barça compareció presionado por el reloj pero, sobre todo, por la solidez de la Juventus, a la que no le hizo ni un rasguño. Fue un Barça más alocado que intenso y más pasional que racional. Hasta Iniesta vio la primera tarjeta por una falta táctica y Neymar la segunda por una falta vengativa en el primer tiempo. En cuanto subieron las pulsaciones y hubo que utilizar más la cabeza, el equipo se serenó.

Pero esa serenidad volvió a desaparecer cuando los azulgranas volvieron a mirar el cronómetro. Piqué se fue al ataque, Neymar ejerció de lateral en algún momento y Messi siguió a lo suyo, mirando a Buffon. Hasta 17 intentos se contaron y 13 córneres lanzó el Barça. La hinchada despidió a los suyos con un aplauso conmovedor. De agradecimiento por una época que se acaba.

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