Análisis

El Barça y la realidad de las transferencias

JOSÉ LUIS PÉREZ TRIVIÑO

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La sanción al FC Barcelona que se hizo pública ayer debe enmarcarse en la lucha contra una lacra del fútbol contemporáneo: el tráfico de niños futbolistas. Los clubs europeos llevan tiempo dedicándose a pescar en países africanos, asiáticos y suramericanos futuras estrellas futbolísticas. En esas sociedades, muchas de ellas empobrecidas, los niños ven en el fútbol no solo un sueño de realización personal y de éxito social, sino un medio para garantizar su supervivencia. Aprovechándose de esa necesidad, agentes, representantes y los propios clubs se han lanzado con un ánimo de beneficio voraz a la caza de promesas.

Esta práctica, en realidad, se ha convertido en un drama de enormes proporciones, dado que son muchísimos más los niños o jóvenes futbolistas que fracasan que los que triunfan en su deambular por los distintos equipos en los que son probados. Hablar de tráfico de menores no es entonces una simple metáfora, sino una descripción verosímil, ya que la realidad que espera a estos jóvenes que no logran triunfar es peor que incierta. Más allá de la evidente instrumentalización que se lleva a cabo respecto de individuos que están en una situación desesperada, la principal consecuencia de estas transferencias fallidas es que los menores se quedan sin recursos económicos, sin familia y sin otros apoyos en una sociedad desconocida y en la que apenas pueden comunicarse. De ahí que la FIFA y otras instituciones deportivas lleven años empeñadas en perseguir este tráfico cruel e inhumano. El Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, y en concreto su artículo 19, es el instrumento para evitar esta situación. Se trata de garantizar, entre otras cosas, que el menor viaje a Europa con su familia y que los padres puedan tener un contrato de trabajo que no les haga depender del sueldo del menor. Obviamente, tales normas (y sus sanciones) se aplican a todos por igual, sea un club grande o pequeño. Y de hecho no es el Barça el primer club poderoso que las sufre. En el pasado fueron sancionados el Chelsea y el Nantes.

Se podría objetar que las condiciones de vida que un club como el FC Barcelona puede ofrecer a esos jóvenes son mucho mejores que las que tendrían en sus países de origen. ¿Por qué entonces poner trabas a un progreso del nivel de vida de estos menores? La respuesta es simple: no todos los clubs que llevan a cabo estas transferencias de dudosa moralidad tienen una Masia donde cuidar, formar y educar a esos menores.

Es probable también que la FIFA haya adoptado esta medida tan severa y de impacto mundial innegable con fines ejemplarizantes, aprovechando que el Barça es un referente global. Así, otros clubs -y agentes y representantes de jugadores- se lo pensarán dos veces antes de proceder laxamente a este tipo de transferencias. Pero si los hechos por los que se sanciona al Barça son ciertos, la condena no dejaría de ser sangrante para un club que en los últimos años ha querido (y ha llegado a ser) un modelo deportivo y también un ideal de gestión ética en el que se han fijado instituciones deportivas de todas partes. ¿Se imaginan que la sanción hubiera recaído llevando los jugadores del Barça la publicidad de Unicef?

Profesor Titular de Filosofía del Derecho (UPF) y Presidente  de la Asociación Española de Filosofía del Deporte