El campeón se aferra a la corona con una lección de coraje (2-4)

Tres veces se ha avanzado el Barça, que ha superado a un efectivo Málaga, un mal árbitro y un pésimo césped

Los jugadores festejan el gol marcado por Piqué en La Rosaleda.

Los jugadores festejan el gol marcado por Piqué en La Rosaleda. / EM RC**LON**

JOAN DOMÈNECH / Málaga

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Sobrado de fútbol, elBarçaha enseñado este jueves por la noche que anda también sobrado de coraje.Golesy bemoles en dosis parecidas le han permitido superar una noche que ha pintado fea en muchas fases y que le ha obligado a un ejercicio, uno más, de esplendor. No ha fallado el campeón en la competición que defiende, la que más ha prestigiado en su récord de conquistas. Ha hecho todo lo que ha necesitado y lo que le han demandado las circunstancias para seguir vivo e interrumpir un breve episodio de dos partidos sin ganar.

Debía ganar o marcartres goles como mínimo y ha anotado cuatro; ha jugado en campo contrario, y ha sido capaz de arrancar aplausos; ha superado un patatal de césped, sin poder retozar en su mullida alfombra casera, y ha salido ileso de un pésimo arbitraje que le ha colocado al borde de la locura tanto como sus propias concesiones. Ha llevado la inciativa en el marcador y ha permitido al Málaga equilibrar los goles de Pedro y Piqué. A los de Iniesta y Messi claudicó por falta de fe.

Mínimos cambios

Llegado el momento cumbre de laCopa--o el primero de ellos para el superviviente--, los entrenadores han reducido las rotaciones a la mínima expresión. Y en la misma dosis: solo han cambiado los porteros.Roura ha repetido el once de Vilanova que venció en La Rosaleda hace 10 días en la LigaRoura Vilanova La Rosaleda, con la salvedad de la entrada dePinto. Necesitaba tres goles como entonces, y le ha sobrado uno.

Con los titulares ha vuelto a ser infinitamente superior el Barça. El Málaga ha apretado un poco más arriba para dificultar el entrejuego azulgrana, pero su mejor aliado fue el césped, muy resbaladizo e irregular. Ha beneficiado a los andaluces, pese a que, al parecer, mantienen un contencioso con la empresa que cuida el campo.

Sin precisión

El Barça ha perdido el punto de precisión imprescindible cuando en los últimos metros el acierto de un pase se mide por milímetros. El Málaga también se ha adaptado antes y mejor a la presencia del lamentable Mateu Lahoz, que tolera hasta lo intolerable pervirtiendo el reglamento. Hasta al amigo de Mourinho tuvo que superar el Barça para reencontrarse con el portugués.

Frágiles en lo físico, los azulgranas han mantenido la compostura, curtidos ya en todo tipo de inconvenientes. Con paciencia franquiscana, han procurado no despistarse de la misión que tenían, que pasaba por crear y crear. Pese a los empujones, pese a los resbalones, pese a los desaciertos, pese al tiempo que han malgastado los recogepelotas, siempre con la mirada al frente y tratando de no perder el hilo para zurzir el roto de la ida.La red protectora quedó agujereada en el Camp Nou.

No ha cambiado el Barça nada de su partitura conocida ni ha buscado alternativas que supusieran una variación sustancial en las combinaciones habituales por la zona central del campo. De las incursiones de Alves solo se han aprovechado la primera y la última, las únicas en las que centró con lucidez y pausa; por la izquierda apenas se ha estirado Alba, sin espacios ante la presencia de Cesc e Iniesta, que ha estrellado un remate en el larguero, sirvió el 1-2 a Piqué y anotó el 2-3 con pinta de definitivo.

Messi, sustituido

Todo ha quedado confiado al talento de cada, próximo al infinito en la mayoría. Empezando por Iniesta y acabando con Messi, aplaudido por su resistencia a las tarascadas que han tratado de interrumplir sus carreras. No ha dejado ninguna acción para la videoteca pero los defensas vivieron una película de terror con él. Roura le hasustituido: una noticia que quedó eclipsada por la bestial actuación colectiva.

El Barça ha tenido que jugar siempre con intensidad. La experiencia vivida en el primer tiempo con el rápido gol de Joaquín ha ayudado tras el gol de Piqué. El equipo ha querido disfrutar más de esa preciosa renta. Ha conservado más la pelota y ha defendido mejor al cerrar los espacios. Solo ha concedido una ocasión, pero se ha visto obligado a marcar tres en un último esfuerzo. El definitivo para acallar bocas.