Análisis

Guardiola empieza a afinar los violines para Wembley

MARTÍ PERARNAU

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Mientras el primer equipo empezaba elPlan Wembley, Pep Guardiola convocó aldesplegable. Es decir, a medio filial, con lo que el filial se llenó de juveniles y los juveniles, que por la mañana empezaron su pelea por la Copa del Rey, tuvieron que llamar a los cadetes. Golearon los juveniles apoyados por cadetes, perdieron los del B rellenos de juveniles y empató un primer equipo que, aunque pueda parecer un trabalenguas, en realidad era un filial.

ElPlan Wembleyexigía este gigantesco desplazamiento de piezas, un éxodo en cadena donde algo permaneció inmutable: el estilo de juego. Ofensivo, abierto, valiente, asociativo y al toque. Permutaron los dorsales, pero se mantuvo el juego de posición sin importar la edad de los protagonistas. Así recogió el Barça el trofeo de Liga, con dorsales a la espalda que superaban la treintena y rostros en el campo que no alcanzaban la veintena. Se hace difícil imaginar un final más dulce y simbólico de campeonato, para el aficionado culé, tras nueve meses tan estresantes y agotadores.

En septiembre, recién derrotado el Barça por aquel Hércules que prometía grandes tardes y acabó despeñado en la incompetencia, pocos de esos aficionados culés habrían soñado este final tan cómodo. La temporada se iniciaba bajo los peores augurios y el equipo parecía sometido a tantos factores externos de carácter negativo que sólo podía imaginarse un curso lleno de altibajos y derrotas. No ha sido así.

El vestuario ha recibido todo tipo de ataques e improperios, ha cometido errores propios, ha pagado por algunos ajenos, vivido experiencias dramáticas o, simplemente, duras, pero de todo ello ha salido más fortalecido y respondón que nunca. En lugar de arrugarse frente al huracán que soplaba en contra, los de Pep decidieron poner buena cara al mal tiempo, encomendarse a su líder carismático y agarrarse al estilo de juego como brújula en las noches oscuras. Cuanto más redoblaron los tambores de guerra y más endemoniadas parecían las flechas ajenas, más sólido y cuajado se mostró este equipo, impertérrito ante la granizada o los aullidos.

En los tres años de Guardiola, probablemente nunca jugó mejor el Barça que en el curso presente, donde ha encadenado maravillas con prodigios y sublimado sus esencias.

Después de tanto empacho de triunfos y celebraciones, y también de exhibición del catálogo de valores y del lote depebrots,Guardiolaha dado el pistoletazo de salida a lo que ya son palabras mayores: Wembley, el otro gran símbolo.

Tras París y Roma, llega Londres y el entrenador ha decretado dos semanas de preparación fina y precisa. Se inició el sábado con un entrenamiento duro, prosiguió anoche con los titulares en la grada, continuará ahora con un par de días de descanso y olvido y se cerrará con cinco sesiones de carga fuerte para recuperar el tono perdido en este mes y medio de batallas terribles. Después, ya en la semana final hacia Londres, tocará afinar los violines. Volvemos a terreno conocido: el de los violines contra los tambores.