"BCN debe reflexionar sobre el concepto de sostenibilidad"

Carmen Santana, arquitecta urbanista y socia fundadora de Archikubik, destaca que es una ciudad moderna y abierta

Carmen Santana, arquitecta urbanista y socia fundadora de Archikubik. / RICARD FADRIQUE

Carmen Santana, con pareja y una hija, nació en Chile, pero se crio en Francia, ya que sus padres eran refugiados políticos. Llegó a Barcelona después de los Juegos Olímpicos de 1992. Ha vivido en otras ciudades como Montpellier, Toulouse, París, Santiago y La Habana. Es arquitecta urbanista, especializada en ecología urbana, Chevalière des Arts et des Lettres. Es profesora en la escuela de arquitectura de la UPC del Máster Arquitectura, Energía y Medio Ambiente. Hace 25 años fundó, junto a Javier Creus y Miquel Lacasta, @kubik, un espacio multidisciplinar donde se mezclan más de 70 pequeñas empresas y que cuenta con un ‘coworking’.  

-¿Por qué escogió Barcelona? Trabajaba en un despacho de arquitectura en París y fui seleccionada en un concurso que organizó en su momento el Colegio de Arquitectos francés para trabajar en el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill en Barcelona. Después me enamoré de un catalán y fundamos @kubik.

-¿Qué aspectos de la ciudad destacaría como positivos? En Barcelona se vive muy bien, todo está cerca. Además de tener mar y montaña, es una ciudad muy moderna, abierta, respetuosa y contemporánea. Hace ya 25 años, por ejemplo, cuando fui a la playa de la Barceloneta por primera vez, había un lugar reservado a nudistas, ¡en pleno centro de la ciudad!

-¿Qué aspectos hay que mejorar? No existe un pensamiento estratégico político y empresarial global o transversal sobre la ciudad o el territorio sostenible. La crisis de la burbuja inmobiliaria se veía venir, pero nadie fue capaz de minimizar el inmenso impacto negativo sobre las condiciones de vida que iba a suponer el futuro de la población, especialmente en nuestros jóvenes y en la población de entre 40 y 50 años. En España, en general, no hay un debate político y cultural de fondo. En Catalunya nos falta ser más transversales y trabajar juntos por el bien de los ciudadanos.

-¿Cuál siente que es su ciudad? ¿Qué es lo que más echa de menos? Considero que Barcelona es mi ciudad, aunque resido también en París la mitad de la semana. Estoy muy orgullosa de ser catalana de adopción. De hecho, me suelo definir como alma chilena, espíritu francés y corazón catalán. Lo que echo más de menos aquí es el debate político de fondo que sí existe en Francia.

-¿Cuáles son las grandes carencias de la ciudad en el ámbito arquitectónico? No se ha reflexionado sobre la transición profunda del mundo y cómo debe aplicarse a las diferentes tipologías en las que nos movemos: viviendas, trabajo, producción, ocio. Debemos trabajar con un pensamiento de economía circular: cada metro cuadrado tiene que ser inteligente, reciclable, híbrido. Hay que hablar de desarrollo sostenible, sensible y social. Y esto no se está haciendo aquí. Barcelona ha apostado por el concepto de ‘smart city’ y ha logrado posicionarse en el mundo como ciudad vanguardista en todo lo referente a gestión de flujos, energía y movilidad. Hay que trabajar con eco-sistemas abiertos de expertos en sectores muy diversos. Sin embargo, desde hace ya años, los concursos de las administraciones no contemplan tal tipo de asociación de expertos, ni los honorarios consecuentes de tal ecosistema. Es necesario que los políticos se pongan en contacto con la red de actores que estamos llevando este tipo de proyectos para poder así intercambiar opiniones y experiencias.

-¿Qué le ha enseñado la ciudad? Barcelona me ha enseñado mucho. La convivencia intergeneracional, el concepto de austeridad, la manera de ser de los catalanes, sin hacer ruido, trabajadores, serios, lo opuesto a la manera francesa de hacer, más, digamos, "ruidosa”.

-¿Recomendaría a un amigo venir a vivir a Barcelona? ¿Por qué? ¡No paro de hacerlo! De hecho, generamos gran envidia sana con nuestro despacho franco-catalán, Archikubik, instalado aquí en Barcelona. ¿Estamos en Europa, no?