HISTORIA

Un castillo en la calle Marina de Barcelona

El Institut Cartogràfic difunde en la web los planos de la ciudad de 1827 que levantaron los ingenieros de los Cien Mil Hijos de San Luis

Una sección del plano de Barcelona de 1827, con el Fort Pius a la derecha. / EL PERIÓDICO

Si hace 150 años alguien caminase por lo que hoy es la calle de la Marina, justo en medio de la actual vía, exactamente entre Ali Bei y Ausiàs March, se toparía con una colina de 10 metros de altura en forma de estrella. Y encima de ella, un castillo cuadrangular, rodeado de cinco baluartes triangulares, del tamaño de una manzana entera del Eixample, el Fort Pius. Resulta difícil imaginar el efecto de ese edificio en la trama actual del Eixample. Pero es lo que han logrado el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC) y el Servicio Histórico de Defensa de Francia: un modelo en 3D del fuerte, que se puede visualizar situado sobre el paisaje en que se levantó (en su día, controlando el acceso a Barcelona por la carretera de Ribes que transcurria a sus pies) o en el del actual barrio de Fort Pienc, que ha heredado, deformado, su nombre.

El modelado en 3D del Fort Pius es, sin embargo, solo un caramelo tentador dentro de un proyecto mayor: la difusión en Internet (http://betaserver.icgc.cat/bcn1827/) del primer mapa moderno del llano de Barcelona, en escala mètrica 1:1000 y con detalladas curvas de nivel; el realizado entre 1823 y 1827 por los ingenieros militares de la expedición francesa que acabó con el trienio liberal, 30 años antes del mapa topográfico de Cerdà que hasta ahora se tenía como pionero. La de Fort Pius “es una pequeña prueba de lo que podría ser la restitución en 3D de todo el Pla de Barcelona”, explica la jefa de la cartoteca del ICGC, Carme Montaner.

El fuerte

¿Qué era ese fuerte, construido en 1719 y derribado en 1868 para dejar solo su nombre a un barrio difícil de definir y sus piedras para la construcción de la Iglesia de Sant Martí del Clot? El Fort Pius, inicialmente un fortín cuadrangular que después sería ampliado, forma parte del mismo proyecto de fortificaciones de la Ciutadella definido por los ingenieros de Felipe V, que sacaron las conclusiones de su éxito de 1714. Habían podido acercarse al tramo de murallas peor fortificado, en la zona del Born, cavar trincheras y demolerlo. En ese punto débil construyeron precisamente la Ciutadella, pensada tanto para defender la ciudad como para someterla. Y añadieron dos bastiones adelantados para dificultar un asalto: el fuerte de San Carlos de cara al mar y otro fuerte que controlaría la carretera que llegaba de Francia, bautizado en honor del capitán general de Catalunya que dirigió su contrucción, Francisco Pío de Saboya y Moura, marqués de Castel-Rodrigo. Aunque tampoco se puede decir que cuando fuese necesario demostrase su utilidad: 90 años más tarde, las tropas de Napoleón lo tomaron por sorpresa y sin resistencia alguna.

Capas superpuestas

El visor diseñado por el ICGC permite consultar con detalle el plano de la Barcelona de 1827 y superponerlo a la imagen de la Barcelona actual. Según Carme Montaner, la difusión en línea del mapa, enmarcada en la política de acceso público del Institut Cartogràfic, “ha sido muy bien recibida por los arqueólogos”, principales usuarios potenciales del instrumento, igual que urbanistas o geólogos.

El nivel de detalle de cada revellín, foso y bastión de la muralla, y el hecho de que las curvas de nivel muestren la cota a la que se encontraba cada estructura facilitaría excavaciones como las que han sacado a la luz tramos de muralla en las obras del mercado de Sant Antoni y el entorno de la Ciutadella o tramos del Rec Comtal en las obras de la estación de Triomf o la zona de Glòries.

De su contenido, Montaner destaca como algunas de las sorpresas más interesantes la definición de toda la zona de la costa, desde el litoral completo de un Montjuïc que recuerda a la abrupta costa del Garraf, con playas desaparecidas como las de Sant Bertran, embarcaderos y  escollos, la Barceloneta y las dependencias del puerto, hasta el más pequeño almacén y caseta, así como detalles de las rieras “y la descripción detallada del Rec Comtal”, incluyendo puentes, molinos y hasta casetas y llaves de paso.  “El nivel de detalle permite reconstruir el paisaje: casas con el nombre de su propietario, pozos, todos los cursos de la red hidrográfica, el tipo de cada cultivo, que nos muestra un paisaje lleno de viñas...”, añade.

Montjuïc antes del cementerio

La montaña de Montjuïc, por ejemplo, aparece reflejada con todo detalle en su estado previo a a la construcción del cementerio, a la explotación intensiva de sus canteras durante el siglo XIX y al avance de la línea de la costa por la ampliación del puerto, incluyendo ruinas en la zona del antiguo poblado de Montjuïc que fue arrasado por el Fossar de la Pedrera. También el curso de las rieras que llegaban hasta las puertas de las murallas antes de quedar desviadas, algo sobre lo que la información disponible no siempre era precisa.

Pero aparte del uso de la información por parte de los especialistas, descubrir qué paisaje histórico desapareció bajo la trama del Eixample de Cerdà es una tarea fácil para el vecino que quiera descubrir que exactamente en el mismo lugar donde se levanta hoy su casa, o en el paso de peatones que cruza cada día, se encontraba una acequia, una huerta, una masia o un camino.  

La historia de un mapa perdido

En 1823, las potencias de la Santa Alianza deciden ayudar a Fernando VII a reinstaurar las cadenas del absolutismo y acabar con el trienio liberal que había reinstaurado la Constitución de Cádiz. Es el rey de Francia quien se responsabiliza de la intervención militar: la Expedición de España, más conocida como los Cien Mil Hijos de San Luis (redondeando, porque al parecer fueron unos 95.000). Entran en España en abril de 1823 y en octubre de 1823 Fernando VII, tras caer Sevilla y Cádiz, reinstaura el absolutismo. Espoz y Mina, sin embargo, resiste en Barcelona, la última ciudad en rendirse, hasta el 4 de noviembre.

Aquellos militares franceses se apresuraron, en cuanto tomaron Barcelona, a levantar un mapa detallado de las fortificaciones de la ciudad y de los campos que las rodeaban. “Se lo llevan en 1827 y no lo habíamos vuelto a ver”, explica Carme Montaner. Hasta que fue identificado en los archivos históricos del Ejército francés por Francesc Nadal, del Grup de Recerca de la Història de la Cartografia.

Se creía que el primer mapa topográfico del territorio de Barcelona levantado con técnicas modernas, incluyendo curvas de nivel, fue el encargado en 1855 a Cerdà como estudio preparatorio para el proyecto del Eixample. Pero el de los ingenieros militares franceses es tres décadas anterior. Y no solo es más antiguo, sino también 10 veces más detallado. “Sabemos que Cerdà hace alzados en escala 1:250, pero el mapa que publica está en escala 1:10.000. En cambio este mapa está en escala 1:1000”, explica Carme Montaner.

No era la primera vez que el Ejército francés aprovechaba la ocasión. Las reiteradas ocupaciones de Catalunya por los vecinos del norte eran aprovechadas para poner al día sus planos, con el objetivo de aprovecharlos en la próxima ocasión. En 1697, cuando Francia incorpora brevemente el Principado, elabora detalladísimas maquetas en escala 1:600 de las fortificaciones de Roses, Girona, Barcelona y Tortosa y del territorio que las rodea y que podría ser utilizado en un sitio, árbol a árbol, y las incorpora a la colección real, que llegó a contar con 144 piezas, algunas de hasta 100 metros cuadrados. Cien de ellas aún forman parte del Musée des Plans-reliefs, en los Inválidos de París. Falta la de Barcelona (sí, la que aparece en el ‘Victus’ de Albert Sánchez Piñol), que desapareció de los inventarios en 1811. Los historiadores franceses sospechan que las 54 hojas manuscritas del plano de 1827 quizá tenían como objetivo actualizar o volver a construir la maqueta perdida de Barcelona (la porción rectangular elegida para cartografiar tiene un formato muy similar, de hecho, al de las maquetas que siguieron siendo utilizadas como material de enseñanza en París hasta 1923).

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